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domingo, abril 28, 2024

¡Juan Provelanio Paredes Sánchez ya descansa en paz!

Nacido un 06 de agosto de 1933, en Juan Guerra, San Martín, Perú, Juan Provelanio Paredes Sanchez llegaría a ser un referente imprescindible de la maravillosa familia de los López y Arévalo. Porque hay que ser tocado por la divinidad para convertirse en alguien tan amado y querido, tan apreciado y valorado y de tanta significación en nuestras vidas. Y ese ser humano fue Juan Provelanio. No voy a hacer una necrología de su vida.

Quiero en estas páginas recoger la esencia de su espíritu y de lo que significó para todos nosotros, durante esos largos años cuando, al casarse con mi prima hermana Betty López Arévalo, el 17 de junio de 1961, llegó a nuestra familia vinculándose con ese lazo indisoluble que solamente las personas que aman a la humanidad pueden hacerlo. Y ese ser humano fue Juan Provelanio: un ciudadano de valores muy fuertes y arraigados; sereno ante las dificultades, pragmático para entender la vida, tierno y amoroso con todos aquellos que merecían sus afectos y, más aún, solidario, a pesar de ese rostro que, en algunos momentos, podría ser muy serio y severo.

Hijo de Wenceslao Paredes Grandez y Mercedes Sánchez Torres, honorable familia juanguerrina, fue hermano de Adriana, Elizabeth, Gema, Siduith, Elda, Mercedes, Lilia y Denis. Me imaginó su niñez inquieta en esos quinillales de Juan Guerra, antes del comienzo de la devastación de sus bosques para sembrar tabaco y maíz y lotizarlos. De Juan Provelanio puedo decir que fue un ciudadano completo, pues, estando trabajando en la Caja de Depósitos y Consignaciones, sirvió en el ejército peruano en la guarnición de Iquitos, donde, por sus cualidades intelectuales fue muy reconocido por la oficialidad, de donde retornó reincorporándose a su centro de trabajo.

Años después se convertiría en Banco de la Nación, donde llegaría a ocupar cargos de mucha responsabilidad. Esta experiencia de Juan Provelanio tiene su parangón con el caso de Al Stephenson, de la famosa película “Los mejores años de nuestra vida”, sobre el que escribí también. Juan Provelanio, al lado de Betty, supo inculcar fuertes valores a sus numerosos hijos, y que llegarían a ser reconocidos profesionales: Juana Mercedes y Betty Salimova (Doctoras en Medicina) Rocío de Jesús y Katyuska Milagros (Doctoras en Odontología), Juan José (Marina de Guerra del Perú) y Juan Wenceslao (Ingeniero Mecánico Electricista). ¿Quién no estaría orgullosos con tantos hijos maravillosos? Pero nada resulta del azar.

Es la cosecha de lo sembrado en tantos años: amor por la lectura, tener una mente inquieta y abierta, defensor acérrimo de la naturaleza, ser partícipe del cambio y la innovación. Y además, ser aficionado al arte, porque Juan entonaba su guitarra y nos deleitaba con esos sones especialmente con temas de Los Chamas y esos boleros románticos que eran la demostración de que era un hombre feliz y realizado.

En lo personal tenía una vinculación con Juan Provelanio, por su alegría y buen humor y sus ocurrencias y la forma de contarlas, que eran una delicia. Solía decir que él era la única persona que iba a Juan Guerra en helicóptero. Así era realmente: montaba su caballo al que había puesto de nombre “Helicóptero” y partía para el lugar. Tenía otra vinculación con él porque ambos salimos del Instituto Nacional Agropecuario No. 10, de Tarapoto. Así era Juan Provelanio Paredes Sánchez: un ciudadano cabal y singular. Un juanguerrino que se convirtió en ciudadano del mundo, falleciendo en la ciudad de Riverside, cerca de Los Ángeles, California, Estados Unidos, el martes 09 de la semana pasada. Juan Provelanio fue un hombre que entendió su misión en la vida y lo supo cumplir con creces.

¡Descansa en paz, hermano Juan Provelanio! (Comunicando Bosque y Cultura).

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