La política chicha que desangra la confianza ciudadana
Una vez más, la criollada y la improvisación hacen de la política peruana un terreno fértil para el fraude. Esta vez, bajo la fachada de un nuevo partido: Primero La Gente. Según una investigación de la Unidad de Investigación de Latina, dicha agrupación habría logrado su inscripción ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) recurriendo a una “fábrica de firmas falsas”, práctica que evidencia nuevamente los vicios de nuestro sistema partidario.
El informante, parte de esta estructura ilícita, reveló que se cobraban seis soles por cada ficha llena con datos obtenidos del Reniec. De 6.000 fichas entregadas al programa Punto Final, más de 4.000 aparecían inscritas como militantes del partido liderado por Miguel del Castillo, hijo del histórico aprista Jorge del Castillo. A su vez, decenas de supuestos afiliados confirmaron nunca haber firmado ni autorizado su incorporación.
El sistema actual de afiliación, lejos de impedir estos fraudes, parece haberlos incentivado. Con un modelo de fichas físicas que exige completar datos personales – nombre, dirección, huella dactilar – sin mecanismos sólidos de verificación ni penalidad efectiva, el proceso de inscripción partidaria sigue siendo una invitación abierta a la informalidad y el engaño.
En vez de corregir el modelo, el Congreso debilitó aún más la reforma política: La eterna improvisación política peruana.
El Congreso eliminó las primarias abiertas, mantuvo las firmas como único filtro y redujo las responsabilidades de los partidos en caso de fraude. ¿El resultado? Organizaciones de fachada que simulan legitimidad a costa de la confianza ciudadana.
Ante las revelaciones, los dirigentes de Primero La Gente han negado cualquier irregularidad. El personero Marco Zevallos se escudó en la validación de firmas por parte de Reniec, mientras que la precandidata presidencial Marisol Pérez Tello prometió sancionar internamente si se comprueba alguna falta. Sin embargo, más allá de las respuestas defensivas, el daño ya está hecho: otra vez los peruanos ven cómo la política se convierte en un negocio de oportunistas, carente de escrúpulos y transparencia.
Esta nueva crisis subraya la urgencia de fortalecer los filtros en las instituciones electorales, aplicar sanciones ejemplares a los responsables y replantear, de raíz, el proceso de formación de partidos políticos. De lo contrario, seguiremos atrapados en un bucle de desconfianza, criolladas y proyectos improvisados que solo profundizan el divorcio entre ciudadanía y política. Por: Beto Cabrera Marina.