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sábado, febrero 15, 2025
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Tecnología que obnubila

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Albert Einsten avizoró que la tecnología volverá a la gente idiota. Nadie puede afirmar que la tecnología es mala. ¿Es que la humanidad no está preparada para convivir con el nivel de avance de la tecnología? Los procesos tecnológicos son rápidos que dan rápidos resultados y encuentra a los seres humanos desfasados: Pocos van al ritmo de la tecnología, otro grupo trata de alcanzarla y la gran masa está viviendo el sueño de los pajaritos multicolores.

La tecnología electrónica y la cibernética son las que están revolucionando los comportamientos humanos. Primero las computadoras, las tablets, los correos electrónicos, las redes sociales, los equipos móviles. La gran mayoría simplemente no maneja estos equipos, vive porque algunas aisladas moléculas de oxígeno llegan a sus narices, porque los rayos del candente sol que pasa en bruto por el agujero negro acelera la fotosíntesis de las plantas, porque las aguas putrefactas por los cientos de desagües que caen de las urbes desordenadas al menos alcanzan para saciar la sed y bañarse, porque los pocos suelos aún producen algunos alimentos aunque intoxicados con agroquímicos. Son los jóvenes, los púberes y más aún los niños, los que captan con facilidad los manejos casi complicados de los equipos electrónicos. Parecería que los niños ya nacen conociendo el manejo de éstos aparatos.

Aquí radica el problema. ¿Puede ser problema que el niño maneje con facilidad estos equipos? El problema no está en el manejo en sí. Sino, el niño, por su propio instinto de conocer más, de investigar, se concentra en el manejo que pierde la oportunidad de desarrollarse como niño: Jugar, hablar con papá y mamá, comer, correr, saltar. Por mirar la pantalla, el niño no pone en práctica el desarrollo psicomotor, como lo hace un niño en condiciones normales y naturales. Si a toda esta realidad le agregamos la facilidad que tiene el niño de observar películas pornográficas, de comunicarse con delincuentes, el problema se hace aún mayúsculo. Pero, el niño normal de casa, al que el padre le compra una tablet como regalo de navidad, un equipo celular digital con internet, el que nos asombra con sus diarias indagaciones virtuales, es el que siendo niño, no se desarrolla como niño. Los padres se sienten orgullosos de los avances intelectuales. Los padres desconocen que el niño mira en la televisión telenovelas, programas vespertinos considerados como chatarras, que hacen grabaciones pornográficas con sus resabidas amiguitas, que hablan solo de besitos de tal o cual compañerito (a), que tal o cual está enamorado de su amiguita, etc. Por su parte, el papá está ocupado en el trabajo, con las eventuales amiguitas. La mamá ocupada en las telenovelas y en los karaokes. Los niños se entretienen en un alto porcentaje del tiempo en situaciones virtuales, solo o con sus acompañantes; entonces, los padres por allí y los hijos por aquí, cada cual en estaciones diferentes, con sus respectivas ocupaciones.

¿Los niños entretenidos en estas ocupaciones virtuales ya saben leer correctamente? ¿Escriben muy bien? ¿Saludan a las personas mayores? ¿Son respetuosas con otras? ¿Son abrazadas, acariciadas por los progenitores? ¿Las niñitas juegan con sus muñequitas, con las ollitas? ¿Los niñitos juegan con los caballitos, los soldaditos? En la mayoría de las veces, los niños no han tocado físicamente estos objetos infantiles. Los conocen, pero, virtualmente, en la televisión, en la computadora, en la Tablet o en el celular. Padres ¿Qué estamos formando? ¿Robots sin alma? ¿Autómatas violentas? El ser humano no solo es físico, es inteligencia y sobre todo, es alma, amor, Espíritu. No nos esforcemos en enceguecernos de la realidad humana. Humanicemos la humanidad. La tecnología no debe obnubilar a la persona. El ser humano como parte de la naturaleza es la tecnología perfecta que no obnubila al Señor, sino se siente dichoso de su magnífica criatura.

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