Por Karina Roncal Alva
Hace poco estuve en el spa, no soy de las maniáticas que se internan en estos lugares para estar perfectamente bellas, pero de vez en cuando busco engreírme, y así fui a mi estilista de confianza, mientras me cortaba el cabello diez centímetros más de lo que pedí, me preguntó si el motivo de cambio era por querer impresionar a alguien, porque según su experiencia cada cambio de look va precedido de un cambio de actitud hacia el mundo (y más aún frente al sexo opuesto). Destruida en 3,2,1…
Todo entra por los ojos dicen por ahí, hasta cierto punto es cierto, el conocer a un desalineado, gordo, de malos olores y colores, añadiéndole que no tiene educación y es un machista, TE MATA….y le echas insectida y next!. .TODAS, aunque digan que no, nos fijamos en el físico, aunque después consideres que es “buena gente, buen tipo”, tus ojos en ese momento ya pasaron a segundo plano, te enamoras y aparece todo el rollo que ya conocemos… pero qué sucede cuando esos ojos se instalan en nosotras, el físico ahí es aún más estricto y cruel.
Mil y un veces me ha pasado que estaba en off en sociedad, en short, polo, lentes y así pasaba de desapercibida, y que en algunas ocasiones el ponerme un vestido corto y apretadito, soltarme el cabello, pintarme los ojos, ponerme brillo en los labios, adherido de un movimiento sensual ha hecho de que más de un individuo habrás esos ojazos para ponerlos sobre mí.
Las vitrinas de las tiendas nos dicen que tenemos que tener la talla del maniquí, los catálogos de tiendas por departamento nos gritan que para ser hermosas necesitamos pesar 35 kilos, tener maquillaje, cremas para ser eternamente chibolas, oler rico, usar tacos para parecer más altas, ponernos sostenes con copas y e hilos dentales para ser más sexys, uf! me cansé de todo lo que tendría que hacer y el presupuesto que tendría que gastar para ser si quiera una sombrita de la chica del catálogo que seguro tiene 3 cirugías y bastante photoshop.
En el otro lado del espectro reconozco, y no tendría por qué avergonzarme, que me encanta la ropa, me gustan aún más los zapatos, soy una compradora compulsiva, las revistas de moda, sólo leo blogs de amor, sexo y moda, y que, cuando estoy de humor, me dejo poseer por la Cenicienta o la Kate Moss que todas tenemos dentro y me afano en arreglarme para salir.
Esto no me hace superficial y algo egocéntrica…bueno no sé, pero ya en ese punto, mi madre es la culpable de tal creación humana….Y aquí las palabras del estilista cobran sentido: “Una arregla por fuera lo que no requiere arreglo por dentro, como un complemento”, por la misma razón cuando por dentro no me he sentido bien conmigo misma, sin importar cuanta pintura, mini falda o peinadito de moda me hiciera, me seguía sintiendo como un trapeador. ¿Por qué creen que en ciertos días, semanas o temporadas enteras el espejo es nuestro peor enemigo? Porque nos devuelve cómo nos sentimos, no lo que vemos.
Es normal sentirse fea cuando alguien nos manda al cuerno, si no nos valoran en el trabajo, si tenemos algún problema no resuelto, si pasamos por alguna angustia que afecta a nuestra autoestima.
Yo me sentí la mujer más fea del planeta un par de veces y ¡suficiente!…. Cuando llega la autoestima entra por la puerta, los complejos se van al tacho. Y así fue.
Claro que he vivido los nada sanos periodos de odio y desprecio a mí misma. Pero duran los que nosotros queremos que duren. Porque esa es la realidad: la bella imperfección.
Yo nunca voy a medir 1.80, ni voy a tener proporciones perfectas, ni las piernas largas, ni un excelente busto. Es lo mismo que querer tener una bonita voz o habilidad para hacer operaciones matemáticas en la cabeza. Hay cosas que uno no es, ni será jamás. Lo bueno de eso, es que hay cosas que me gustan de mí, y mucho: mi hermoso lunar, mi piel bronceada, la forma de mis piernas y mi sonrisa (entre otras). Con todo eso, me basta y sobra para estar contenta….
Además, reconozcámoslo. Perfectas sólo las modelos, el resto es relativo. Una gran persona puede ser más hermosa que un papacito podrido por dentro. Prefiero degustar algo que sea comestible, a algo que aparente serlo y cuando lo habrá este podrido y hasta con gusanos…
Así que a los patitos feos que sólo cuentan los rollos y no las sonrisas, que confunden nuestras hermosas imperfecciones con defectos, sólo hay algo que decir: STOP IT! Nadie las va a querer más que ustedes mismas, y sólo de ustedes depende empezar a hacerlo YA.
“Amarse a sí mismo es el comienzo de un idilio que durará toda la vida.”
Si me ves por ahí, recuerda que no impactas con tu cara de Tom Cruise en decadencia, ni con tu galantería barata, si por dentro eres un patán…al menos que seas Richard Gere, ahí sí, vamos mi amor…
Esta noche salgo con mi lunar, mi piel canela y mi pelo negro azabache a bailar, porque hoy soy dancing queen, a pretty one….
Buen fin de semana!