En los discursos, San Martín es orgullo nacional: cataratas majestuosas, reservas naturales, pueblos con historia, una gastronomía que conquista paladares, y una ubicación estratégica que la convierte en la puerta de entrada a la Amazonía. Pero en la práctica, cuando se trata de inversión pública para fortalecer el turismo, la región simplemente no existe.
Según un análisis elaborado por este medio con datos oficiales del Ministerio de Economía y Finanzas, en los últimos diez años (2015–2024), el Gobierno Regional de San Martín solo ha recibido S/ 9’197,388 para proyectos de inversión vinculados al sector turismo. En contraste, Amazonas ha recibido S/ 255.7 millones, y Loreto, S/ 233 millones. Las diferencias no solo son groseras, son alarmantes: Amazonas ha captado 2,680% más recursos que San Martín, y Loreto, 2,434% más.
El ranking es claro:
1 Amazonas: S/ 255,7 millones (46.35% del total regional selva)
2 Loreto: S/ 233 millones (42.25%)
3 Ucayali: S/ 47.6 millones (8.63%)
4 San Martín: apenas el 1.67%
5 Madre de Dios y Huánuco, juntos, no llegan al 1.1%
Una región turística sin inversión
Las cifras resultan más indignantes si se considera que San Martín es una de las regiones amazónicas con mayor conectividad, seguridad y servicios básicos, condiciones indispensables para atraer turistas. Tarapoto se ha consolidado como un hub aéreo, pero ni siquiera eso ha sido suficiente para despertar el interés del gobierno central o del propio gobierno regional por fortalecer la inversión turística.
Mientras Loreto ha ejecutado megaproyectos en Iquitos, y Amazonas promueve el teleférico de Kuélap (antes de su colapso), en San Martín se cuenta con los dedos de una mano los proyectos de envergadura turística financiados en la última década.
¿Qué se ha hecho realmente con esos escasos S/9 millones en diez años? ¿Dónde están los circuitos turísticos articulados, las rutas temáticas, la infraestructura para comunidades rurales que viven del turismo vivencial?
Turismo y naturaleza: una ecuación ignorada
La naturaleza es el principal activo de San Martín. Y sin naturaleza, no hay turismo posible. Pero ese valor estratégico no se traduce en políticas públicas concretas. Cada año, se pierden hectáreas de bosques por actividades ilegales. Los ríos se contaminan. Las áreas protegidas son abandonadas. Y, aun así, el Estado sigue negándole a San Martín los recursos para proteger y poner en valor lo que tiene.
En 2023, por ejemplo, Loreto recibió S/46.7 millones y Amazonas, S/59 millones solo en ese año. San Martín, en cambio, obtuvo apenas S/407 mil. Una cifra que no alcanza ni para construir una oficina de turismo moderna en una capital de provincia.
¿Y el Gobierno?
La responsabilidad es del gobierno nacional, regional y de las 10 Municipalidades y 78 distritales y de nosotros mismos como ciudadanía por que aun nos falta conocer nuestra historia, nuestras tradiciones, fomentar y crear respeto por la flora y la fauna, prepáranos de verdad. Las cifras muestran que no se trata solo de discriminación centralista, hay también una incapacidad local para plantear y sustentar proyectos de calidad que accedan a mayores fondos.
Mientras otras regiones aprovechan el boom del turismo de naturaleza, San Martín sigue atrapada entre promesas y anuncios sin resultados. No hay plan, ni articulación real con los municipios y comunidades nativas.
Una oportunidad perdida, pero aún posible
San Martín lo tiene todo para ser una potencia turística sostenible. Pero necesita planificación, inversión y voluntad política. Necesita que el Estado vea en la Amazonía no solo un territorio de conservación, sino un espacio de oportunidades reales. Y necesita, sobre todo, que sus propias autoridades despierten.
Porque el turismo no se improvisa. Se construye con inversión pública, alianzas privadas y respeto por la naturaleza. Y eso, lamentablemente, sigue siendo una deuda pendiente.
Para tener una versión desde el gobierno regional, VOCES entrevistó al Director Regional de Turismo de San Martín.
El turismo en San Martín dejará de ser promesa para convertirse en política pública con enfoque territorial y mirada sostenible.
“Ahora sí, los proyectos turísticos no solo estarán en papel: tenemos una hoja de ruta al 2030”
Durante años, el turismo en San Martín es un potencial dormido: discursos grandilocuentes, ferias de ocasión y planes que no pasaban del PowerPoint. Mientras miles de visitantes recorrían la región en busca de naturaleza, cultura y aventura, seguíamos sin responder a preguntas básicas: ¿qué rutas impulsar?, ¿cómo articular al sector privado?, ¿quién invierte y para qué? Hoy, esa historia empieza a cambiar. Wilmer Salas Ruiz, gerente regional de Comercio Exterior y Turismo, asegura que por primera vez se ha construido un portafolio serio de inversiones, con expedientes, financiamiento y enfoque de desarrollo territorial. En esta entrevista, habla de lo avanzado, los retos pendientes y el horizonte que plantea declarar al 2025 como el “Año del Turismo” en San Martín.
