El yoyo es el juego de un redondel que mediante una soguilla hendida por el centro se tira y se jala. Alguien complementa: “Regresa si le tiras bien”. Una cosa es éste juego personal de poca relevancia y otra es el yo yo personal que satura las pantallas de las televisoras, que sin ser importante tiene connotación masiva.
No se entiende cómo los propietarios de éstas empresas televisoras, admiten las emisiones de programas extraños, conducidos por personas raras, de aspectos extravagantes. Alguien comenta: “Como el niño malcriado, que busca llamar la atención de alguna manera”. ¿Se está cumpliendo la receta psicosocial de alguien, o es que la autoridad del rubro carece de pantalones para poner cada cosa en su verdadero sitio? Se supone que estos raros conductores cumplen los libretos de los directores, y éstos, las autorizaciones de los propietarios. ¿Cómo es que se admite que durante muchas horas de transmisiones las televisoras se encargan de “hurgar” las privacidades de todo el mundo: de la tamalera, del portero, del ganadero, del agricultor, del carretillero, del cacaotero, del sanitario?. Se inventan tonterías que lindan con la moral, el pudor, las buenas costumbres, la honorabilidad, la dignidad ¿Dónde están esos pantalones bien puestos para de una sola vez poner buena tranca a éstas emisiones? ¿Qué le importa a Juan Cañote que el vecino detesta el camote? ¿Qué le importa a Ana María que la amiga vecina es cada vez más bonita? Que Carlos habló así, que Pedro caminó torcido, que Justina no le brindó su mejor sonrisa a Rigo, que Claribella cada día es bella. En fin. ¿Todo este menjunje “chismográfico” televisivo tiene alguna relevancia e importancia para la comunidad? ¿Nadie tiene que ver con éste tema? ¿Dónde estamos? Para variar, los desconocidos extravagantes conductores, se llenan de la palabra yoyo: “Que yo he dicho esto, que yo he visto aquello, que yo opino de esta manera, que yo propongo, que yo digo, que yo, que yo, yoyoyoyoyoyoyoyoyo” ¿A Pedro Pérez le interesa la opinión de ese sujeto? ¿Qué es esto? ¿Estamos en una tierra sin dueño? ¿Nos encontramos en una isla ermitaña, solitaria? ¿Estamos en un barco sin brújula?
Hace poco salieron a protestar en las calles miles de personas. ¡Ah! No, “estos programas son intocables”. Inclusive, los raros conductores profirieron términos burlones contra los manifestantes: “¿Por qué nos sintonizan? Porque gustamos a la gente. Cambien de canal pues. Nosotros estamos porque gustamos a la gente. Es que yo simpatizo a los televidentes. Es que yo digo cosas bonitas. Yo envío saludos. Yo invito a celebridades. Yo, yoyoyoyoyoyoyo…”
Circulaba por las redes sociales la grabación comprometedora de la conductora de uno de esos extraños programas. Por supuesto que nadie está de acuerdo en divulgar la vida íntima de nadie, que se convierte en vil comportamiento cobarde. Un colega de otro programa homólogo, de otra televisora, no encontró mejor oportunidad para reproducir la grabación y hacer comentarios impropios de personas normales. Un león se come a otro león al verlo ligeramente herido. No es que debo solidarizarme con mi colega de tipo de programa. No. ¿Qué importa que mi colega esté herido con tal de elevar mi rating? Y, rating significa dinero. ¿Y dinero será todo, lo máximo, para este desconocido yoyo? La conductora salió a decir que no era su voz y que su hijita se encontraba mal. ¿Cómo se encontrarán los millones de hijitos de las familias humildes? Tanto yoyo, al parecer hace ver solo los árboles lejanos del bosque, no se detiene a observar la riqueza poblacional de hermosos arbustos y nutridas hierbas al ras del suelo.