1Desde la época en que se asentaron las primeras comunidades en lo que hoy día es la ciudad de Tarapoto, que incluye a las localidades de Morales y La Banda de Shilcayo, quizá ya presentían que su destino era ser una pequeña megalópolis pues, al paso que vamos, todo el Bajo Mayo estará urbanizado y no quedarán tierras para cultivo ni espacios públicos para solaz y distracción de la gente. ¿Será este el ´destino manifiesto´ de esta bella y cosmopolita ciudad?
Desde la gestión de Armando Gonzales del Águila Tarapoto comienza a dar un paso hacia su modernidad, con el asfaltado de los jirones Lima y Alfonso Ugarte. Esas obras fueron un salto cualitativo en el desarrollo urbanístico de la ciudad. Pero un detrimento de esa gestión fue ceder en uso el otrora Campo Ferial, agravando la carencia de espacios públicos, de los que carecemos y a ningún alcalde –que por tener criterios equivocados sobre el desarrollo—se le ocurrió abordar este aspecto y que si siguen siendo autoridades lo van a hacer sin visión del verdadero desarrollo. Entonces, estamos advertidos.
Tarapoto hoy en día es una urbe con todos los servicios que una ciudad moderna tiene. Estar en cualquier barrio de la ciudad es como estar en la Gran Manzana o en Picadelly Center, o en el Barrio Latino. Pero no todo es color de rosas. A los gobernantes solo les ha interesado llenar de cemento la ciudad y acabar con los espacios públicos, las calles y avenidas, y el tema de la cultura y el medio ambiente les ha importado un reverendo carajo, lo mismo que a sus asesores o la gente de sus entornos. Me he cansado de alcanzar a las autoridades unas propuestas realmente valiosas para la ciudad y la región, pero solo he tenido como respuesta el silencio.
Los gobernantes, de todos los niveles, han tenido de acompañantes a gentes que les hablaban al oído para ningunear las propuestas y ya vemos los resultados, porque no tenemos ninguna obra realmente trascendente y esta gente es probable que seguirá haciéndose acompañar de la misma gente que solo logra hacer que sus gestiones sean mediocres. Conocemos a sus “asesores” que solo saben poner sellos y números a los documentos, y quieren pasar por expertos en sumo grado. Las evidencias los vemos.
La modernidad hizo que Tarapoto dejara ese provincialismo al hacer posible que todos nos conociéramos. De esa ciudad provinciana, que tenía su propia intimidad y que era parte de su encanto y que se ha perdido definitivamente. Hoy es una urbe con edificios por doquier, con su bullicio que ha dejado de ser intermitente, con un tráfico endiablado por todas las calles de la ciudad, con sus vehículos con lunas polarizadas que circulan y con sus ocupantes como queriéndonos decir que ellos se encuentran en otro nivel y que los otros transeúntes citadinos son seres que no pueden igualarse con ellos, lo que no es sino otra forma agresiva de decirnos que todos no somos iguales. Y estos son temas que ni a los alcaldes, ni a sus regidores ni a sus funcionarios les ha importado.
Tarapoto deja de ser esa ciudad civilizada y querendona desde inicio de los años setenta cuando la plancha al carbón marca Gallo deja su lugar a la plancha eléctrica; cuando la gente deja de tener abiertas las puertas de sus casas donde siempre había una radio Nivico o Philips y los matarifes eran los reyes del mercado. Cuando las orquestas Cubancan Jazz y La Costanera dejan su lugar a la ´Jhonny and Coco´ que nos hacía bailar con toda la furia y emoción del mundo y cuando decíamos: ¡Patitas, para las que te quiero!…. Más aún cuando estábamos con una buena chibola.