El dinero o la salud
En San Martín, ninguna farmacia pública dispone de insulina análoga y el 17% de las farmacias no cuentan con este medicamento.
Según el MINSA, más de un millón de personas padecen diabetes en el Perú
Miles de peruanos con diabetes dependen de la insulina, un medicamento de alto costo que no suele estar disponible en farmacias del Estado. Esta situación los obliga a gastar entre el 10% y 20% de un salario mínimo para comprar sus dosis del mes y a usar menos de la que necesitan. A pesar de que Perú otorga beneficios tributarios a las farmacéuticas que venden insulina, su precio no se ha reducido.
Eliza Bustamante siente mareos, fatiga y un dolor penetrante en los huesos cuando pasa más de tres días sin inyectarse insulina. Si no toma las dos dosis diarias que requiere su organismo, la diabetes empieza a limitar su vida hasta el punto de no poder levantarse de la cama. Hace unos meses, dejó de trabajar en el centro de estética de Comas donde les cortaba el cabello a sus clientas.
“Mi visión ya no es la de antes y mis manos están débiles. Dependo de la insulina, pero no siempre hay en el hospital”.
Eliza tiene 46 años y es usuaria del Seguro Integral de Salud (SIS). En 2011, le diagnosticaron diabetes tipo 2 – una enfermedad crónica que eleva los niveles de glucosa en la sangre- tras un chequeo médico en el Hospital Sergio E. Bernales, uno de los más grandes del norte de Lima. Sus actuales malestares son parte del daño neurológico que sufren los pacientes que descontinúan o que abandonan su terapia.
Al comienzo, Eliza controlaba su glucosa con las pastillas metformina y sitagliptina, pero se hizo dependiente de la insulina luego de que sufrió un cuadro severo de COVID-19 en 2020. La insulina es una hormona que una persona sana produce de manera natural para regular el nivel de glucosa en la sangre y convertirla en energía, pero un paciente con diabetes tipo 2 no la controla.
“Si no me pongo insulina, me siento incapacitada. Mi esposo es panadero y hace un esfuerzo para comprarla cada vez que puede”.
Según el Ministerio de Salud, más de un millón de personas padecen diabetes en el Perú. Unas 700 mil tienen un diagnóstico confirmado y el resto no lo sabe. De ellas, solo el 30% sigue un tratamiento: 129 mil peruanos tienen diabetes tipo 2 -asociada a una mala alimentación y a poca actividad física- y requerirán insulina en algún momento de su vida. Mientras que más de 13 mil, sobre todo niños, tienen diabetes tipo 1 a causa de trastornos autoinmunes y dependen de inyecciones de insulina diarias para sobrevivir.
El problema está en que la insulina es un medicamento de alto costo y las farmacias de los hospitales del Estado no la garantizan en forma permanente.
El SIS, como la mayoría de los seguros de salud públicos de países de ingresos medios y bajos del mundo, tiene un presupuesto limitado para la cobertura de terapias de insulina de todos sus usuarios. Ese bajo presupuesto fue recortado a la mitad entre 2019 y 2023, según las partidas y contratos de compras públicas que revisamos para la serie investigativa
El dinero o la salud.
Recién en mayo de este año, Cenares, la agencia de compras de medicamentos del Estado, regresó al presupuesto prepandémico para abastecer de insulina a los hospitales, pero la licitación se hizo con retrasos, lo que generó semanas y meses de desabastecimiento del fármaco en varias regiones del país. Un factor que complica la disponibilidad de insulina es la falta de un registro oficial de pacientes que la necesitan, ya que las adquisiciones se hacen sin una estimación precisa de los requerimientos de este medicamento en cada hospital y región del país.
Si no hay insulina en las farmacias públicas, un paciente en Perú tiene que pagar entre S/ 100 (US$ 27) y S/ 200 (US$ 54) -tomando en cuenta que usará insulina humana- para comprar los dos frascos que cubren sus dosis del mes en una farmacia privada. Esto significa que debe usar el equivalente al 10% a 20% de un sueldo mínimo de S/ 1,025 (US$ 278) para cubrir su tratamiento mensual. Un monto al que hay que sumar los gastos por jeringas, un glucómetro y tiras reactivas para el monitoreo de su glucosa, dispositivos que no le entrega el SIS.
Pero ¿Por qué la insulina es tan costosa?
Aunque se descubrió hace más de cien años, la insulina es un medicamento en manos de un oligopolio farmacéutico que controla su precio y que ha limitado la competencia de otros fabricantes con la prolongación de sus patentes por décadas. Las transnacionales Eli Lilly, Novo Nordisk y Sanofi concentran el 90% del mercado global y han generado un negocio multimillonario que ha creado enormes brechas de acceso a la salud. Existen dos tipos de insulinas: humanas y análogas. Además, según su tiempo de acción o absorción en el organismo, pueden ser rápidas, intermedias y prolongadas.
Los análogos de insulina son versiones mejoradas, pero su precio puede ser 10 a 15 veces mayor que la insulina humana. Por ejemplo, un frasco de insulina humana de Eli Lilly bordea los S/ 100, mientras que su análoga lispro cuesta S/ 172. Asimismo, la insulina análoga de Novo Nordisk vale S/ 132 y la insulina glargina de Sanofi supera los S/ 170. Las insulinas humanas de estos dos últimos laboratorios no están disponibles en nuestro país, según datos del Observatorio Peruano de Productos Farmacéuticos.
El precio más bajo de insulina humana solo lo ofrece la farmacéutica hindú Wockhardt Limited: S/ 50 por frasco, es decir, hasta un 70% menos que el precio de venta de los tres grandes que dominan el mercado. Esta farmacéutica obtuvo un registro sanitario en 2016 para vender insulina biosimilar en Perú, como se denomina a los productos biológicos comparables a los originales. Por eso, Wockhardt Limited fue el mayor proveedor de insulina humana del Estado peruano en los últimos seis años pese a que aún hay un debate sobre la regulación de los medicamentos biosimilares para garantizar su seguridad y eficacia.
“El precio que pago por mi insulina es como un impuesto a la vida. Cuando recibo un frasco, trato de que me alcance hasta fin de mes”
Las investigadoras Janeth Tenorio y Karen Bonilla, estudiaron los obstáculos para el acceso a la insulina y los dispositivos de uso en 2018. En su reporte de este año compararon datos de los stocks de insulina solicitados a 17 farmacias públicas y 18 privadas de Lima, La Libertad, Arequipa, San Martín, Junín y Ayacucho. Así encontraron que el 35% de farmacias públicas carece de reservas de insulina humana regular y ninguna dispone de insulinas análogas. Esto obliga al 21% de pacientes a tener que buscar su medicamento hasta en cinco farmacias.
La literatura médica señala que si un paciente no se aplica las dosis de insulina que necesita su organismo puede presentar desde mareos hasta enfermedades del corazón, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal, problemas neurológicos y de visión.
Los problemas de prevención y control de la diabetes han hecho que se convierta en la segunda enfermedad no transmisible que ocasiona la mayor cantidad de años de vida saludables perdidos por muertes prematuras y discapacidad (289 mil 449 años), según datos del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades. Fuente: saludconlupa