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domingo, abril 28, 2024

¡Tampoco, tampoco!

Un anciano camina a paso lento tratando de llegar a su casa. Alguien le sigue el rastro, lo intercepta y golpea tratando de quitarle el sobre con dinero. Él se aferra a esa jubilación que acaba de cobrar, piensa en su esposa enferma, pero a ellos no les importa. Lo arrastran, patean y lo dejan casi moribundo. ¿Tuvo miedo de morir? Sí, pero está tranquilo, porque el que lo asaltó fue capturado y cumplirá su condena en prisión.

Una jovencita universitaria se traslada en un microbús en Chiclayo. Está emocionada porque en su mochila lleva el dinero para cancelar su grado de bachiller, sin embargo todo se vuelve gris cuando sube un sujeto y le intenta quitar la mochila, ella está aterrorizada, sus sueños se están cayendo por pedazos. Se aferra al dinero para cumplir su sueño académico. Él se enfurece y le dispara dos veces en el abdomen. Ella muere, él es capturado y recluido en la cárcel.

Una mujer regresa a su casa después de trabajar todo el día. Está cansada y quiere ver a su hijo de 3 años, cruza de prisa la avenida en medio de la oscuridad porque siente que alguien se acerca a ella. Tres sujetos la arrinconan y la violan, no contentos con ello, la asfixian hasta matarla. Da el último grito de desesperación y solo piensa en su hijo. La policía llega ante el llamado de los vecinos y captura a los sujetos, quienes solo atinan a decir que ella los estaba seduciendo. A los delincuentes no les importa ir a la cárcel, porque su enfermedad y la satisfacción de haber agredido sexualmente, puede más.

Una mujer atormentada por los celos de su esposo se acuesta en su cama como todas las noches, tiene miedo a que su pareja la violente, ruega que no llegue ebrio, porque es más agresivo cuando tiene alcohol en el cuerpo. Él llega y le reclama por ese amante imaginario que tiene en su cabeza, ella intenta abrir la puerta y escapar. Él la agarra por el cabello, la tira al suelo y la acuchilla una y otra vez hasta matarla. Él intenta huir, es capturado y recluido en un penal.

Todas estas víctimas sintieron miedo al ver que en escasos segundos sus vidas eran arrebatas. Sus familias también sintieron miedo de que la justicia deje al delincuente y asesino suelto. Pero no, a veces la justicia trabaja en favor de la víctima y hace que los culpables paguen sus delitos en cárceles, aquellas de muros y rejas en donde juntan a toda la escoria. Ahí se encuentran asesinos y delincuentes de los más peligrosos, extorsionadores, estafadores, narcotraficantes, violadores, secuestradores, algunos con delitos menores como omisión por alimentos y uno que otro inocente.

Estos mismos personajes que conviven por meses y años en un penal, ahora reclaman su “derecho a la libertad”, a viva voz gritan que tienen miedo a morir. Y con ellos, muchos reclaman a voces el derecho de los presos, pero pocos hacen valer el derecho de las víctimas.

Sí, hacen motines, prenden fuego a colchones, intentan amedrentar a la policía y amenazan, todo con violencia, porque es su naturaleza, la misma que saldría a relucir si estuvieran libres y campantes en las calles.

¿Injusticia con ellos? No, señores. Los que lideran estas revueltas no son angelitos de Dios, incluso los 9 internos que murieron en el motín en penal de Castro Castro, no eran santos de devoción. Por ejemplo, Héctor Palomino, asaltó un colegio (en el que había estudiado) y apuntó con una pistola a una madre con un niño en brazos. Y Jaime Tasayco, en abril del año pasado, asesinó a cuchilladas a su expareja en un hostal de Santa Anita y luego intentó suicidarse tomando veneno.

¿De qué derechos humanos estamos hablando? Los reos están pagando sus delitos, aquellos que cometieron porque les dio la gana. Estos delincuentes tuvieron las agallas para apuntar con una pistola, violar y matar, buscaron lo fácil. ¡No son inocentes! ¿Tener pena por ellos? ¿Yo, por qué? Tristeza me dan los niños que se quedaron sin madre por culpa de un asesino. Pena me da los padres de la niña violada y asesinada. Lástima me da la mujer que se quedó con su esposo inválido por culpa de unos delincuentes.

Sé que muchos pensarán que soy inhumana, que no tengo sentimientos, que nadie merece morir así. Y les doy la razón, nadie merece morir así y tampoco nadie merece morir porque a un sujeto se le ocurre robarle, asesinarle a sangre fría o violarla hasta dejarle sin vida.

“¿Abrimos la cárcel para que salga un criminal, un violador, un feminicida? Me parece que no. ¿Que salga un corrupto que le ha robado al estado, un violador de niños? el gobierno no lo va permitir”, enfatizó Martín Vizcarra. Y muchos estamos de acuerdo con el discurso que dio ayer.

Solo por lógica, si un personal de salud o un policía muere cumpliendo su labor, es natural que un delincuente cumpla su condena pase lo que pase ¿O no?

Sin embargo, considero que se debe evaluar y dar libertad a quienes tienen delitos menores. Porque no es lo mismo un asesino que una persona que cumple prisión por omisión de alimentos. También se debe evaluar los miles de casos de personas sin sentencia, muchos de ellos inocentes, que no tienen apoyo económico para que la justicia se ponga a trabajar en su caso. Ellos, los inocentes, merecen libertad.

¿Qué derecho piden? ¿Libertad? Siempre tendrán prisión en su vida, no solo entre muros y rejas, sino aquella que no les dejará vivir en paz, esa culpa por haber quitado los sueños y la vida a muchas personas.

Así que no sean frescos, si están presos es porque quisieron estarlo…así que ¡Tampoco, tampoco!

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