El presidente de Bolivia, Evo Morales, ha decidido invertir en Perú para que el gas boliviano se exporte a los países de Asia. La empresa boliviana Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) está invirtiendo unos US$ 400 millones en un ducto de 262 kilómetros entre Ilo (Moquegua) y Charana (Bolivia, frontera con Chile), y en una planta de almacenamiento de diésel, gasolina, crudo y gas.
Mientras tanto, las posibilidades peruanas de explotar los recursos naturales continúan estancadas y amenazadas por una izquierda anticapitalista que entrampa la aprobación en el Congreso de la nueva Ley Orgánica de Hidrocarburos (LOH). Igualmente, esa izquierda pretende establecer zonas de reserva natural en el litoral del norte —donde operan plataformas de petróleo y barcos industriales y de pescadores artesanales— y además apoya el boicot organizado en contra del Oleoducto Norperuano (ONP).
La expansión boliviana en Perú será un hecho en el corto plazo con la venta de gas boliviano en las regiones de Tacna, Moquegua y Puno. Para esto se utilizará la vía férrea que une Perú y Bolivia. La venta de gas boliviano de manera masiva, con la probable construcción de otras líneas ferroviarias por parte de Bolivia, reactivará la economía de las regiones del sur peruano. Los detalles de ambas operaciones (construcción de la planta de almacenamiento y masificación de gas por medio de balones de 10 kg.) se conocerán cuando los diseños finales estén listos. No obstante, ya se sabe que el gas boliviano llega a Perú de manera formal, pero sobre todo de manera informal, de contrabando por la frontera de Puno.
Lo cierto es que las conversaciones sostenidas, meses atrás, entre los gobernadores regionales Walter Aduviri, de Puno, y Zenón Cuevas, de Moquegua, con el presidente de Bolivia, Evo Morales —con la finalidad de exportar gas boliviano subvencionado hacia el sur peruano— han dado buenos resultados frente a la pasividad del Martín Vizcarra. Según han señalado los representantes de YPFB, el precio de los balones de 10 kilogramos será “muy competitivo para hacerlo atractivo”. La competitividad boliviana se explica por la infraestructura energética peruana abandonada y los retrasos en la aprobación de una nueva Ley de Hidrocarburos que aliente nuevas inversiones. Y también por la falta de voluntad en el Ejecutivo para enfrentar la crisis energética que se avecina.
Frente al empeño de Evo Morales nos preguntamos, ¿cuál es la posición del presidente Martín Vizcarra con respecto a la política energética? Todavía no está claro si un nuevo proyecto para una LOH reemplazará al dictamen propuesto en el Congreso de la República. Mientras Morales plantea soluciones de corte empresarial, el Ejecutivo de Vizcarra divaga sin una estrategia que haga frente a la falta de inversiones y proyectos que impulsen las exploraciones y explotación de hidrocarburos, tanto en el litoral de la costa norte como en la selva amazónica.
La producción de gas y petróleo ha decrecido alarmantemente en los últimos años, lo que afectará a la economía nacional y a la población en general. No obstante los conocimientos, la experiencia y la abundancia de riquezas en el litoral y en la selva, el país recurre a Bolivia para salvar la situación de falta de energía. El actual Ejecutivo se rinde a la decidida intervención de Bolivia en temas energéticos, país que también explotará litio, fabricando baterías en base a litio ionizado.
Al respecto, Enrique González, experto en temas relacionados con hidrocarburos, señala que es tiempo de aprovechar los nuevos recursos debidamente sustentados para perforar en áreas distintas. Por los daños ocasionados constantemente al ONP y por la casi nula intervención peruana en el gas, es hora de explorar en el mar, que contiene crudos más livianos para la refinería de Talara, en proceso de modernización. Según el experto, es momento de ofrecer un escenario de reactivación en función a los recursos evaluados y sustentados. Señala que, de acuerdo a la DGH-Perupetro, es viable la exploración de 10 pozos por un valor US$ 100,000 millones. ¿Qué esperamos?, pregunta el experto. ¿Seguimos de brazos cruzando observando el avance boliviano?