sisifo redimido
Wílter Pérez Barrera
Lic. Ciencias Politicas y Asuntos Internacionales
Al respecto de la participación social en política, Bertolt Brecht (dramaturgo y poeta alemán) decía:
“El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de [la medicina], depende de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y, el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”.
Al leer esta sentencia de Brecht y al observar la decadencia política en San Martín, cabe hacernos la ineludible pregunta: ¿Son los sanmartinenses parte de una sociedad de analfabetos políticos? En Tarapoto y la región San Martín hemos sido testigos de cómo la justicia se ha encargado en reiteradas oportunidades de poner en libertad a quienes con alevosía, ventaja y pugnacidad se han enriquecido de manera muy sospechosa a partir de su posicionamiento en cargos públicos. Lo preocupante de esta situación es que a pesar del comportamiento nocivo de los políticos tradicionales observamos como la población en su conjunto, cual ratones siguiendo en masa al flautista de Hamelin, eligen y re-eligen a cada uno de los que han sido sospechosamente “absueltos” de las acusaciones de dolo con respecto a sus fortunas o a los mismo políticos tradicionales que han traicionado los intereses del pueblo con reiteradas promesas incumplidas. Reelegir a personas con tales “prontuarios” se puede explicar únicamente por medio del diagnóstico de alguna patología del comportamiento presente de manera endémica en dicha sociedad–yo sugiero el Síndrome de Estocolmo. En terminos generales, lo cierto es que el analfabetismo político en San Martín es un problema que requiere atención inmediata. Si bien esta función, la de erradicar el analfabetismo político, es corresponsabilidad de los gobiernos y la sociedad, en la práctica es y debería de ser responsabilidad del ciudadano.
La otra pregunta que deberíamos hacernos es si existe acaso una relación positivamente proporcional entre el analfabetismo político y los intereses de los partidos políticos tradicionales en San Martín. Es decir: ¿Existe alguien o algún grupo que se beneficie del analfabetismo político de los sanmartinenses? ¿Quién o quiénes? La población, claro está, es cómplice no quizás de manera consiente, sino a manera de un falso sentido de impotencia frente a la aparente inexpugnabilidad de la corrupción en la política. Pero regresemos a los partidos políticos: ¿Por qué habrían de estar interesados ellos en que los sanmartinenses se mantengan sumergidos en el analfabetismo y la apatía política? Se podría decir que a los partidos políticos tradicionales les conviene la presencia masiva de ciudadanos políticamente apáticos y desinformados en las urnas, porque así tendran ellos mejores oportunidades de ganar las elecciones. Si postulamos, entonces, que, como decía Sherlock Holmes, “busca quién se beneficia y encontrarás al culpable”, no hay que ser videntes ni eruditos para entender lo que sucede en San Martín en materia de analfabetismo político es que nuestra propia apatía política es la que alimenta a los políticos tradicionales y sus gobiernos corruptos–porque no debemos olvidar que, “Un pueblo que elige corruptos, impostores, ladrones y traidores no es víctima, es cómplice”.
Ahora que entramos en una nueva campaña electoral, la pregunta que debemos hacernos es: ¿Seguiremos siendo los sanmartinenses analfabetos políticos y por ende cómplices del círculo vicioso de la corrupción?