Un solo instante puede cambiar todo y ese momento puede sentenciar un triste final. Nosotros, muchas veces vemos las cosas desde afuera, hasta que nos toca y cuando nos toca entramos a ese universo de seres humanos, que siempre existió y cada día aumenta. Pues es así, sumas uno o eres uno más que engorda las estadísticas de la Inseguridad Ciudadana.
¡Una cifra más! Desde aquella señorita con la cartera arranchada hasta aquel empresario extorsionado o con un familiar secuestrado ¡Un dato más! ¡Un campo más dentro de aquella base datos!
Y- es que a veces esa – es la forma de ver las cosas, lo vemos en la televisión, radio o periódicos, nos enteramos por las redes sociales o en la conversación con algún amigo o familiar. Nuestras reacciones son diversas, algunos reflexionan, otros toman precauciones, nunca falta aquel que se mofe y aquellos que no pasan de un estado inadvertido; pero todo termina en el momento del acto, en donde empieza la inseguridad desde adentro, a vida piel con rostro de monstruo.
Cuando nos toca el momento de sentir las garras de la inseguridad ciudadana, no existe punto de comparación, lo que vemos desde afuera, aquella cifra más desde la pantalla de un televisor se convierte en un uno contra todo. Es aquel momento en donde toda tu fragilidad humana es violentada por alguna mercancía, prenda o algún material que un delincuente no puede conseguir honradamente.
El método usado cambia de acuerdo al contexto pero lo que no cambia en ningún contexto es la motivación del delincuente pues puede ser una linda mañana – como aquel martes de mayo – o la serena tarde de octubre donde lo que debe pasar es estar en la mira de algún enfermo mental al asecho.
Hay muchos que pueden vivir para contarla y creo que son los llamados a dar testimonio, no podemos como sociedad permitirnos mirar desde afuera, como si tuviéramos vendados los ojos y la razón, mientras nuestros hermanos aumentan las preocupantes cifras de la Inseguridad Ciudadana.
Que mañana no sean nuestros hijos o demás familiares las nuevas víctimas del crimen. Tenemos derecho a vivir sin miedo y por ello debemos unirnos en una sola lucha, constante, enérgica e inteligente que nos permita abordar el problema público holísticamente.
Para finalizar quiero permitirme estas líneas para agradecer todas las muestras de solidaridad que con cariño me han fortalecido para ser una voz inquebrantable contra la Inseguridad Ciudadana desde adentro y espero que, con todos ustedes.