En la comunidad nativa del Wayku, considerada capital de la nación kechwa en la región San Martín, se consolida un símbolo de identidad y continuidad cultural: el tambo comunitario. Esta edificación ancestral, que en época prehispánica funcionó como albergue, centro de acopio y espacio de encuentro, hoy recupera vigencia gracias al trabajo conjunto de la comunidad y la academia, convirtiéndose en un eje clave para la educación intercultural, la arquitectura biocultural y el turismo sostenible.
Para las comunidades kechwas, el tambo no es solo una construcción, sino un espacio social y cultural donde se fortalecen los lazos comunitarios, se intercambian productos y se transmiten saberes. Construido con materiales del bosque, como maderas locales y hojas de palmera, y mediante técnicas heredadas de generación en generación, refleja una relación armónica con el territorio y el entorno natural.

La construcción del tambo comunitario en el Wayku representa un acto de resistencia cultural y, al mismo tiempo, una oportunidad formativa. Las familias participantes recuperan conocimientos que habían sido desplazados por el uso de materiales industrializados y modelos arquitectónicos ajenos al contexto rural. Este proceso es acompañado por docentes de la Universidad Nacional de San Martín (UNSM): Karina Rengifo Masía y Carlos Omar Oquendo Ramírez, de la Escuela Profesional de Arquitectura, y Tomás Cotrina Trigozo, de la Escuela Profesional de Turismo.
El proyecto, denominado “Tantanakuna Wasi” (casa del encuentro), se desarrolla en el marco de la Responsabilidad Social Universitaria, con el respaldo del Consejo Étnico de los Pueblos Indígenas Kechwas de la Amazonía Peruana (CEPKA), que aportó el terreno y la mano de obra comunal en el contexto de su 23 aniversario institucional. Esta experiencia funciona como un laboratorio vivo de aprendizaje, donde estudiantes y docentes interactúan con maestros constructores locales, comprendiendo no solo las técnicas, sino también la cosmovisión kechwa que sustenta cada decisión constructiva.
Las técnicas ancestrales empleadas responden a una lógica de sostenibilidad natural. Las columnas de madera (shuncos) brindan estabilidad estructural, mientras que los techos de hojas de palmera poloponta permiten canalizar la lluvia y aislar el calor. Cada elemento forma parte de un sistema coherente, resultado de siglos de observación del entorno, que hoy ofrece referencias valiosas para una arquitectura ecológica y culturalmente pertinente.

Más allá de su valor constructivo, los tambos son espacios vivos que hoy cobran protagonismo en las actividades de animación turística sociocultural. En ellos se desarrollan talleres de artesanía, demostraciones de gastronomía tradicional, encuentros musicales, rituales de agradecimiento a la tierra y espacios de diálogo entre pobladores y visitantes, fortaleciendo la protección del patrimonio cultural inmaterial del Wayku.
Desde el enfoque turístico, el tambo permite experiencias auténticas de turismo vivencial, donde el visitante participa activamente, se fomenta el respeto cultural y se garantiza la redistribución de beneficios económicos dentro de la comunidad, evitando la folklorización de la cultura kechwa.

La construcción de este tambo genera además un impacto social positivo, al promover la cooperación intergeneracional entre jóvenes, sabios locales, líderes comunales y universitarios. Los jóvenes redescubren el valor de su herencia cultural, mientras que la universidad fortalece proyectos de extensión con impacto real y sostenible.
En un contexto de crisis ambiental global, la arquitectura ancestral del Wayku se presenta como una fuente de soluciones sostenibles. El tambo comunitario no solo es un refugio físico, sino un puente entre el pasado y el futuro, una muestra de que el patrimonio cultural se mantiene vivo cuando comunidad, academia y turismo trabajan de manera articulada.
Por Tomas Cotrina



