Siempre me ha llamado la atención las personas que se hacen solas –siguiendo esa máxima norteamericana del individualismo–, y que logran triunfar en un medio en donde otros parecieran conformarse. En verdad, el triunfo personal es la suma de los aportes de muchos donde la virtud más importante y decisiva es la iniciativa de la persona, quien suma, además, su coraje y la decisión por forjarse su destino. Y por eso son personas admirables y se merecen el respeto y el reconocimiento. Y una de estas personas es Wildoro Vargas Panduro, primo político mío a quien conocía solo a `la volada` y del que no tenía información más cabal. Al no tener una percepción real de él, decidí visitarle en la ciudad de Saposoa, donde reside temporalmente pues alterna su residencia entre esta ciudad y los Estados Unidos.
Puesto que su actividad empresarial lo hizo en Saposoa siempre le consideré saposoino; pero Wildoro nació en Lamas (01.03.1936) siendo sus padres Antonio Vargas Ríos y Rosa Panduro Pérez. A los catorce años decide emprender su vida independiente y da inicio a sus actividades trabajando en un fundo en Rumizapa, para luego llegar a Tarapoto que ya, por esos años, daba inicio a una tremenda actividad pues el aeropuerto de la ciudad tenía el segundo lugar en movimiento de carga en el país, después de Lima. Se emplea en la entonces Dirección de Caminos y se dedica a la mecánica automotriz bajo la dirección de José da Silva, natural de Iquitos. Después se emplea donde Carlos Leveau Hidalgo. Por esos años los Leveau ya desarrollaban intensa actividad en Tarapoto, como contaremos en otra parte. Y en todos sus trabajos Wildoro iba demostrando su habilidad, responsabilidad e iniciativa que poco después le llevaría a emprender un negocio propio y ser pionero en ello.
Su prestigio en la mecánica automotriz era grande en esos años, pese a su juventud. Tarapoto poco a poco iba afianzando su rol de ciudad netamente comercial y agrícola. Y un día llega al famoso fundo “Arcadia”, de los esposos Luis López Ramírez y Rosa Arévalo Tenazoa y se produce un encuentro que le cambiaría su vida para siempre. Conoce a Sally, la bella hija de los propietarios y parece reproducirse una escena de novela. Ya para entonces, sus servicios técnicos eran demandados por las empresas Anderson&Clayton, Somerex y Brosky Hnos, que compraban, transformaban y comercializaban el algodón en el distrito de Shapaja, que sería la primera zona industrial de San Martín en los años cincuenta y sesenta. Fueron los representantes de estas empresas quienes le recomiendan ante don Hildefonso Gonzales, magnate saposoino y proveedor de algodón de las empresas mencionadas. Y de esta manera llega a Saposoa, ya pidiendo la mano de la hermosa mujer que sería su esposa, contrayendo matrimonio en febrero de 1961.
Poco tiempo después, en Saposoa da inicio a su emprendimiento, que es lo que queremos destacar. Fue el primer transportista en iniciar la ruta de Saposoa a Juanjui, con el servicio de pasajeros, antes de la construcción de la carretera marginal de la selva, con un ómnibus Ford 350, vehículo que compra en Trujillo y la carrocería es construida por la famosa empresa “Carrocerías Morillas”.
Wildoro no tuvo miedo para meterse en una actividad en que se requiere coraje y tener fe en los propósitos. Como anécdota, diremos que todo el carro y la carrocería vino en piezas y es en el campo de aterrizaje de Juanjui donde armaron el vehículo. Declaró ser un belaundista cabal e hincha de Universitario de Deportes… ¡Cómo los buenos!
(Comunicando Bosque y Cultura).