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Yacumama: El Corazón verde de un hombre que sembró vida para cosechar esperanza

No bajar las manos ante posibles arrebatos de ciertos personajes que intentan traficar con los bosques solo por lucro.

Bajo el sol de la 1:15 pm, en ese rincón del Alto Mayo donde el aire todavía huele a leña y tierra mojada, el Profesor Hugo Vela Díaz respira con un alivio que no sentía hace años. El estrés, ese enemigo silencioso que lo mantenía enfermo, ha comenzado a retroceder frente a la contundente fuerza de la justicia y la solidaridad.

Tras una reunión histórica con las autoridades de la provincia de Rioja, el Frente de Defensa, empresarios, las Rondas Campesinas y el jefe de la Autoridad Regional Ambiental (ARA), el camino hacia la protección definitiva de Yacumama ha quedado trazado.

El nudo que asfixiaba este santuario natural empieza a desatarse con una acción administrativa fundamental: anular la partida registral que, de forma insólita, otorgó dominio a la municipalidad sobre una manzana de 22 hectáreas en plena zona urbana. Aquella figura legal, nunca antes vista, pretendía convertir un refugio de biodiversidad en un tablero de ajedrez para el reparto de lotes, ignorando que la verdadera riqueza de estas tierras no se mide en metros cuadrados de concreto, sino en el cantar de las aves que nos mantienen despiertos al amanecer.

El planteamiento de un ingeniero forestal, asesor de comunidades nativas, fue la brújula técnica en este conflicto: aquí debió respetarse la Zonificación Ecológica y Económica (ZEE). Siendo Yacumama un área de recuperación de suelos y bosques, jamás debió otorgarse un título urbano. Por ello, el alcalde de Rioja se ha comprometido formalmente a dejar sin valor ese título y anular los registros públicos, cerrando el paso a las pretensiones de quienes, como el alcalde del centro poblado El Porvenir, veían en el bosque solo hectáreas con precio de venta. El Profesor Hugo, con la sabiduría que dan los años y la tierra bajo las uñas, se preguntaba de dónde sacaría dinero para pagar por lo que él mismo ha cuidado con sudor y sacrificio. Hoy, la ruta es clara y de carácter administrativo: la municipalidad debe formalizar los documentos para que la Partida Registral sea borrada, dejando el terreno libre para que, finalmente, se pueda entregar la concesión a quien realmente la ama.

Este hombre, que el pasado 18 de diciembre cumplió 40 años de entrega absoluta al Alto Mayo, no busca títulos de propiedad ni grandes inversiones que rompan la armonía del paisaje. Su deseo, compartido con sus hijos ecologistas, es simple y profundo: proteger el bosque, sus pájaros, sus monos, sus peces y cuidar el agua. Su visión es la del Turismo Rural Comunitario, donde el visitante no llega a un hotel de lujo, sino que prefiere una carpa bajo los árboles para escuchar el «griterío» hermoso de las aves. En Yacumama, que ya figura en las guías de aves de los Estados Unidos, la prioridad es la vida.

La batalla por Yacumama no es solo por un pedazo de tierra, es la resistencia de un hombre que le jugo y apostó por  la vida  sembrando futuro, recordándonos que el turista no busca destrucción, sino el contacto sagrado con la naturaleza que aún respira gracias a corazones como el suyo.


Más de cuatro décadas en defensa del bosque en el Alto Mayo

Existe un conflicto por lotización y expansión urbana en las zonas de protección de BPAM

Augusto Bobadilla, poblador del sector El Porvenir, en la zona de influencia del Bosque de Protección Alto Mayo (BPAM), asegura vivir en el área desde 1986, cuando el territorio presentaba un alto nivel de degradación ambiental producto del ingreso de maquinaria pesada y la ausencia de control estatal.

Según relata, la recuperación progresiva del espacio comenzó con la llegada del profesor Hugo Vela en 1987, quien – afirma – impulsó acciones de ordenamiento, manejo del territorio y protección del bosque, cambios que aún se mantienen.

