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El presidente Pedro Pablo Kuczynski anunció, en octubre, que “el SNIP está muerto”, y que en dos meses deberían presentar el nuevo esquema para “acelerar” y mejorar la inversión pública, lo que significa que en diciembre deberíamos tener, por lo menos, un avance de la reforma que sustituya o “mejore” el actual Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP).

Al SNIP se le puede adjudicar muchos calificativos: complicado, lento y excesivamente burocrático, pero surgió con la finalidad de que el gasto público sea más eficiente. Es decir, los proyectos deben garantizar, antes de su ejecución, que tienen relación con las políticas sectoriales y que sus costos están en proporción con el beneficio que brindarán a la comunidad. El SNIP logró generar una cartera de proyectos más confiables y eliminó la costumbre –habitual antes de su implementación– de comenzar la ejecución de proyectos sin estudios previos y sin conocimiento cabal de los costos y su sostenibilidad.

Sin embargo, al ser un sistema conducido por personas y que puede ser politizado, no es infalible. Ejemplos: La construcción de la Carretera Interoceánica Sur se inició sin una evaluación minuciosa de la ingeniería del proyecto, como resultado terminó costando aproximadamente US$2.000 millones, casi el doble de lo presupuestado originalmente; se utilizó casi S/150 millones en la remodelación del aeropuerto “Cap. FAP Renán Elías” de Pisco, actualmente solo lo utilizan aviones pequeños de poca potencia, que sobrevuelan las Líneas de Nazca, pues no tiene demanda para vuelos comerciales. [Fuente: Diario El Comercio].

La rigurosidad de la evaluación y, en muchos casos, lentitud de los especialistas que evalúan la viabilidad de los proyectos, no es el problema; el cuello de botella para la inversión radica en la priorización que hace el MEF para asignar fondos según la disponibilidad de recursos y su interpretación de lo que es más importante. La mayor inversión se hace en infraestructura (no solo por el alto costo de las obras) debido a que, a nivel nacional, los gobiernos locales y regionales priorizan la ejecución de obras, dejando en segundo plano los proyectos dirigidos al sector agropecuario y los proyectos ambientales.

Se menciona que existirá una descentralización del nuevo SNIP para acelerar la ejecución de la inversión pública, reducir la cantidad de trámites y facilitar que los gobiernos locales y regionales puedan planificar y controlar recursos, sin que esto signifique un libertinaje para levantar monumentos sin sentido como el parque del árbitro en Tumbes y el monumento a la maca en Junín.

La instalación de un nuevo sistema de inversión pública no debería, obligatoriamente, elevar el número de funcionarios en las regiones y municipios; todo lo contrario, deberían reducir las instancias de evaluación sin afectar la exigencia ni calidad de los proyectos, y simplificar el proceso para desburocratizar el largo, tedioso y, muchas veces, casi inexpugnable camino hacia la asignación de fondos.