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domingo, abril 28, 2024

Purificar la fiesta patronal

Son tres las capitales de provincias que celebran la fiesta patronal de la Virgen del Carmen. Es una oportunidad de re encuentro de las personas que nacieron y vivieron en tal o cual localidad, especialmente las promociones de colegios. Se organizan fiestas bailables, encuentros deportivos, reuniones promocionales. En todas esas circunstancias están la comida y la bebida. En pocas oportunidades se organizan encuentros religiosos; pues, la razón de tales re encuentros anuales es precisamente la participación en la fiesta patronal Virgen del Carmen, es decir, una fiesta religiosa dedicada a la Virgen María, a la madre de Jesús, el Hijo de Dios.

En la celebración de una Misa, en plena fiesta patronal, el Párroco hizo alocución de la escasa asistencia de la población a las actividades religiosas, en contraste con la masiva asistencia a las otras actividades de la patrona. Dijo más o menos así: “vamos a conversar en una reunión de carácter urgente, conjuntamente con las autoridades, sobre la clausura de algunas cabezonías y/o la creación de otras. Hay que purificar la fiesta patronal, porque es una fiesta dedicada a la Virgen del Carmen. La esencia de la patrona debe estar enmarcada a ella, a engrandecer sus bondades, porque siendo tan humilde ha dado el SI al mismo Dios, para darnos a su Hijo, quien ha venido a Salvarnos de los pecados que no nos cansamos de cometer”.
Si bien es una oportunidad de re encuentro entre promociones y familiares, pero, es la Virgen María, la razón fundamental de la fiesta, entonces, además de platicar y confraternizar entre la personas, hay necesidad primero de ponerse en la voluntad de Dios, luego, seguir con las otras actividades. No está bien hacer todas las otras cosas y no hacer nada por la Virgen. Haciendo una analogía, es más o menos como ir a visitar a nuestra madre y estar todo el tiempo con el celular, con los amigos y bebiendo abundante licor. ¿La madre? Sentada en un rincón, sola, sin conversar con sus ebrios hijos ahí presentes.

En algunas localidades se da alimentación a todas las personas visitantes a las cabezonías. Los organizadores, como una ofrenda a la Virgen, se preparan durante todo el año para atender con esa masiva alimentación: Cada uno se provee de un chancho, una res, diez gallinas de chacra, media hectárea de yuca, media hectárea de plátanos, media hectárea de frijoles, una hectárea de maíz paisano para chicha, dos o tres timbos de uvachado. La gente de la localidad no solo va a comer, sino muchos van con envases para llevar comida adicional a sus casas. Alguien se pregunta: ¿Por qué ese alimento no se da a las personas que realmente necesitan? ¿La Virgen no se sentiría más contenta? Algo similar ocurre con la chicha de maíz. No solo los danzantes de las pandillas disfrutan de la bebida, sino también los visitantes a las cabezonías. Pero, los vecinos ya saben que además deben ir a traer las veces que quieren chicha en envases adicionales. Quizá por esa razón, el gasto en azúcar es fuerte y las “chicheras” se cansan, entonces, es allí cuando se produce el agregado de “agua de caño”. Algo similar ocurre con el uvachado.

La gente sale de sus casas cuando en auténtica algarabía pasan por las calles los danzantes de las pandillas. Hombres y mujeres están empapados de sudor. Un centenar de niños sigue detrás, observando los mínimos detalles y soltándose en jugosas carcajadas cuando las parejas se caen tras improvisados y bruscos empujones de otras parejas. Más de cien mototaxis van detrás, con pasajeros que generalmente son visitantes de otras ciudades y países. Hay gente que saca la cabeza de la puerta semi abierta de su casa para observar el baile masivo. Otras personas salen en mancha a la vereda y desde allí gozan de la peculiaridad de la danza pandilla, cuando de pronto aparece “la carachupa” muy cariñosa, arrimándose a la gente observadora con delicadeza, a veces con la cola roza a cuanta persona está parada; pero, ellas ya quedaron embarradas de la piel del “gigante armadillo”. La mayoría queda riéndose, quizá otras muestran leve enojo porque de repente tenían puestas su mejor ropa. Los niños, los motocarristas con sus pasajeros no dejan de soltarse en risotadas fuertes. Desde una esquina mira el Párroco y piensa: “Si toda ésta masiva gente participaría en las Misas y las veladas nocturnas, la fiesta patronal sería un éxito total”. La muchedumbre ingresa a la cabezonía y las servidoras en pates hacen entrega de chicha a todos los danzantes. A veces, en alguna esquina o en la calle se encuentran los danzantes de dos o tres cabezonías, allí la fiesta alcanza su máximo clímax, donde todos gozan y disfrutan de la fiesta patronal Virgen del Carmen.

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