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miércoles, mayo 1, 2024

¡No visites a tu madre!, mírate el ombligo

Este año la celebración del Día de la Madre será atípica. Los hijos que no vivimos con nuestras madres no le daremos ni abrazos cariñosos ni besos en la frente. La mejor manera de expresarle nuestro amor será no visitarla, no verla, no tener cercanía física con ella.

Aunque parezca una triste paradoja del tiempo de cuarentena, no estar con tu mamá en su día es la mejor manera de demostrarle tu amor.

La tecnología no sustituye los abrazos, los afectos, un cercano te amo, pero la época actual impide exponer al peligro a la persona amada. Stephen Kissler, investigador postdoctoral en la universidad de Harvard, señala que tendremos, todavía, numerosos períodos de distanciamiento social hasta que baje la cantidad de infectados, haya vacunas o tratamientos que curen este coronavirus.

Si no abrazas a tu mamá por su día ella lo entenderá porque las madres saben lo que es privarse, sacrificarse y esperar. Lo hicieron durante el embarazo, en las madrugadas atendiendo al recién nacido o entregando el último pedazo de comida de su plato cuando su retoño se lo pedía.

El aprendizaje de una mujer se acrecienta cuando el hijo está en peligro. La literatura lo grafica con Pelagia, personaje central de la novela La madre de Máximo Gorki. Una anciana timorata, sometida por el marido, pero que ante la adversidad de ver a su hijo encarcelado injustamente se transforma, actúa valientemente, luchando por la verdad y la justicia.

Cuando uno de los hijos es asesinado como le ocurrió a Liborio en la premiada obra peruana Rosa Cuchillo, aunque la misma madre reconozca que “de pena me he muerto”, así fallecida, no solo pregunta a gritos cómo y dónde murió sino que viaja por lugares inhóspitos para buscarlo. De igual manera cientos de madres campesinas buscaron a sus hijos desaparecidos durante la cruenta guerra interna que vivimos hace cuarenta años.

Sin embargo, una madre también puede fallar. El científico británico Stephen Hawking afirmó que “una de las reglas básicas del universo es que nada es perfecto… Sin la imperfección ni tú ni yo existiríamos”, gran verdad que nos recuerda que estamos en un mundo, eso sí, perfectible. La aceptación y el perdón transforman y superan conflictos.

En esta fecha especial tener en cuenta el inicio de la vida. Miremos nuestro ombligo, la cicatriz que ahora es un símbolo de la unión con nuestra progenitora, un recuerdo que pone en perspectiva lo frágiles que fuimos y la atención que recibimos en el vientre materno.

A pesar de los años, podemos rezarle y decirle que “en momentos alegres sentado a tu lado reía y en mis horas difíciles dabas tu corazón”, como entonó Roberto Carlos en la canción “Lady Laura” que compuso inspirado en su amor maternal.

Las madres tienen la capacidad de ejercer todos los oficios y profesiones en beneficio de los hijos, ser creativas, hacer magia, acompañar y permitir que “vuelvan la alegría y la fiesta” como hizo la Virgen María en las bodas de Caná.

En su poema, Carlos Oquendo de Amat destaca la pureza y vitalidad de la mamá, es tiempo de decirle a cada una lo admirable de su nobleza, virtud y ternura; pues, madrecita linda “ante ti callan las rosas y la canción”.

Oswaldo Díaz Chávez

Periodista y Docente de Literatura

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