“Cuando llegamos, esto estaba destrozado. Fue el profesor Hugo Vela quien vino, se involucró y empezó a mejorar la zona. Ese trabajo continúa hasta hoy”, señala.

Bobadilla explica que ocupa dos predios, uno de seis y otro de siete hectáreas, áreas que, pese a haber sido adquiridas como terrenos descubiertos y baldíos del Estado, hoy conservan cobertura forestal gracias a la decisión de no ampliar la frontera agrícola. Su actividad económica se basa en la ganadería y el cultivo de arroz, sin expansión sobre el bosque.

“No hemos expandido, al contrario, hemos mantenido el bosque”. El poblador advierte que parte de estas tierras fue incorporada en intentos de lotización promovidos por la Municipalidad del Centro Poblado El Porvenir, pese a tratarse de un espacio reconocido como zona de protección y de amortiguamiento del BPAM. Esta situación habría afectado a entre 25 y 30 familias que viven en el área desde hace más de tres décadas.

Bobadilla identifica como responsable al alcalde del centro poblado, Jerónimo Humbo Córdoba, cuya gestión —vigente hasta el 2026— es señalada por autorizar la tala del bosque y la posterior titulación de predios, incluso a favor de personas provenientes de otros lugares.

El alcalde de CP El Porvenir “Derriba el bosque, titula y luego venden. Así se ha venido haciendo, tiene proceso fiscal en curso” denuncia

El conflicto escaló cuando, hace aproximadamente un año y medio, ingresó maquinaria pesada para trabajos de habilitación de terrenos. El hecho fue denunciado ante las autoridades y actualmente se encuentra en proceso de investigación fiscal, aunque, según los pobladores, aún no existe una resolución.

De acuerdo con Bobadilla, entre fines del 2025 e inicios del 2026 el alcalde inicia su desmedida usura haciéndose valer como alcalde delegado. “Ojalá las autoridades y la justicia pongan freno esta codicia” nos dice Augusto.


Yacumama: cuando una partida urbana amenaza con borrar un santuario ecológico del Alto Mayo

Lo ocurrido en Yacumama no es un simple error administrativo ni una disputa menor por la posesión de un terreno. Es la evidencia de cómo una decisión irregular puede poner en riesgo uno de los espacios de mayor valor ecológico del Alto Mayo. La asignación de una partida registral urbana sobre 22 hectáreas clasificadas por la Zonificación Económica y Ecológica (ZEE) como Zona de Protección y Conservación – Área de Recuperación de Suelos y Bosques vulnera el ordenamiento territorial vigente y abre la puerta a prácticas que la región San Martín conoce demasiado bien: tráfico de tierras, lotización informal y destrucción ambiental con aval burocrático.

Mientras esta partida siga activa, el riesgo no es hipotético, es inmediato. La permanencia de un dominio municipal urbano sobre un área protegida no solo carece de sustento técnico y legal, sino que compromete la responsabilidad funcional de quienes la permitieron y de quienes hoy guardan silencio. En ese escenario, la anulación de la inscripción registral no es una concesión política, sino una obligación del Estado para restituir la legalidad ambiental y cerrar el paso a intereses que priorizan el lucro sobre el equilibrio ecológico.

Liberada esa carga, corresponde avanzar en el otorgamiento de la concesión para conservación a quien durante cuatro décadas ha demostrado, con hechos y no con discursos, que la protección del bosque es posible: el profesor Hugo Vela Díaz, custodio de Yacumama y referente de conservación reconocida fuera del país.

Ignorar este proceso o dilatarlo sería perpetuar la injusticia administrativa y deslegitimar el esfuerzo ciudadano que sostiene el turismo rural comunitario y la biodiversidad de Rioja. Yacumama no es una “manzana” ni un lote disponible: es un pulmón vital, un santuario vivo y una prueba de fuego para saber si las autoridades están del lado de la ley ambiental o del lado de su vulneración.

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