En el Perú, la brecha educativa continúa mostrando un rostro profundamente desigual y estructural. Según el reciente análisis elaborado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), un total de 7 millones 757 mil 954 peruanos mayores de 15 años no han culminado la educación básica. Esta cifra, que equivale a casi 8 millones de personas, revela una problemática que afecta de forma directa las oportunidades de desarrollo, el acceso al empleo formal y la calidad de vida de millones de familias. La situación es especialmente crítica en regiones como San Martín, donde el 41,2% de ciudadanos en edad adulta no terminó la escuela, ubicándose entre los departamentos con mayor retraso educativo del país.
El informe detalla que 3 millones 954 mil 774 personas no concluyeron la primaria, mientras que 3 millones 778 mil 776 dejaron inconclusa la secundaria. La vulnerabilidad es mayor en los sectores rurales, donde el 52,8% de la población adulta presenta rezagos escolares, frente al 27,1% de áreas urbanas. De acuerdo con el especialista en educación Jorge Eban, esta es una brecha que se arrastra por décadas y cuyo impacto se refleja directamente en la productividad laboral, el acceso a formación continua y la estabilidad económica: “A menor nivel educativo, la probabilidad del empleo informal crece, al igual que la precariedad y la desigualdad”, advierte.
Las regiones con mayor proporción de habitantes mayores de 15 años sin educación básica culminada son Huánuco (46,1%), Amazonas (45,7%), Pasco (45%), Cajamarca (39,5%), Ayacucho (38,2%) y San Martín (41,2%). En estas zonas, la pobreza, la dispersión geográfica y la falta histórica de infraestructura y servicios educativos han profundizado un círculo que se repite generación tras generación.
El documento del INEI refiere que el Centro de Educación Básica Alternativa (CEBA) es hoy la principal vía para retomar los estudios. Sin embargo, registra apenas 190 mil matriculados, lo que representa menos del 3% de la población que requiere completar su educación. Desde 1994, cuando el Estado instauró esta modalidad, la demanda ha sido sostenida pero la capacidad institucional no ha crecido al mismo ritmo. La falta de docentes, la limitada cobertura en zonas rurales y la escasez de presupuesto siguen siendo obstáculos permanentes.
Frente a este panorama, especialistas consultados coinciden en que el Estado debe priorizar políticas públicas que fortalezcan la educación de jóvenes y adultos, especialmente en regiones donde el rezago escolar supera el promedio nacional. Proponen ampliar horarios, integrar modalidades semipresenciales y digitales, mejorar la dotación docente y asegurar financiamiento estable para los CEBA, que hoy son la única alternativa accesible para miles de peruanos que buscan reinsertarse en el sistema educativo.
El caso de San Martín – donde más de 4 de cada 10 adultos no culminó la educación básica – evidencia la urgencia de medidas estructurales. La región, pese a su dinamismo económico y crecimiento poblacional, continúa registrando brechas que afectan de forma directa las posibilidades de empleo y desarrollo de sus habitantes. En un país que aspira a reducir desigualdades, cerrar la brecha educativa no es solo un desafío técnico: es un imperativo social impostergable.



