Espacio de encuentro
Por: Teodomiro Chinguel Santos
Hace un tiempo atrás un alcalde peculiar, no tuvo mejor idea que adornar la plaza de armas de su distrito con un ave carroñero, un gallinazo de bronce con alas abiertas que alzó sobre la cascada de agua de la plaza mayor. Como era el apodo más conocido del alcalde, creyó que en su emblemática obra, debía coronar su gestión mandando a hacer un triste ilustre animal con el que habría terminado por aceptar con todas sus connotaciones. Pasó el tiempo y el ave siguió alada en su eterno vuelvo, muchos se preguntarían al pasar del por qué del gallinazo era el símbolo de la ciudad, a lo que alguien respondía, es el alcalde. Pero ¿Qué gusto artístico tienen nuestros alcaldes? ¿Qué es el arte para nuestros alcaldes? ¿Se puede educar en el arte y en el gusto en nuestra población?
Fijarse en un detalle como esta anécdota puede parecer frívolo, pero en otros casos en mas grotesco en cuanto a como se deciden las obras públicas sin un gusto por la estética, sobre los espacios urbanos y rurales. ¿Quién decide qué poner sobre un pedestal y dónde en una obra pública? No es a quién va dedicado el monumento, si no a quien se lo encargan. Todo debe ser parte de la reflexión sobre el gusto y en qué forma incide estas en el diseño urbano y rural y su funcionalidad sobre nuestros ciudadanos. “Y está más que comprobado que no tienen el gusto formado, salvo excepciones. Así como se cuenta con un equipo técnico en el manejo de la cuestión pública y municipal, también debería haber al menos un equipo de profesionales o entes relacionados al arte que hagan su trabajo los artistas, por que lo peor que le puede pasar a un alcalde es hacer del parque o plaza, el salón de su casa”.
El arte y el gusto se pueden educar. La educación del gusto comienza en el colegio, donde tradicionalmente se trata de entender el concepto de arte clásico, realista, y mas frecuentemente, se hace un muestreo de los ideales artísticos por excelencia. Este conocimiento debe estar basado en la presentación de libros, música, presentaciones teatrales, visita de galerías y lecturas de revistas. Desafortunadamente nada de esto ocurre en los colegios actuales. La razón es que la Currícula educativa, está orientada a solo ver biografías, que es necesario pero no lo principal, conocer las imágenes, los ruidos, los sonidos de la música, vivir una experiencia palpable de los logros del pasado como disfrute del presente, solo así se podrá ir formando los gustos con un criterio amplio. Descubrir con los estudiantes que el ser humano siempre tendrá esa necesidad de disfrutar de aquello que es bonito y bello, que hay en el alma de cada uno ese deseo, ese goce que nos eleva y ennoblece, eso que otros llaman cultivo del espíritu.
Frase mal entendida “primero lo nuestro, lo de afuera después”, esta más referida a la alienación cultural, puesto que lo nuestro comparado con el arte de afuera, nosotros estamos en pañales. Debemos aprender lo bueno y lo mejor para luego interiorizar lo nuestro y sacar el arte nuevo y original. Sumado a esto esta la “falta de criterio para organizar talleres, hacer del arte algo cotidiano y tangible en nuestras vidas y escuelas, no solo es la danza y el baile”.
Para determinar que es arte es bueno o de calidad y diferenciar de lo superfluo, es difícil, pero sin embargo es posible hacer una aproximación. Un juicio objetivo del arte tiene validez universal, mientras que el subjetivo solo es válido para el sujeto. Según Kant, siempre “los juicios referidos al arte en general son relativos, por que son cuestiones de gusto y no de reglas. Esta relatividad del gusto, no es caos estético o hacer lo que me da en gana, si no que debe ser entendida en la apertura de la conciencia de nuevas corrientes artísticas, que antecedieron y que reaparecen como innovación, y es a su vez, reconocimiento de la libertad creativa”.
Estoy convencido de que si no entendemos “el rol fundamental que cumple el arte, la cultura en el desarrollo de las personas y las sociedades, especialmente en el papel que tienen en la construcción de la democracia, en la reafirmación de los derechos humanos, sobre la belleza, la verdad en el logro de una sociedad con desarrollo sostenible”, estaremos condenados a vivir en la inercia, en la cultura de lo grotesco, de vacio existencial, sin ideales y valores que nos eleven como seres humanos.