El gobierno regional de San Martín ha declarado el 2025 como el «Año del Turismo», pero la frase podría sonar a eslogan vacío si no estuviera respaldada por un giro en la gestión pública. Durante décadas, la región careció de planificación turística real: no había proyectos concretos, ni inversión articulada ni promoción sostenida. Hoy, las cosas empiezan a cambiar. Salas Ruiz, sostiene que por primera vez se está ejecutando un portafolio con expedientes técnicos y presupuestos claros. En esta entrevista, explica cómo se ha iniciado la transformación, qué tipo de inversiones se priorizan y cómo se busca articular al sector privado, los gobiernos locales y el Estado central para potenciar la cadena turística con enfoque de sostenibilidad.
Durante años el turismo fue un sector con mucho discurso, pero sin proyectos concretos. ¿Qué ha cambiado?
Lo que ha cambiado es que por primera vez tenemos un portafolio real de inversiones. Antes hablábamos de turismo, pero no teníamos nada estructurado, ni expedientes ni presupuestos. Ahora contamos con más de veinte proyectos en distintos niveles de avance: desde infraestructura básica hasta rutas integradas y espacios de interpretación. Y eso no se logra de un día para otro. Ha sido un trabajo técnico, de planificación y articulación multisectorial. El turismo dejó de ser solo una “actividad cultural” y pasó a tener un enfoque de desarrollo económico regional.
¿A qué tipo de proyectos se refiere exactamente? ¿Podemos hablar de un modelo turístico para San Martín?
Sí, se está trabajando un modelo regional con enfoque de sostenibilidad. Por ejemplo, ya está aprobado y financiado el proyecto del corredor turístico del Alto Mayo, que va desde Moyobamba hasta Nueva Cajamarca, pasando por destinos como Tingana y la naciente del Tioyacu. También hay intervenciones en el Bajo Huallaga, en la ruta Tarapoto – Lamas – Chazuta, hay inversión en conectividad: estamos rehabilitando el embarcadero turístico de Chazuta, en el sur tenemos para trabajar la propuesta del Abiseo y Huayabamba La idea es desarrollar nodos turísticos articulados entre sí, que generen impacto económico local y respeten el entorno.
Pero muchos de estos destinos aún tienen problemas básicos: accesos en mal estado, señalización deficiente, escasa oferta formal. ¿Cómo enfrentar esas brechas?
Esas brechas existen y son una prioridad. Por eso hemos trabajado con el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) para apalancar financiamiento y asistencia técnica. Un ejemplo es el Plan Regional de Desarrollo Turístico (Predetur), que está en etapa de consulta y ha sido validado en todas las provincias. El plan establece una hoja de ruta hasta 2030. También estamos implementando un observatorio turístico regional, para tener datos reales sobre flujos, capacidades y servicios. La información es clave para cerrar brechas de forma inteligente.

¿Y cuál es el rol del sector privado en este proceso? ¿Hay confianza en que el Estado cumpla su parte?
Esa confianza se construye mostrando resultados. Cuando el sector privado ve que el Estado ya no solo promete, sino que ejecuta, empieza a comprometerse. Hemos logrado que más empresarios participen en las mesas técnicas, en las ferias regionales, en los procesos de promoción y capacitación. También estamos coordinando con los gobiernos locales para facilitar inversiones, eliminar trabas burocráticas y mejorar la calidad de los servicios. El turismo es una cadena: si un eslabón falla, todo el sistema se resiente.
San Martín tiene una enorme riqueza natural y cultural, pero también desafíos en conservación ambiental. ¿Cómo se equilibra la promoción turística con la protección del entorno?
Ese equilibrio es el corazón de nuestra política. No apostamos por un turismo masivo, sino por uno responsable. Por eso trabajamos con las comunidades, las áreas naturales protegidas, y los comités de gestión ambiental. En lugares como Tingana, la laguna azul o los miradores del huallaga, estamos implementando protocolos de manejo de visitantes, infraestructura ecoeficiente y vigilancia participativa. También buscamos que los ingresos del turismo beneficien directamente a las poblaciones locales. Sin conservación, no hay turismo posible.
¿Qué mensaje le daría al viajero que aún no conoce San Martín?
Le diría que San Martín no es solo Tarapoto ni Laguna Azul. Somos selva alta y selva baja, somos ríos, montañas, café, cacao, cultura quechua-lamista, legado en Chazuta y Awajún. El 2025 no es solo un año simbólico: es el punto de partida para convertirnos en un destino turístico sostenible, competitivo y vivo.