Por Edy Tirado
Para que el desarrollo sea cimentado en bases sólidas y no simple espejismo, este tiene que estar sustentado en elevar el potencial productivo y la calidad de los servicios que se posee, así en San Martín necesitamos mejorar nuestra agricultura, ganadería, piscicultura, agroindustria, forestación, turismo regional, nacional e internacional.
No hay que perder de vista las extraordinarias condiciones que nuestra región posee en potenciales turísticos que constituye una de las alternativas promisorias de nuestro departamento, los atractivos naturales y paisajísticos necesitan que se los ponga en valor. Sólo por citar un ejemplo tenemos el bajo Huallaga, zona olvidada, con muchas carencias, con niños con desnutrición crónicas en altos porcentajes, con jóvenes que con mucha dificultad acceden a centros de educación superior, pero sin embargo y contradictoriamente es una verdadera maravilla, lo mismo podemos afirmar del Alto Mayo y del Sur de la región.
Orgullosos estamos del aroma de nuestro café, de la calidad de nuestro cacao, sin embargo estos y el resto de productos que nos ofrece la fertilidad de nuestros suelos y la laboriosidad de nuestra gente, no son comercializados de tal manera que le generen ganancias a los productores agropecuarios, los campesinos están en situación de abandono, lamentablemente desde el Gobierno regional todavía no se han dado cuenta que se necesita generar sólidas y fluidas relaciones con los inversionistas de los diversos sectores, para que estos ingresen con sus capitales, claro está, se necesita además generar otras condiciones, como la seguridad.
Las inversiones que respeten nuestra biodiversidad y que generen trabajo y desarrollo es lo que necesitamos, pero para que se constituya en un círculo virtuoso hay que superar dos cosas fundamentales: la falta de infraestructura y la desorganización de los productores, respecto a la primera, sólo por citar el tema agrario no se cuenta con una óptima infraestructura de riego por ejemplo, y si a esto le sumamos una tecnología de cultivo incipiente nos convierte en no competitivos, esto se agrava al no contar con una política regional agraria que entre otras cosas garantice: análisis de suelos, que permitan conocer el nivel de fertilización, dosis y oportunidades de aplicación, en la actualidad cada agricultor aplica los productos que considera son los mejores y las cantidades que su sentido común le indican.
En lo que respecta a la segunda debilidad, la desorganización de los productores, esta les convierte en la parte más débil de la cadena productiva, estos generalmente sólo están organizados entorno a los servicios de riego, casi nunca se sientan con el Estado, ni con otros eslabones de la cadena productiva, como son los proveedores de insumos y servicios (molinos), entidades crediticias, para negociar, por ejemplo, tasas preferenciales de intereses o concertar precios de sus productos, etc.
Así que si queremos mejorar nuestra región, hay que generar competitividad regional con economías de escala, con un alto rendimiento y aprovechando nuestras potencialidades, hay integrar nuestras economías, haciendo los esfuerzos para generar un alto valor agregado que genere la ampliación de los niveles de empleo y de demanda, sólo así habremos superado este círculo vicioso por uno virtuoso que convierta a nuestra región es una región exportadora.