Y ya llega ese día en el que los enamorados juran amor eterno, los infieles se retuercen en sus coartadas y los solteros se debaten entre la nostalgia y la libertad. Un día de rosas rojas, chocolates con promesas y reservas en hoteles con sábanas sospechosamente arrugadas desde temprano.
San Valentín es la excusa perfecta para desempolvar los poemas baratos, los peluches gigantes y las cenas con velas, aunque el verdadero fuego lo encienda la duda: ¿seré el único o la única al que le dieron este mismo discurso? Porque el amor es hermoso, sí, pero también tiene más trampas que un hotel sin estacionamiento privado.
El amor: esa montaña rusa sin cinturón de seguridad
Dicen que el amor es ciego, pero en San Valentín también es sordo y mudo, porque muchos se hacen los que no oyen ni ven señales evidentes de que están en un triángulo amoroso. ¡Ah, qué bonito es el amor! Hasta que descubres que el mismo mensaje cursi que te mandaron a ti, también le llegó a otro número con un “mi cielo” distinto.
San Valentín es el día en que se multiplican las cenas románticas y los anillos de compromiso, pero también las excusas más creativas para desaparecer por unas horas:
-“Mi amor, el tráfico está terrible”.
-“Cariño, la reunión se alargó”
-“Vida, mi abuelita se enfermó… otra vez”.
Y es que hay quienes celebran este día con más de una persona. Claro, los poliamorosos lo hacen con orgullo, pero los infieles lo hacen con estrategia. De ahí que muchos reciban flores el 15 de febrero, cuando las florerías hagan descuento y los amantes repartan amor con horario escalonado.
El sexo en San Valentín: el verdadero lenguaje del amor
Hablemos claro: San Valentín es la Navidad del sexo. Se desempolvan los encajes, se estrenan lencerías y los hoteles cuelgan el cartel de “No hay habitaciones disponibles” desde el mediodía. Es un día en que el amor se grita, se gime y se susurra al oído con promesas que duran lo que dura el efecto de una botella de vino barato.
El menú del 14 de febrero incluye postre en la cama, con guarnición de besos desesperados y una pizca de “qué rico hueles” aunque sea puro perfume recién aplicado. Porque el amor entra por los ojos, pero el deseo entra por la nariz, la piel y las ganas acumuladas de meses de rutina.
Pero no todo es miel sobre hojuelas. También están los que compran condones el 14 y pruebas de embarazo el 28. Los que prometen “una noche inolvidable” y terminan durmiendo antes de la segunda copa. O los que se esfuerzan tanto por sorprender, que terminan con una contractura muscular en posiciones que ni el Kamasutra recomienda.
Los solteros: entre la burla y la reflexión
Y mientras las parejas se reparten globos con “Te amo” y hacen TikToks de besos melosos, los solteros observan con una mezcla de burla y satisfacción. Algunos prefieren el delicioso placer de no tener que preocuparse por citas forzadas ni regalos de último minuto. Porque, aceptémoslo, no todo el mundo está hecho para el amor.
Ser soltero en San Valentín tiene ventajas: cero estrés por elegir el regalo perfecto, ningún drama por olvidarse de la fecha y la libertad de cenar, ver una serie en Netflix o salir de fiesta, sin que nadie te cele hasta por un like en una foto en Facebook.
Eso sí, hay solteros que dicen estar bien, pero a las 11:59 pm están viendo fotos de su ex, revisando mensajes antiguos y preguntándose por qué nadie les mandó ni un “Feliz Día”. La soltería es una delicia… hasta que el algoritmo te bombardea con fotos de parejas felices y descuentos en cenas para dos.
El amor: dulce, amargo y con un toque de locura
San Valentín es una obra de teatro donde cada quien juega su papel. Están los protagonistas enamorados, los villanos infieles, los solteros espectadores y los extras que solo quieren acabar el día sin gastar un centavo. Es una fecha donde el amor se viste de gala, aunque detrás del telón haya secretos, excusas y una que otra traición digna de telenovela mexicana.
Pero no nos engañemos: el amor es una locura que vale la pena vivir. Con sus enredos, sus altibajos y sus momentos de placer fugaz o felicidad duradera. Porque, al final del día, lo importante no es solo a quién le regalas flores, sino quién sigue ahí cuando las flores se marchitan.
Y tú, ¿Cómo pasarás San Valentín? ¿Celebrarás con el amor verdadero o con el amante de turno?…Sin lugar a dudas, a veces Cupido dispara pero con bala prestada.