Silvia Quevedo Bardález
Despedirse de alguien que es parte de la vida, para siempre, es duro… y más aún cuando el suceso fue muy inesperado.
Acompañar en sus últimos días a alguien por una penosa enfermedad nos ayuda a resignarnos y a prepararnos para el adiós.
Sin embargo, nadie sabe la fecha de partida, nadie tiene asegurado el momento del último suspiro y aveces muchos no queremos ni pensarlo.
Siempre escuché decir que uno debería irse tranquilo/a cuando tenemos a nuestros hijos/as encaminados, ver que han cumplido parte de sus sueños, pues no todos se cumplen, y sentirlos felices con lo que vienen logrando en su vida.
San Martín se despidió de un gran hombre, una persona con quien tuve la oportunidad de trabajar; tal vez no fue mi entrañable amigo, pero lo conocí como un jefe con quien fue muy fácil trabajar. Su disposición por querer un mejor San Martín lo demostró mientras fue presidente del CTAR.
Juan Carlos del Aguila, nos dejó sin pensarlo siquiera, tan inesperada fue su muerte, de una persona joven que tenía mucho por vivir y por seguir dando a quienes tenía cerca. Quién no lo conocía, las empresas encaminadas en San Martín dicen mucho de él. Quién no recuerda además a su padre, un hombre que ha hecho patria en San Martín, ahora lo tiene a su lado.
Mis condolencias a su familia, fortaleza en estos momentos… La vida es tan frágil…