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martes, junio 17, 2025
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Selecciones del Reader´s Digest

Por Willian Gallegos Arévalo

¿Qué lector no se ha emocionado al tener en sus manos un ejemplar de la popular revista norteamericana Selecciones del Reader´s Digest? Gracias a mi tío Víctor Hugo Arévalo Tenazoa esta pequeña revista, grande y sustantiva en contenido, llegaba mensualmente al fundo Progreso, en Chazuta, con sus parientes gigantes que eran LIFE en español, y Caretas; la segunda, de edición peruana.

Selecciones del Reader´s Digest (en español,·resumen del lector”) llegaría a ser parte indisoluble de nuestras vidas por la variedad de temas que publicaba, desde historias personales, dramas, historia, anécdotas, amenidades. Posiblemente la revista llegó a Chazuta en 1949 que casi coincide con la habilitación del campo de aterrizaje del pueblo y cuando desde hacía poco el mágico pueblo de Chazuta ya contaba con un servicio telefónico que le ponía en contacto con todo el mundo. [Recordarán mi artículo publicado en VOCES: ¡Qué pasa en Lima, Carajo!].

Los editores de la revista diseñaron una estrategia para que esta publicación se convierta por muchas décadas en la ventana del mundo y que nos informaba de los adelantos de la tecnología; un día, por ejemplo, publicó un artículo que informaba sobre el principio básico que daría origen al invento de la televisión y que nosotros nos preguntamos en ese momento ¿y cómo se come eso? Y puedo decir con orgullo, que esta revista influyó bastante en mi formación y el modesto conocimiento que tengo, pues en sus páginas

encontrábamos enseñanzas, todas ellas expuestas con sencillez y claridad. La revista nos transportaba hacia latitudes inimaginables, nos describía la belleza de las auroras boreales, y sus secciones extraordinarias como Drama de la vida real, Mi personaje inolvidable, Instantáneas personales, Apuntes de todas partes, Temas de reflexión, Humorismo militar, Sección de libros, etc., eran soberbias.

Lo que hizo que la revista sea una publicación maravillosa fue la calidad de los temas. Alguien dijo alguna vez que una vez que se comenzaba a leer cualquier artículo era imposible dejarlo porque abría el interés del lector y el texto cumplía con su finalidad porque lograba su propósito: instruir, comunicar, motivar, enseñar. Si nuestros políticos de hoy hubieran leído los artículos de la revista, sus niveles de desempeño no serían lamentables y tristes.

Si todos los temas tratados en su Sección de Libros eran extraordinarios, me quedo con “Doña Rosita”; “Los robinsones del Lago Solitario”, “Más allá de la fama y la fortuna”, “El capitán Dreyfus: un caso de histeria colectiva”, “Autografía de Benjamín Franklin”, “Biografía de Tomás Alva Edinson” y otros. Por motivos de seguridad en casa hemos dejado de prestar libros, especialmente Selecciones del Reader´s Digest; y tenemos ejemplares desde 1940 que son joyas de más valor que un Rolex de Dina Boluarte “La Usurpadora”. En mis momentos de soledad y frustración -especialmente cuando los políticos se hacen los sordos– recurro a leer los artículos, especialmente los que me conmovieron desde que tenía siete años, antes que ese primer amor llegara a mi vida. (Comunicando Bosque y Cultura).

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