La televisión, masivo medio de comunicación con preponderante influencia en la vida del ser humano contemporáneo y probablemente en el del futuro, con variables; obedece en la actualidad a un estilo de vida, a una tendencia, reflejo de una etapa global, con mega problemas sociales, económicos y culturales marcados por una decadencia generalizada, con ausencia de valores, creatividad, e innovación; inunda los horarios de mayor cobertura con programas vacíos, carentes de contenido, y nada edificantes, con desprecio al ser humano realizado o edificado; idealizando estereotipos superficiales y dañinos para un adecuado desarrollo mental y espiritual, sin importar que tan indigna pueda mostrarse una persona, y cuando daño acarree al publico que lo consume, que en su mayor porcentaje es juvenil.
El consumo y asimilación del producto televisivo o la no muy adecuadamente llamada “televisión basura”, basado en el principio de máxima audiencia y rating, sin importar como, manipula a la teleaudiencia masiva, quien marca preferencia por la “televisión toxica”, alejándose de los programas con contenido cultural, formativo, e informativo.
La anteriormente llamada pantalla chica ha tomado una dimensión distinta a sus inicios, de entretenimiento sano, familiar e informativo, transformandose en una suerte de fuente de “morbo” permanente, ficticio, vulgar, amoral y soez. Se enerva y se alienta el sexo irresponsable como meta, sin parámetros, y se hace apología de la homosexualidad y la promiscuidad.
Un factor peligroso de esta forma de hacer televisión, es que sus servicios ofertados a los intereses corporativos, políticos y comerciales, que la mantienen en su posición privilegiada, de ineficaz educador de masas.
Niños y adolescentes vulnerables construyen su identidad según patrones y modelos de vida conflictivos creados y vendidos como mercancía barata: sexo, escándalos y violencia en horarios no permitidos. Con una buena dosis de hipocresía…
“Homo Videns…”
Esta expresión del psiquiatra español Enrique Rojas, en su obra “El hombre Light, una vida sin valores” subraya la nueva forma de percibir la televisión, donde el mecanismo de cambiar de canales permanentemente, representa un entretenimiento, resultando ser un entretenimiento dentro del entretenimiento, un elemento que genera una suerte de retroalimentación.
La nueva forma de mirar TV, empuja a una nueva forma de producir, donde la rapidez, la falta de profundidad y la liviandad conceptual, exacerba la necesidad de cambio permanente sobre lo percibido. La nueva forma de percibir genera un estar en todas partes y en ningún lado al mismo tiempo, significa también un interés por todo y por nada, pasando de una película a un programa de espectáculos, de un “reallity Show” a un debate político, de una telenovela a un noticiero, todo junto en el instante sin poder profundizar en nada, por la rapidez de los visto, y por lo insustancial de su contenido.
Si bien es cierto que este es un estudio del fenómeno en España, en Perú la realidad mediática merece un análisis a partir de los noventa, momento en el que surgen nuevos personajes, mediáticos, acordes al proceso “defacto” y que conformaron la parrilla de una nueva cultura de la información al compás de la nueva política; consistente en la desaparición del Estado Democrático, el soborno a los medios de comunicación, como a la venta improvisada de los servicios públicos. La difusión saturante, fue usada como método sistemático para crear aceptación forzada de la corrupción política e institucional. El fujimontesinismo tuvo, de una manera particular, acción determinante en este proceso al abrir las compuertas de par en par, a la que me permito llamar, la “Prensa Toxica” ingresándose de lleno en la decadencia de los medios de comunicación, y al cambio en la forma de mirar televisión de los televidentes, la causa mas obvia de esta decadencia, fue la corrupción; la sociedad manipulada ayudó a lograr lo que hoy en día es la televisión actual, ingresaron y se posicionaron los Reallity Show o info-shows o infortaculos mezcla de información con el espectáculo y “ entretenimiento”, que desempeñaban un papel psicosocial que difuminaba la realidad peruana…