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miércoles, mayo 1, 2024

Triunfo electoral, victoria de la democracia

Las elecciones son el mejor mecanismo para devolver la palabra al pueblo, renovar autoridades, promover ideas y un nuevo ciclo de esperanza y realizaciones

Las elecciones han sido un gran triunfo pese a que fueron organizadas en menos de cuatro meses, sin el arrastre de candidaturas presidenciales, con proliferación de partidos y en un marco judicial agitado.

Lo primero que hay que destacar a propósito de las elecciones congresales celebradas el domingo es que han transcurrido con tranquilidad y participación. Ese hecho positivo contrasta fuertemente con el discurso pesimista sobre nuestro país: las elecciones han sido un gran éxito pese a que fueron organizadas en menos de cuatro meses, sin el arrastre de candidaturas presidenciales, con proliferación de partidos y en un marco judicial agitado. Si la sentencia del Tribunal Constitucional resolvió el problema jurídico de la disolución, el voto popular parece haber resuelto su aspecto político: los partidos que mostraron más radicalismo en definir al presidente como un dictador han sido sancionados en las ánforas y no estarán representados en el próximo Congreso: el APRA, Solidaridad Nacional y Contigo. Fuerza Popular reduce su caudal electoral que obtuvo el 2016 y se ubica ahora en quinto lugar.

La primera mayoría es la de Acción Popular, cuyos dirigentes asistieron a la celebración del partido fundado por Fernando Belaunde en 1956.

Sin embargo, su voto total supera por poco el 10%, lo que evidencia una fragmentación acentuada del electorado. Acción Popular confirma una serie de buenos resultados, que se inauguraron con la candidatura de Alfredo Barnechea en las últimas presidenciales y la de Jorge Muñoz en la municipalidad de Lima. Es de desear que Acción Popular consolide su unidad y contribuya a la formación de una agenda de centro que permita reformas, consensos y el restablecimiento de la confianza en las autoridades. Su programa no tiene grandes diferencias con otros centristas como Alianza para el Progreso, el Partido Morado y Somos Perú.

La gran sorpresa la dio el FREPAP, un partido fundado en 1989 por Ezequiel Ataucusi, quien según el antropólogo Juan Ossio dio lugar a una variante del viejo mesianismo andino. Los miembros del FREPAP impresionan por su manera de vestir, sus barbas bíblicas y su voluntad de llevar ética y productividad a los lugares más pobres y apartados de nuestro territorio. Mientras otros partidos se lanzaban en grandes discusiones, los frepapistas desarrollaban un programa que priorizaba el acceso a medicamentos genéricos, al transporte digno y la educación en valores, pero sin obsesiones de género. El FREPAP supo encontrar un nicho político en un país marcado por una polarización excesiva. Un fenómeno semejante se produjo con Daniel Urresti que logró encarnar las demandas de los desprotegidos ante la inseguridad y no vaciló en atravesar la frontera del populismo y la xenofobia. Algo semejante se puede decir de UPP, que pretendió postular a Antauro Humala, preso por el homicidio de cuatro policías.

Todo parece jugar a favor de un congreso de moderación y diálogo, que se diferencie del congreso disuelto. Y que tome nota de la urgencia de unidad para trabajar contra la corrupción y para dar un nuevo dinamismo a nuestra desacelerada economía. Algunas de las tareas impostergables de los nuevos elegidos ya están definidas: aprobar una ley que haga posibles cambios electorales después del 10 de abril, asegurar la reforma de la justicia, elegir jueces constitucionales, revisar sin obstruccionismo los Decretos de Urgencia publicados en los últimos meses. Esperemos que los congresistas electos respeten la confianza de la ciudadanía. (Beto Cabrera M.)

 

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