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viernes, mayo 23, 2025
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Las redes y la doble moral de la gente

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Ha culminado esta fase del proceso electoral del año 2016. No ha sido un proceso criminal ni sangriento, como suelen ser algunos procesos electorales, porque ha sido peor que eso. Nunca como ahora los peruanos hemos mostrado lo peor de nosotros mismos, porque, somos un país fracturado, descripción que los sociólogos no se cansan de recordarnos, y porque no importa el “nivel” de la gente para denostar y descalificar a los rivales y sus partidarios. Y los mismos candidatos han hecho lo necesario y suficiente para decirnos que no son aquellos individuos en quienes debemos confiar para construir un país en donde todo se oriente a la justicia, entendida como donde nadie debe perder y donde todos deben ganar.

¿Qué nos ha enseñado este proceso electoral? En realidad, nada, porque si comenzamos con calificar a muchos candidatos, ellos se han mostrado tal como son, sin vergüenza ni honor, haciendo gala de sus idiotismos, de sus mendacidades que han elevado al nivel de culto y paradigma. Los procesos peruanos de los últimos años parecieran ser los procesos en donde se desarrolla el “extraño mundo de Subuso”, un mundo del absurdo, con el añadido de vulgar, grosero y pecaminoso. Y los peruanos aplaudimos, y lo hacemos a rabiar como se caricaturizan en los dibujos animados.

Las redes sociales se han convertido en el auténtico diván para los análisis psiquiátricos de la gente. En las redes sociales mucha gente termina desenmascarándose. Ahí descubres para quién cuentas, a quienes no les simpatizas, y pueden las personas hacer una revaluación de sus amistades e, incluso, a quienes debes considerar como esa persona honesta e íntegra; quien es quien. Las redes han servido para dar rienda a las pasiones desbordadas, que en otras situaciones no pueden expresarse; se han lanzado las mentiras más temerarias, y con la mayor impunidad y descubres que esa persona a quien alguna vez consideraste cabal, íntegra, empática, contemporizadora y con principios sólidos se había “guardado” hasta que no pudo evitar salir del armario.

Lo que expreso en el párrafo precedente obliga a una reflexión profunda. Para ello no se necesita tener tantos títulos académicos (hay personas que se han dedicado a coleccionar títulos y luego se presentan con la falsa humildad pidiendo que no les recuerden sus títulos, en una situación que resulta graciosa). Y me refiero a lo intelectual y las actitudes relacionadas a la política, porque de ello estamos hablando. Porque ¿es la política el escenario donde deben practicarse los valores? Pues, para la referencia más orgánica sobre el tema, nos remitimos a Platón y a sus diálogos y descubrimos en La Retórica, donde encontramos un análisis sobre la políticas y los efectos de los discursos.

Estaba hablando sobre las redes sociales. Robert Greene, en su libro “Las 48 leyes del Poder”, nos recordaba que un famoso político, conocido por honesto, en muchos casos también entraba en el juego sucio. Pero una cosa son los políticos, que pueden permitirse ciertas “libertades”, pero que usted: ingeniero, abogado, economista, licenciado en administración, médico, personas cultas, creyendo sus propias mentiras, los potencien y entren al juego de la desinformación más audaz, aprovechando las redes sociales, entra al juego de lo sucio y protervo. Julián Marías escribió: “El intelectual tiene derecho a equivocarse, no a mentir”. Agrego: El político quizá podría no ser tan sincero en algunos casos, pero no usted. Hagamos de nuestra vida personal una entelequia. Que nuestros actos y decisiones contribuyan a tener una sociedad de ganadores. Y eso se logrará con la Política.

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