«Matar cuando una vida se ha perdido no es justicia, es venganza». Desmond Tutu.
En los últimos días, se ha registrado en el país estremecedores casos de abuso sexual y feminicidio. Los casos más terribles son los de la mujer que trabajó como empadronadora durante el censo nacional y fue violada por el hombre que iba a encuestar. Asimismo, el caso de la bebé de apenas 2 meses de nacida que fue abusada sexualmente por su padre, en la ciudad de Huaraz.
Ante los graves hechos diversos grupos en las redes sociales han pedido los castigos más severos para los agresores, así como la pena de muerte, la cual es inconstitucional en el Perú; sin embargo, la congresista de Peruanos Por el Kambio y presidenta interina de la Comisión de la Mujer del Congreso, Janet Sánchez, informó que se está buscando la forma para hacer viable la pena de muerte para violadores de niños en el país.
La congresista de PPK Janet Sánchez sostuvo que quienes abusan sexualmente de un menor indefenso no merecen vivir y que es necesario promover iniciativas que contribuyan a castigar con la máxima sanción actos tan condenables, así el Perú tenga firmado tratados en pro de los derechos humanos.
Particularmente me afilio al sector que piensa que legalizar la pena de muerte no representa la solución para problemas de ningún tipo, y es que el sentido común indica que la violencia engendra más violencia; ha, pero para más de uno, la lógica es apoyar la pena de muerte porque las mayorías lo respaldan, y quien ha dicho que las mayorías no se equivocan, o nos olvidamos que a Cristo, a Sócrates, a los apóstoles y a tantos otros, los ejecutaron en medio de algarabía y respaldo popular. Que haremos entonces con el inocente ejecutado.
La pena de muerte es una violación de un derecho humano fundamental, el derecho a la vida y es el exponente máximo de pena cruel, inhumana y degradante, adopte la forma que adopte. La pena de muerte no ataca la raíz del problema, no incide en las causas que permiten que anide y desarrolle el crimen, es, aunque no parezca, una medida efectista pero periférica, es la renuncia de la civilización a buscar soluciones sensatas y de fondo a los desafíos de la criminalidad. Es como el que se suicida, que en el fondo, abandona el campo de batalla sin luchar.
Coincido con la congresista Marisa Glave que al respecto ha señalado que la mejor solución es la “educación en libertad”, así como el inculcar el respeto. “Necesitamos educación en libertad y respeto a las mujeres”, a esto tenemos que agregarle que necesitamos reducir las brechas sociales, humanizar la economía y socializar los servicios públicos.
En candado legal para nuestro país no regrese a la barbarie de abrazar la pena de muerte lo tenemos en el Pacto de San José de Costa Rica que el Perú firmó en 1981, el cual nos comprometimos como país a defender los derechos humanos fundamentales de la persona, entre los cuales se encuentre el derecho a la vida: “Artículo 4: Toda persona tiene derecho a que se respete su vida, este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente. (…) No se reestablecerá la pena de muerte en Estados que la hayan abolido”
Finalmente algunos justifican su adhesión a la pena muerte basados en la frase bíblica: ‘Ojo por ojo, diente por diente’, al respecto me quedo con la frase del gran Gandhi cuando sentenció: «Ojo por ojo y el mundo quedará ciego».