Por: Ricardo Quevedo Ramírez
No hay lugar a dudas que la justicia en el país solo funciona para la clase social económicamente alta y para los personajes políticos influyentes, como viene pasando con Alan García quien está celebrando desde hace ya buen tiempo su vergonzosa impunidad, tras recibir inicialmente que no hay rasgos por donde pueda ser investigado sus dos períodos de gobierno.
Lo cierto es que el máximo representante del Ministerio Público, José Peláez Bardales, le está dando la oxigenación política para la sobrevivencia de Alan García y no encuentre ningún tropiezo y obstáculo en su carrera electoral para el 2016.
Con esto queda demostrada una vez más que la justicia en el Perú funciona solamente para los quispes y los mamanis y para toda la clase social totalmente desamparada de todos los elementos básicos. Pero vaya de qué manera funciona… funciona para ser siempre los mal vistos y condenados; pero para la clase influyente económicamente y para los caudillos políticos influyentes como Alan García, lógicamente también funciona, pero a sus favores para estar siempre libres de todo proceso de investigación.
Con esto también queda demostrado que el poder judicial en el país no es independiente, como tampoco son independientes el poder ejecutivo y electoral; los tres poderes del Estado siempre están sujetos al poder de gobierno de turno y de algún ex gobernante como el demagogo García que se siente más que tranquilo porque sabe muy bien que los que administran justicia recibieron ciertos grandes favores mientras era en el gobierno.
Esto cae por su propio peso que nuestros profesionales que dicen administrar justicia, administran únicamente la impunidad de ciertos personajes influyentes en la vida política, demostrando con esto su legítima preparación subalterna y mediocre que están sujetos y que se mueven solamente bajo los grandes desembolsos económicos, tapándoles con esto el libre raciocinio y la capacidad independiente de pensar, que nunca la tuvieron.
A consecuencia de esto, los muchos enceguecidos seguidores de Alan García, manifiestan, “ahí está el poder judicial, no encuentra ningún elemento ilícito de investigación en Alan García”.
Por supuesto que no encuentra, y no encontrarán absolutamente nada contra García, mientras tengamos un Ministerio Público, un Poder Judicial y mientras tengamos jueces digitados por el poder ejecutivo y por ex gobernantes que aún tienen influencia política.
Alan García no tiene ninguna autoridad moral para opinar en el país como tampoco lo tendrá Humala en el futuro. Sugerir que los peruanos en todo el país embanderen sus domicilios el 27 de enero, día que la Justicia Internacional de la Haya dará su veredicto sobre el largo litigio marítimo entre Chile y Perú.
Los ciudadanos de ambos países con sus legítimos principios y dignidad que lo tienen, lo esperarán aquel día de una manera normal, sea los resultados que sean, toda vez, los que pagan las consecuencias y los que levantan el hombro y empujan el carro de ambos países, son los ciudadanos de a pie, que viven el día a día y que no se mueven por ninguna situación de aprovechamiento político, como lo viene aprovechando esta coyuntura Alan García.
En consecuencia embanderada o no el país aquel 27 de enero, los ciudadanos comunes y corrientes seguiremos la jornada del día a día.
Si el resultado es a nuestro favor, no será consecuencia de ningún político del país, ni mucho menos de un Alan García, que debería estar en el banquillo de la justicia si acaso se estrenaría una legítima justicia en el país; y si el fallo es en contra nuestra, tampoco será por la astuta acción politiquera de aquel país del sur, simplemente los jueces internacionales de la Haya, han leído e interpretado, más que el contenido histórico – marítimo de ambos países; interpretaron el sentir psicológico y popular del ciudadano de ambos países.
El resultado será en base a esto, y el político coyuntural de ambos países que están siempre buscando situaciones como estas; buscando siempre manifestaciones históricas a sus favores electorales, no tendrán ninguna cabida en este entierro.