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martes, mayo 7, 2024

Rusia 2018: El fin del juego

Con el título de campeón mundial de futbol Francia cerró con broche de oro su participación en esta edición de la Copa Mundial FIFA 2018 que ayer domingo culminó con el triunfo galo por 4 a 2 contra Croacia, aquel país balcánico que hizo historia en este torneo y del cual todos nos sentimos orgullosos.

Francia llegó con pretensiones a esta nueva edición de la Copa del Mundo y no es sorpresa que haya alcanzado por segunda vez la gloria futbolística, porque se trata de un equipo que siempre trata bien al balón y esa es la característica de los franceses, quizá debido a ese espíritu que les hizo universales porque, me animo a decirlo, ellos acarician la pelota y la tratan como una amante. Alguien dijo alguna vez que no hay mejores amantes que los franceses y las francesas y eso se traduce en el futbol. Miren nomás las proyecciones de Griezmann y Mbappé, que le dan al juego la aureola romántica y enternecedora.

Esta edición que acaba de terminar es una de las mejores que he visto, y esta es mi apreciación personal, por la calidad de los equipos y por su implicancia en todos los aspectos de la vida de quienes amamos el futbol. Hemos gozado de todos los partidos, de todas las jugadas, de los errores y de las torpezas de los arqueros, como el del argentino Caballero y, en la final, del francés Lloris. Recuerdo a Higuita, de Colombia, cuando alguna vez quiso pasarse de vivo y le costó caro a su equipo.

Lo hecho por Croacia es destacable. Fue un equipo que como el buen artesano fue construyendo su ascenso con paciencia y tesón donde destacó Luka Modric, y sobre quien descansó la organización del ataque de su equipo, que supo organizar sus ataques por la punta izquierda por donde llegó a los goles y que fueron letales para sus adversarios. Croacia, de hecho, se convirtió en la selección que generó más simpatías en los aficionados de todo el mundo al que contribuyó porque aportó lucha, esfuerzo y una confianza en que se puede lograr lo que se propone.

Rusia 2018 nos deja un sabor indefinido pero agradable en nuestros ánimos. Ya no somos los mismos porque hemos sentido que nos hemos universalizado más aún con la selección peruana siendo una de las actoras de este torneo de donde regresamos temprano pero dejando la sensación de la meta alcanzada porque volvemos con un triunfo, a diferencia de los Mundiales de México 1970, Argentina 1978 y España 1982, de donde, como lo recordaba mi hijo William Boris, nos despedimos con derrotas, siendo las dos últimas las más dolorosas. Rusia 2018 tiene para los peruanos la sensación de que hemos cumplido, aunque los obsesos de los éxitos, dirán que así no vale.

Nos despedimos de Rusia 2018 y volveremos a nuestros quehaceres cotidianos. Nos encontraremos con la tragicómica realidad del “hermanito lindo de mi corazón”, expresión coloquial con el que se construyen las influencias para mantener las hegemonías de las cúpulas en la alta burocracia del Estado, como lo acreditan los audios que han difundido hasta la saciedad. Tal vez el Rusia 2018 no nos ayude a solucionar los problemas del país, pero ¡cómo lo hemos disfrutado!

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