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sábado, junio 14, 2025
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Que llegue a Tarapoto, a Moyobamba, a Lamas, a Yurimaguas, a Juanjuí. Que llegue al aula, al mercado, al caserío

Que la ciencia no se quede en Iquitos

Por: Beto Cabrera Marina

Por estos días, Iquitos vuelve a ser el centro de atención. Científicos de siete países amazónicos se reúnen en la sede del IIAP para hablar de biodiversidad, innovación, gobernanza y conocimientos ancestrales. Todo esto como parte de la Segunda Reunión Anual de la Red Bioamazonia, en camino a la COP30 que se realizará el próximo año en Belém do Pará, Brasil.

Suena bien. Suena importante. Y lo es. Que los institutos de investigación de Perú, Brasil, Colombia, Ecuador y otros países se sienten a trabajar juntos en defensa de la Amazonía debería ser una buena noticia. Pero hay un problema que no se menciona en las salas con aire acondicionado: mientras ellos conversan, la selva se sigue perdiendo.

Deforestación ilegal en el río Cochiquinas de la SRI Yavarí Mirim. Orpio

El tráfico de tierras está fuera de control. Las invasiones avanzan sin freno, a veces con complicidad de autoridades. Gobernadores y alcaldes parecen tener una obsesión: más carreteras, más cemento, más fierro.

La migración de la sierra a la selva sigue creciendo, y no hay planificación ni servicios básicos que lo acompañen. Y lo más preocupante: muchas veces el propio poblador amazónico no sabe qué riqueza tiene en los bosques que lo rodean. Nadie se lo explicó. Nadie se lo enseñó.

Por eso, este tipo de eventos no pueden quedarse en palabras bonitas ni en documentos técnicos. Es necesario que la ciencia baje a tierra. Que se conecte con las escuelas, con los barrios, con las chacras. Que empodere al estudiante, al joven, a la madre, al agricultor. Solo así se puede hablar de sostenibilidad en serio.

Si la conservación de la Amazonía queda solo en manos de expertos, está condenada a fracasar. Se necesita una ciudadanía informada, consciente y activa. Y para eso, el rol de la educación, de los medios locales y de las organizaciones sociales es clave. Que la ciencia no se quede en Iquitos. Que llegue a Tarapoto, a Moyobamba, a Lamas, a Yurimaguas, a Juanjuí. Que llegue al aula, al mercado, al caserío.

La COP30 está cerca. Y no habrá discurso internacional que valga si aquí, en casa, seguimos destruyendo lo que decimos querer salvar.

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