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viernes, mayo 23, 2025
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Yo no tengo vela en esta misa

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Podrías quedarte pegado si tienes sexo. El anticristo puede llegar a este mundo si algún niño nace en estos días. El rojo pasión que tanto te gusta, debe desaparecer de tu armario, porque vestirlo, podría significar que el diablo se apoderó de ti. La mula o la serpiente son los animales en los que te convertirás si eres el cobarde que agrede a sus padres. Estas y otras frases más, han sido la táctica que mi abuelita utilizaba como tortura para que me comporté como una niña bien y católica, en Semana Santa.

Se encienden velas y no necesariamente para una noche de pasión, sino para decorar los hogares católicos que se rasgan las vestiduras en estas fechas. Algunos dicen que no se debe limpiar la casa ni barrer el suelo, porque estás barriendo la cara de Cristo. Si se aprovecha para hacer algún trabajo en casa, se deben evitar los clavos, porque Jesús había sido crucificado con ellos.

Clavadas, sangre, pecados y más pecados, el mundo está lleno de esos. En la costumbre católica se deja una ofrenda en cada casa del Señor, mientras que los amantes del buen beber van dejando sus pertenencias conforme se agudiza su estado etílico. Lo que debería ser tiempo de paz y reflexión, se ha convertido en un fin de semana donde la juerga es digna de Sodoma y Gomorra.

Estamos miércoles de ceniza y los planes empiezan a aparecer. El recorrido no es para las siete iglesias y mucho menos para la maratón de películas cristianas. Lo último que quieren es comulgar en misa y cargar la cruz por nuestros pecados. Estas fechas sagradas tienen otro destino.

El trabajo, la casa, los hijos, el novio, el amante o a lo mucho el amigo, son rutinas que aturden a la sociedad y como en la variedad está el gusto, la única procesión que están dispuestos a acompañar, es la inmensa cola de autos y motocicletas que entrampan la carretera, por esa bendita promesa de santo vacilón en estos cuatro días de perdición.

Esta época trae consigo más fieles de lo normal, no es el cuerno lo que predomina, pero la fidelidad no está relacionado con lo sentimental, sino a la juerga con la que te comprometes por un par de días. El tour más atractivo es el de los bares o de alguna ciudad que quisiste conocer, las iglesias pasan a segundo plano.

“Señor, ¿por qué me has abandonado?”, exclaman casi moribundos tres días después, cuando resucitan con una resaca de proporciones bíblicas. Su vía crucis chupística ha terminado, los mártires se arrastran cargando un botellón más pesado que la cruz.

Para nuestros abuelos era pecado mortal el alboroto en Semana Santa, lo tomaban como posesión demoniaca. Lo que se podía gritar eufóricamente era el “‘Aleluya” y el “Salve Salve María”. Sin duda los tiempos cambian, la juventud baila más alegre que Barrabás liberado, los pecadores nos mojan con su sudor al menear el esqueleto, todos quedamos mojados, esto es tan celestial.

No soy la que se persigna y latiguea con su rosario, pero no hay duda que Satanás está por todos lados y el lugar que más le gusta es la televisión, la señal abierta es su preferida. El televidente tiene para escoger más de 500 canales para no sufrir la pasión del aburrimiento. Desde los culebrones mexicanos que hacen llorar a las amas de casa cual María Magdalena, hasta las Noches de Clímax que resucitan a sus maridos, la diversión en Semana Santa depende de un dedo en el control remoto. Son pocos que aún conservan el espíritu hogareño y en casa se soplan el combo televisivo de Ben-Hur, Los Diez Mandamientos y Jesús de Nazaret.

Para los que gozan de la carne, en estos días está terminantemente prohibida. Pero, ¿para qué están hechas las reglas sino para romperlas? Por la noche, luego de haber bebido hasta el vino de misa, los fieles buscarán su ingreso entre cualquier sábana, imaginando que tendrán alguna aventura con Cleopatra.

Cuando el domingo llegue, algunos fiesteros serán exorcizados por sus madres y se enrumbarán hacia la iglesia, se golpearán el pecho y llorarán a Dios por dejarlos resucitar al tercer día. Al tiempo del sermón del párroco, roncarán a todo pulmón con la paz de los inocentes. A fin de cuentas, Jesús murió por nuestros pecados ¿no?

Ni santa ni pecadora. La fe como el amor se siente y se vive, no es necesario arrodillarse y hacer ver al mundo en cuatro días tu bondad, cuando en realidad eres una lacra en la sociedad.

Todo se ha consumado, y a mí, me encanta pecar, el resto se lo dejo a Dios, para que los perdone por lo que hacen, porque yo no tengo vela en esta misa…

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