Antes mis salidas nocturnas eran muy frecuentes, el frenesí de mi juventud me brindaba ese deseo de eliminar mi éxtasis en cada fin de semana, los encuentros con las amistades eran para celebrar la misma existencia humana, una cerveza por aquí, otro trago por acá, el ambiente con esa vitamina siempre lograba ser más divertido, hasta que una noche previa a navidad, mi destino de regreso a casa sería uno, que nunca había planeado. Esa noche había tomado sólo un vaso de wisky, lo suficiente para tener más del 0.5 permitido para poder manejar, sin embargo no manejé y mi caballeroso amigo, que pecaba de adulón por querer obtener algún beneficio adicional, se ofreció a llevarme, claro está, que él sí había tomado más de la cuenta, como ya era tarde para la noche, pero temprano para amanecer, accedí a su tan noble servicio, pero nunca pensé que subirme a esa moto, me podía haber costado, perder la vida. Como era de esperarse mi amigo chocó contra un carro, se desvió de la carretera y caímos, el flasback de mi vida, fue instantáneo, tuvimos quemaduras en tercer grado y el cuerpo todo moreteado, pero el sentimiento de culpa por haber atentado contra mi propia vida, es algo que no se borra hasta el día de hoy, después de 5 años.
Hago mea culpa de la irresponsabilidad que en aquellos tiempos se apoderaba de mí, creía fielmente que lo que hacía era lo correcto y que en algún momento recordaría esa etapa de mi vida, como la mejor. Hoy por hoy, eso no es lo que siento al recordarla.
La juventud de hoy en día parece una película de terror, de esas películas que uno a uno los protagonistas van muriendo de manera inexplicable y que deja a los espectadores totalmente horrorizados por las escenas llenas de sangre y violencia. Esto no es lejano a la realidad que vivimos, las noticias a diario registran pérdidas de vidas humanas, muchas de ellas de jóvenes.
Se ha promovido muchas campañas de concientización, con frases “si tomas no manejes” o el popular “amigo elegido”, se ha utilizado publicidad incisiva con imágenes de personas fallecidas en accidentes y hasta se difunde videos de los accidentes más traumáticos en el mundo a causa del alcohol. Pero ninguna de esas iniciativas ha funcionado.
En ocasiones he visto como hacen bullyng cuando una persona toma agua en vez de alcohol, porque está en moto, me he sorprendido e indignado cuando llaman “cucufata” o “vieja”, porque simplemente alguien esa noche quiere divertirse sanamente, y es en esos momentos en los que pienso que la estupidez humana es grande y se propaga con facilidad. No soy una cufucata, no soy vieja, pero si soy consciente del dolor que causa la muerte de una amiga, de un familiar, de un ser querido, que envuelto en alcohol se ahoga en su propia sangre, que por irresponsabilidad propia muchos pierden la vida y eso se queda en una cifra más, que incrementa las estadísticas de muertes suscitadas por causas de alcohol en exceso en la sangre.
Los jóvenes piensan que tienen un control en la mano y que en el momento que deseen pueden poner pausa o stop, subir el volumen, acelerar la música y poner a andar su vida, sin embargo ese control de magia que tienen para lo único que sirve es para apagar vidas humanas y para matar sueños que pudieron llegar muy lejos.
Todos en algún momento hemos realizado alguna tontería, por obra y gracia del bendito alcohol, pero en ocasiones esas actitudes ridículas que nos vuelven los mejores galanes, amantes, bailarines, motocrosistas y seres omnipotentes, pueden ser el enemigo camuflado que puede llevarte de la mano hasta un viaje sin retorno.
A veces siento que Tarapoto en términos de diversión se vuelve Sodoma y Gomorra, esto es una afirmación muy personal, que espero no hiera susceptibilidades, pero es una realidad que está manchando de sangre nuestra ciudad, no sólo vemos a señoritas desnudándose y prostituyéndose en las discotecas por unos cuantos centavos, a menores de edad gozando de la diversión nocturna, sino que además ello va acompañado de tomar en exceso bebidas alcohólicas, y esto de la manera más irresponsable ocasiona la muerte de quien podría ser tu hermana, tu madre, tu tío, tu enamorada, tu mejor amiga y hasta tú mismo.
No esperemos que la sangre nos termine por ensuciar. Nuestra vida no es una película de terror, en la que se puede sobrevivir porque hay una segunda parte, en esta realidad la vida sólo es una, no hay chance para vivir de nuevo. No es un ensayo, es tu vida.
La vida a 0.5 de alcohol en la sangre…