No sufrió, no recordó el nombre de sus hijos menos el de su esposa, simplemente apretó la mano de mi hermana y dio su último susurro de despedida: “Yo soy aprista, el Apra nunca muere”. Cerró sus ojos y emprendió su viaje eterno.
Mi abuelo era un acérrimo aprista, un militante adoctrinado fielmente al pensamiento de Víctor Raúl Haya de la Torre. La mañana que murió, él estaba escuchando las noticias por la radio en donde criticaban a Alan García, obviamente eso incluía al partido aprista. Él se molestó, golpeó la cama con fuerza y trascendió un “¡Carajo!”, que hasta la enfermera se asustó.
Que se enojará por el accionar del expresidente de la República, tenía su por qué. Por el año 85, el Secretario del Partido Aprista Peruano, Alan García, visitaba con mucha frecuencia la casa de mi abuelo. Era tan impresionante la presencia de este personaje que mi hermana con solo 5 años de edad, recuerda claramente que cuando se sabía que llegaría a casa, todos se emocionaban y lucían los mejores atuendos. Llamaba mucho la atención, porque era apuesto y siempre utilizaba traje oscuro con un inseparable pañuelo blanco y un libro. Los almuerzos duraban mucho tiempo, era lógico, Alan García hablaba hasta más no poder, igual que mi abuelo. Luego descansaba en la hamaca antes de partir.
Recordar estas pequeñas historias, es recordar a mi abuelo, Don Carlos Alva Vigo, él dio más de lo que podía por el partido aprista, tanto, que muchas veces sufrió humillaciones. El último dolor fue un desplante de Aurelio Pastor, a quien formó de jovencito.
Como es conocido el Apra ha tenido su metamorfosis y los adoctrinamos con el pensamiento Hayista quedaron en el olvido y surgieron nuevos representantes con ansias de poder. Dentro de esa metamorfosis en el partido y en muchos otros, la corrupción empezó a ingresar y quedarse instalada para siempre.
Si mi abuelo estuviera vivo, hubiese llorado por la muerte de Alan García y ojo que no estoy haciendo apología -aunque debo reconocer que su oratoria era hipnotizante-, tampoco soy Aprista y muchos menos, simpatizante de otro partido político, tengo que recalcar y subrayar, que Alan García no es héroe ni mártir, sino alguien que decidió matarse antes de ir a la cárcel.
La muerte de Alan García ha generado burla, rabia y en otros pena, indignación y por qué no decirlo, también generó sentimientos de vergüenza, por formar parte de una “Tribu de Caníbales” (como bien lo grafica el periodista Beto Ortiz en su último artículo), una tribu que no contenta con juzgarte y condenarte (sin aún existir sentencia alguna), divulga la foto ensangrentada de un muerto como trofeo y además insulta, escupe y pisotea un cadáver.
Lo más indignante para mí, es que una ministra salga a decir literalmente “Esperen, aún no muere”, como si quisiera tiempo para seguir rebuscando entre los calzoncillos del ex presidente y al no poder ocultar la verdad, recién dos horas después sale y dice “Ya murió”. Sin ningún respeto ni sensibilidad por la vida y por los familiares del occiso.
Lo peor de todo fueron las redes sociales, ese pantano de lodo y heces, en donde quienes publicaban y comentaban no eran trolls, no, eran personas como tú o como yo, eran peruanos, eran seres humanos. Esto es el Perú, un país donde se sienten con la potestad de insultar, agredir, y denigrar. Ese es nuestro ADN, comportarnos como caníbales, queriendo comernos unos a los otros.
Con lo ocurrido, me da ganas de irme lejos y no volver nunca más, irme a vivir donde no existan las redes sociales que ahora invaden la privacidad de las personas.
A pasado una semana desde que Alan García acabó con su vida y el show mediático continúa. Yo no justificaré a un ex presidente que tuvo un primer gobierno nefasto, sé lo que muchos sufrieron, no lo viví, pero mi familia me contó la historia. Si ha habido actos de corrupción que involucren a Alan García, serán revelados por la justicia y si no los hay, fue lo suficientemente inteligente para no dejar huella y legalmente no sería culpable de lo que se le imputa. Así de sencillo, porque para bien o para mal, “papelito manda”.
Tenemos 4 presidentes investigados y uno ya se mató. El Perú está agonizando. Ojalá algún día tengamos representantes que quieran gobernar por amor a su patria y no por amor a su bolsillo. Ojalá algún día dejemos de pelear entre peruanos y empecemos a vivir en armonía, solo ahí vamos a poder tener una sociedad mejor, porque lo que ahora tenemos es solo suciedad.
Mientras tanto la tribu de caníbales sigue con hambre. Pide más carne y sangre, porque nunca se llena, siempre quiere más…