Las redes sociales de internet, durante los últimos años, han cambiado la forma de vivir de la mayoría de los seres humanos penetrando esferas económicas, sociales y dentro de ellas la política. Desde la aparición de la primera campaña digital de Barack Obama la tendencia para acceder al poder se fue centrando en convenientes estrategias digitales. En el Perú la tendencia va en aumento desde la campaña que PPK inició en el 2011 hasta la elección que logró ganar en el 2016. La tendencia se confirma en regiones don existe una apuesta por una nueva plaza del discurso, el ciberespacio.
La experiencia demuestra que ninguna estrategia digital es igual, el contexto, los actores, las brechas otorgan una particularidad a cada emprendimiento 2.0 que se inicie. Por ejemplo, podemos ver que en Lima se utiliza Facebook, Twitter, YouTube, Instagram, Pinteres, Snapchat, Vine. En otras zonas del Perú solo reina Facebook.
Las redes sociales de internet han ganado un claro espacio en las campañas electorales y la administración pública, con respectivas matices por realidad. Candidatos y autoridades saben que necesitan tener presencia en este escenario. Entonces se hace necesaria la pregunta ¿Cómo impactan las redes sociales en las personas? ¿Cuáles son los niveles de interactividad de los internautas? ¿Hasta qué punto se trata de algo real o una fachada?
La literatura académica arbitrada ha empezado a presentar diversas metodologías para comprender el fenómeno.
Desde el punto de vista de los actores – autoridades, candidatos, municipios y parlamentos – hasta el de los internautas; jóvenes, mujeres, adultos mayores. Entonces, está claro que las estrategias digitales se han profesionalizado. No basta estar por estar, tener una página de Facebook o cuentas en Twitter o YouTube, un grupo con 100 000 personas donde todos comparten de todo y solo se logra llegar a un 5%, mucho menos una incubadora de troll’s o una fábrica de memes.
Miremos como la socio-semiótica de la teoría política, teoría de mediatización y convergencia, análisis de contenido y demás nos dan luces de ese impacto en la participación política. De esta manera los candidatos han diseñado mejores fórmulas para realizar sus actividades proselitistas, generar de corriente de opinión, encontrar mayor adhesión a la propuesta política o realizar una conversación directa con los internautas. Y las autoridades con sus instituciones han mejorado la atención al ciudadano, apostando por una participación ciudadana digital y por ende mostrando mejores niveles de transparencia que tanto se necesita, sobre todo, en una coyuntura de corrupción como la nuestra.
Este es el mundo de las redes sociales en la política y como Dave Mc Clure, lo dijo, “No nos hemos vuelto adictos a la red, nosotros nos hemos convertido en la red”.