Por Willian Gallegos Arévalo
En todos los niveles de gobierno es como si viviéramos escenarios de ficción. Ninguno hace lo que le corresponde hacer. Es una especie de alucinación que parecieran estar transitando los mejores caminos, pero que, en el fondo, los están destruyendo. Y si esto continúa así, dentro de cinco años ya no vamos a ser una región competitiva mientras expresiones como “¡vamos por más!” seguirán escribiendo los ´fans´ en las redes, aunque, de repente, tienen el ´derecho´ de hacerlo; total, puede ser una forma de reciprocidad –para decirlo de manera elegante–.
Sin embargo, lo que preocupa a todos son los silencios ante el sinfín de propuestas que llegan a todos los que presiden o dirigen los diferentes niveles de gobierno, que no tienen otra finalidad que ayudar, cooperar, hacer las cosas diferentes y mejores. Porque no se trata de inventar la pólvora, sino de que quienes dirigen los procesos políticos están en los lugares donde se encuentran no porque nos están haciendo un favor, sino que ellos lo buscaron y nosotros, como parte del juego democrático, les pusimos en esos lugares para que impulsen los cambios y que hagan la diferencia. Y estas autoridades están perdiendo las oportunidades por dirigir una región única. Pero como lo dijimos en artículos anteriores: la están destruyendo ante nuestra propia indiferencia.
Existe toda una parafernalia de normas referentes a promover la competitividad en todos los aspectos para alcanzar niveles de desarrollo que se centran solo en lo económico, en el rendimiento y en el crecimiento económico, olvidándose del aspecto social (educación y salud) y cultural, que es el desarrollo. Para alcanzar niveles de progreso y desarrollo las autoridades deberán implementar las estrategias para tener mejores niveles de vida que es lo que al final importa. Deben tener bien claro los conceptos del bien común y el bienestar general de la gente dentro del criterio general de que gobiernan para servir, hacer feliz a la gente. Dentro de estos aspectos, se alcanzó propuestas al gobernador regional, don Walter Grundel Jiménez, y a la alcaldesa provincial de San Martín, Lluni Perea Pinedo. Sin embargo, los silencios son ominosos, irrespetuosos, desconsiderados.
Se necesita que quienes dirigen política y administrativamente nuestra región y los territorios, cambien sus estilos de gobernar, o entender lo que significa el término “gobernar”. Si entendieran, tendrían más apertura hacia la gente y sus intereses dentro del concepto de lo que significa el “gobierno abierto”, y su implementación es casi una obligación de nuestro país dentro del marco y compromisos ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). ¿Y dónde queda el tema de la gobernanza? ¿Solo para el discurso? Bueno, de repente nuestros gobernantes no son los culpables. Pero en cualquier situación, no están haciendo lo que los ciudadanos esperan que hagan: transitar hacia la felicidad de la comunidad. (Comunicando Bosque y Cultura).