Tiene distintas texturas y sabores, a veces es dulce y otras ni se siente el sabor. En cada caso es diferente, todo está relacionado con la alimentación de quien lo produce.
Es la aversión de muchas personas por tabúes o por asco, sin embargo otras no tienen ningún tipo de prejuicio, ésta práctica aunque no lo parezca trae algunos aportes positivos a la salud.
¿Es mejor pasarlo o escupirlo? Mi hermana lo escupía, tanta era la repugnancia que ponía resistencia y en ocasiones le hacían tomar a la fuerza, se quedaba llorando debajo de la mesa y hasta vomitaba todo. Sin embargo a mí me llegó a encantar, porque le tenía mucha fe, mi abuelita y mi madre decían que tomarla me ayudaría a crecer, así que la leche de vaca era mi fiel amiga, con el tiempo empezaron a tenerle confianza a la leche enlatada y nunca faltaba en la refrigeradora. Pero todo fue una estafa, nunca crecí, me quedé enana de por vida.
Desde que nacemos, la leche nos acompaña durante toda nuestra vida. Cuando uno es bebé se ingiere la leche de mamá para estar fuerte y sano. De niño la leche es infaltable en la mesa para un desarrollo saludable. De adolescente la leche es primordial para los estudios. De joven la leche brinda energía y fuerza en el trabajo. De adulto te prepara para no tener recaídas en la salud en la tercera edad y de anciano ayuda a combatir los estragos que causan los medicamentos.
Es un producto esencial dentro de una dieta equilibrada y saludable, ya que nos aporta una importante cantidad de nutrientes, proteínas, vitaminas y minerales esenciales como el calcio. Hoy en día todos hemos perdido confianza en la leche, aquella que se consumía con tanta facilidad en las tiendas y centros comerciales, ahora solo es sinónimo de estafa en el Perú y el mundo.
Tomamos leche para crecer, para estar bien de salud, para cuidar la silueta y hasta para combatir enfermedades. Aquella bebida que es la preferida en el desayuno y las cenas, simplemente ya no es la consentida, porque una o más empresas obviaron en decir que lo que vendían no era leche. La leche no es leche, entonces: ¿Qué consumimos?
Así, hoy en día los estantes de leche de nuestros supermercados están repletos de diferentes tipos de leche que dificultan nuestra decisión de compra y nuestra ignorancia o el descuido al no leer lo que realmente compramos, nos hace preguntarnos: ¿La leche es un producto natural o un preparado industrial? Lo industrial vende y eso es lo que consumimos a diario.
Nos vieron la cara y descaradamente, a estas alturas todos hemos consumido solo una mezcla láctea que no tiene ni una gota de leche. Por eso desde hoy prefiero la leche que sale de la vaca recién ordeñada, esa leche que la abuelita hervía desde muy temprano para que no nos afecte al estómago, esa leche espesa y con nata, aquella que la podemos mezclar con lo que se nos antoje, esa leche siempre será rica, porque es leche.
Debemos empezar a consumir leche que nos satisfaga, que nos llene, que nos embellezca y sobre todo que nos haga feliz.
Y tanto de hablar de leche se me hizo agua la boca y me apetece una con urgencia, claro, una consistente y de la buena. ¡Quiero mi leche!