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sábado, mayo 17, 2025
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Las traiciones históricas de los políticos

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Recordarán los estudiantes del colegio Jiménez Pimentel, de los años sesenta del siglo pasado, que antes llevaban dos cursos valiosos que el gobernador Víctor Manuel Noriega Reátegui podría rescatarlos y ponerlos en el currículo escolar sanmartinense. Son “Historia de los límites del Perú´ y la ´Historia de la cultura peruana´; o una innovación respecto a ellos y no por anticuado, y porque no acepte que vivimos en una ´aldea global´, sino que no podemos olvidarnos de nuestra historia para que las nuevas generaciones sepan la devastación que hicieron los políticos de nuestro país, y lo siguen haciendo.

Me gustaba leer esos libros, aunque en el colegio donde estudié, que era de educación ´técnica´, no se llevaban. Toco este punto después de leer el relato “El combatiente”, de Eleuterio M. Merino Serkovic, pues me invitaron a presentar sus libros en la Cámara de Comercio Tarapoto. Cuando hacemos un repaso de nuestra historia nos damos cuenta que la historia política del Perú es una continuidad de mentiras y traiciones. Da cólera que traidores, como Miguel Iglesias, en cuyo gobierno se firmó el Tratado de Ancón, por el cual cedimos Tarapacá a los chilenos, Alan García Pérez, en su segundo gobierno, haya dispuesto que sus restos reposen en el Panteón de los Héroes. Debería estar en el cementerio de los traidores.

Desde 1851 a 1998, el Perú perdió 846,488 Km2: Al Brasil, desde el año de 1951 a 1909, en tres etapas le cedimos 451,043 km2; a Bolivia, 91,726 Km2, en 1908; a Colombia, 127,272 Km2, donde el Trapecio Amazónico tenía 7,272 Km2, y el territorio entre el Putumayo y el río Caquetá, 120,000 Km2, en 1933. Con Chile lo perdimos en dos etapas: por el Tratado de Ancón, Tarapacá, con 44,322 Km2, y con el Tratado de Lima, en 1929, Arica, de 21,093 Km2. Con relación a Ecuador, por el Tratado de Río de Janeiro, le cedimos 111,000 Km2, y 34 Km2, en 1998, en la Cordillera del Cóndor.

Los dirigentes políticos nos han venido jugando sucio desde los albores de la República, y lo siguen haciendo. En este tiempo de la llamada “modernidad” nos han dejado sin nuestras infraestructuras y reservas estratégicas. Hemos perdido casi todo. Han rematado el Perú en aras de la modernidad y globalización y los neoliberales a ultranza baten palmas. Ante cualquier conflicto, a los peruanos nos hallarán con ´los pantalones abajo´, como diría un senador norteamericano, cuando fueron sorprendidos por los japoneses que destruyeron su armada y aviación en Pearl Harbor, en la segunda guerra mundial.

Es necesario crear una nueva conciencia ciudadana a partir de la escuela. Es increíble que haya jóvenes que les creen a esos “líderes” vende patria. Es hora de destruir ese falso civismo de los peruanos, caracterizado por la anomia y la permisividad ante tanto estropicio de quienes fungen de líderes. Allí los tenemos, ahora mismo, codiciando la presidencia de la República en un escenario confuso y pútrido: no por servir al país, sino para satisfacer sus vanidades y disfrutar de sentirse poderosos. Que estos grajos sigan en tienda no es culpa de ellos, sino de ustedes militantes que, obnubilados y engañados permiten que los sigan manejando esos que se creen dioses infalibles.

Necesitamos formar una nueva generación de peruanos. Los malos políticos: fantoches, ególatras y bailarines amanerados han destruido al país. ¡Militantes, tienen que despertar y rebelarse ante sus poderosos cacos! Cerrarles la entrada a sus locales y decirles: “¡Aquí ya no entras, carajo! ¡Hemos despertado so ladrón, criminal, manipulador, plagiador, caco, farsante, estafador, ególatra enfermo, bailarín y borracho!”. Solo así podremos construir un nuevo peruano y una nueva nación: con valor, coraje y dignidad…Tenemos derecho a soñar..

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