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miércoles, mayo 8, 2024

La Educación ¿hacia donde va?

Hola mis queridos lectores y amigos de miércoles, nuevamente estamos con ustedes de vuelta con la misma razón de ser y ayudar a la población y es propicio de poder promover nuestra razón de una nación y hasta un pueblo. Hoy puedo entregar esta manera de escribir y pensar en un mundo mediocre sobre el tema de mediocridad y ninguna autoridad le interesa, entonces podemos preguntar: La educación ¿Hacia dónde va?

En nuestro país de manera silenciosa, pero persistente, se ha venido aplicando lo que se llama política educativa neoliberal, sin motejarla así. La trama del neoliberalismo es vasta y sabe disfrazarse para que países en crecimiento acepten propuestas antes que garantizar una mejor educación. Ofertan en el fondo los créditos y luego misiones de expertos recomiendan recetas ajustadas a los propósitos signados en documentos, compromisos que tienen que ver con un cambio en el sistema educativo, Por ello las ofertas de reformas de las reformas desde hace tantos quinquenios sin que podamos apreciar un cambio sustantivo.

Desde hace años los expertos nacionales nos hablan de la progresión de la educación privada frente a la educación pública tanto en la capital como en las provincias. ¿Qué pasó con el quinquenio de la educación de Belaunde? ¿Qué pasó con aquel lema que se repetía en TV y radio que teníamos la mejor educación de Latinoamérica, en la época de Fujimori? ¿Qué sucedió con la distribución de computadoras a las instituciones educativas del país? ¿Cuál ha sido el impacto del proyecto Una Laptop un niño de la época del segundo gobierno de García? Inversión, préstamos, endeudamiento externo ¿Cuánto aumentó el presupuesto de educación en estos quinquenios y cuál ha sido el resultado? ¿Son los resultados de PISA lo que pueden dar sustento a la devaluación de la educación pública? Somos maestro de profesión y por herencia llevamos esa sangre pedagógica y muy revolucionaria además en momentos un tanto rebeldes.

Hoy el discurso neoliberal va logrando romper tradiciones, pero debe usar algunos de sus enunciados para adquirir legitimidad. Las ofertas referidas a la mejora de la inversión educativa para que el gasto sea más eficiente para lograr la equidad. ¿Cuántas veces hemos escuchado esto? En todo discurso nos siguen prometiendo aumentar los porcentajes del PBI como recomienda el Acuerdo Nacional y recoge el PEN, pero este ofrecimiento está lejos de alcanzar el 6% considerado como mínimo en el consenso internacional. ¿Falta voluntad política? ¿Por qué cuesta llegar al porcentaje enunciado y recomendado? Nos han dicho y siguen repitiendo sin rubor que se debe al incumplimiento de las metas de inversión comprometidas, basadas en exigencias de racionalidad instrumental, eficiencia, equidad y calidad. ¿Esa música no la escuchamos antes?

Algunas palabras presumidas se han vuelto parte del repertorio de los expertos y que los maestros repiten, pues creen que son parte de la modernidad pedagógica, sirven para “mostrar” los cambios pero en la realidad una vez contrastadas nos dicen poco o evidencian la realidad: equidad, inclusión, eficiencia, eficacia, participación y otras, no tienen contenido. Nos han hecho creer que con ellas de manera mágica se arreglarán las cosas y que por ello debemos reforzar la educación básica asumida previa descentralización por la sociedad civil.

Hoy nos hablan de competitividad. Nuestra educación debe ser competitiva para asumir nuevos retos en el mundo globalizado. ¿No será que nos están llevando una vez más a las reglas del mercado? Alguien celebra esto en lugar de cuestionarlo. Pareciera que cada novedad que sale de la galera del MEF es bien recibida y no merece crítica. ¿Garantiza aquello mejor educación?

Como maestro y ustedes amigos y los que practican y promueven esta profesión sabemos que la educación pública debe jugar un papel central en la sociedad que valore la democracia y la justicia social. Pero vemos tristemente cómo estos principios y valores se desvirtúan cuando la globalización aparece en el discurso y tendencia de moda y trata de ajustar los programas a los modelos económicos que responden a una ideología del mercado. ¿Dónde queda el discurso pedagógico? Cautivo. Reducido a técnicas funcionales.

La educación pública es “una perita en dulce” para el mercado, pues es el área que tiene el mayor gasto oficial. Una forma de devaluarla es presentando el bajo rendimiento de los alumnos y exaltando el crecimiento de la educación privada. No se permite una educación pública que genere ciudadanos críticos y que fortalezca una sociedad democrática.

 

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