“El infierno está vacío, todos los demonios están aquí.” y “La Belleza salvará al mundo.” son dos de las frases asombrosas, de Shakespeare y Dostoievski respectivamente, que más resuenan deslumbrando mi pensamiento, desde hace aproximadamente unos diez años, por su maravillosa y profética lucidez, tan pertinente para estos tiempos turbulentos de encrucijadas sumamente decisivas para la humanidad, pues involucran su destino mismo o supervivencia y por ello deben ser solucionadas “con urgencia y exactitud.” (Ferriz, 1991)
Una de esas situaciones cruciales, urgentes y perentorias, es la nunca suficientemente bien ponderada cuestión alimentaria mundial, problemática grandemente incomprendida, al no haber sido contemplada y abordada desde diversas aristas, por las grandes mayorías, que también son ¡ay! tan adictas a la desinformación, discusiones vulgares, falacias y placer de la práctica (por ejemplo: los hábitos alimenticios malsanos arraigados que han degenerado en compulsiones o vicios tan difíciles de dejar).
Sin embargo, reitero, erradicar estos vicios malsanos como el consumo antinatural (es decir, que atenta contra nuestra naturaleza biológica e integral) de la “comida chatarra”, animales muertos, azúcares refinados, excitantes, alcohol, etc. es FUNDAMENTAL para retornar a nuestro estado natural, alejando al mundo, de ese estado infernal actual, invadido por legiones interminables de demonios (espíritus “elementales”) descrito por Shakespeare y en donde se realice, al fin, la sentencia de Dostoievski referida a la BELLEZA, recuperando nuestro SENTIDO ESTÉTICO, colectivamente sepultado desde hace miles de años, por nuestras condiciones antinaturales de existencia (alimentación, costumbres, etc.) o expresándolo en términos “tolkianos”: habiéndonos transformado en “trasgos”, “orcos”, “enanos” o “humanos” (antropoides), regresar a ser “elfos”, retornar a nuestro estado angelical adánico primigenio, pleno de armonía-belleza, sabiduría y demás rayos de la Divinidad…
De ahí que comprendemos pues las lúcidas expresiones de Maestros como el Dr. Serge Raynaud de la Ferrière (@magnafraternitasuniversalis) donde nos hace comprender que realmente LA VIVENCIA SABIA DE LA ALIMENTACIÓN VEGETARIANA NATURISTA ES UNA DE LAS BELLEZAS QUE SALVARÁ AL MUNDO.
Así leemos:
“Alguien ha dicho: ¡“Quien quiera ser admitido entre los ángeles debe esforzarse en vivir como ellos en el transcurso de este esbozo de vida”! Alimentarse con carne de un cadáver es ingerir la muerte, es ¡renunciar a la verdadera vida! La matanza organizada de los animales es el comienzo de una ley acción reacción que ¡sepultará a los humanos! Esta lucha que emprendemos contra las leyes naturales ofende a la Naturaleza que para vengarse produce un crimen (llamado guerra) con el fin de absorber por millones a los vándalos que la han mutilado.”
La idea de los ángeles, siempre nos evoca la belleza, estética y diversas virtudes como esos “elfos” de Tolkien, la conquista de nuestro estado primordial de las edades de oro. Esa “matanza organizada de animales” en la pesca, los mataderos, etc. ha hecho decir a Paul McCartney que “Si los mataderos (camales) tuvieran paredes de cristal, toda la humanidad sería vegetariana.” y a otras personas en los reels de internet que “los mataderos tienen instrumentos y ambientes tan horrendos que sobrepasan a cualquier película de terror.”
Sigue el autor antes citado:
“HAY OTRAS RAZONES MÁS PARA NO COMER CADÁVERES ANIMALES, AUNQUE PARECE QUE EL HECHO DE ALIMENTARSE CON COSAS PUTREFACTAS SERÍA UN ARGUMENTO MÁS QUE SUFICIENTE. PERO LA HUMANIDAD CARECE DE SENTIDO ESTÉTICO y por lo tanto será necesario exponer razones más convenientes, en forma objetiva o imparcial, como lo son el conocimiento de las leyes biológicas o los mandamientos religiosos, que también prohíben el consumo de la carne debido a los perjuicios que ésta produce en el hombre.”
Ese SENTIDO ESTÉTICO del que carece la mayoría de personas es debido al embotamiento y degeneración de nuestros sentidos (vista, olfato, sabor, etc.) pues desde la más tierna infancia se aliena, embruteciendo nuestro organismo por acostumbramiento o hábito, hasta volvernos familiares con los olores insoportables de la sangre y humores cocidos, cadáveres putrefactos cocinados (recordemos que la putrefacción comienza a los pocos minutos de muerto el animal) y así llegan a parecernos de lo más normal y hasta “agradable”.
Lo mismo sucede con nuestra vista y sentido común que se familiariza viendo, manipulando y degustando restos despedazados de animales (columnas vertebrales, tibias y otros huesos, muslos, pechos, cabezas, colas, ojos, patas, etc.) disfrazando todo, como siempre el ser humano gusta de hacer, con EUFEMISMOS como sangreCITA, paTITA, loMITO, costiLLITA, para olvidar inconscientemente disfrazando el choque de recordar que son partes descuartizadas de animales…
“El hecho de no comer carne no es solamente una concepción mística, sino que es reconocido que nadie se puede desarrollar psíquicamente con un alimento tan pesado (…) ADEMÁS UN ELEMENTAL O ESPÍRITU MALO EN POTENCIA, SE DESARROLLA FÁCILMENTE, Y QUE CON EL CONTENIDO DE LA SANGRE DE UN ANIMAL ES RÁPIDAMENTE CONSTITUIDO UN ESPÍRITU MALÉFICO Y VIGOROSO.”
“… ¿Cómo se puede hablar de perfección individual si el alimento diario es el producto de un asesinato? EL CONSUMO DEL SUSTENTO ANIMAL, COLOCA AL SER HUMANO EN EL MISMO PLANO VIBRATORIO DE AQUELLOS ANIMALES CON CUYA CARNE SE NUTRE.”
De ahí que entendemos a Shakespeare…la invasión mundial de los espíritus “elementales” maléficos y vigorosos enquistados en millones de almas humanas, invasión potenciada exponencialmente por el consumo de cadáveres animales (animales muertos: pollo, pescado, mariscos, ganado, gatos, perros, murciélagos, etc.), explica grandemente todos los síntomas y desórdenes mentales y emocionales, nefastos, las compulsiones, etc. causadas por estos “elementales” entre otros factores …