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martes, abril 30, 2024

No permitamos que esta crisis sea una oportunidad perdida de cambiar como sociedad.

NO HAY DERROTA, SI HAY ESPERANZA

La sociedad como la entendemos hoy en día está en peligro: el individualismo, el “sálvese quien pueda” y otra pandemia de la corrupción que acecha cada escenario de la vida en calles, oficinas y “salitas de cafecitos”.

Toca a los colectivos de nuestros jóvenes hacer las cosas distintas, nos jugamos demasiado, estamos colocando sobre sus hombros pesadas responsabilidades, pero deben ser ellos, los que den los pasos correctos.

Toda crisis también puede ser una oportunidad para empezar a corregir las cosas y qué mejor ocasión que la actual para empezar a dar pasos en lo que debería ser una cruzada nacional.

La vacunación irregular de un grupo de personalidades golpea con severidad el esfuerzo desplegado para recuperar la confianza de la población en sus autoridades y ocasiona un grave daño al impulso de la ética en el servicio público.

Pocos son los que creen que este lamentable suceso es un hecho aislado. Más bien, existe el consenso de que es la reiteración de una conducta que antepone el beneficio propio, antes que nada, aun cuando vaya en contra de los intereses del país.

Se trata del rasgo de un sector de nuestra sociedad que ha sido estudiado por las ciencias sociales. De acuerdo con el psicólogo social Jorge Yamamoto, existe en un grupo de peruanos el llamado “sentido de derecho”, el cual les hace creer equivocadamente que son poseedores de derechos especiales y exclusivos frente a los demás.

El punto de referencia de estas personas es ellos mismos y en virtud de ese modo de pensar es que vemos casi a diario actos contrarios a una convivencia social solidaria, pacífica y democrática. Los comportamientos discriminatorios con motivos raciales, el desacato a la autoridad, la falta de educación vial de los conductores y, en general, la transgresión a toda norma son ejemplos específicos de ese perverso “sentido de derecho”.

El caso de las inmunizaciones que beneficiaron de forma indebida a diversas personalidades de los ámbitos público y privado sería un ejemplo más de este rasgo de nuestra sociedad, aunque más grave todavía, pues las dosis bien pudieron servir para proteger a cientos de miembros de los servicios sanitarios de todo el país que arriesgan a diario sus vidas en la primera línea de combate contra la pandemia del nuevo coronavirus.

No cabe duda de que nuestra sociedad no será completamente justa y democrática si es que el problema no se erradica de raíz cuanto antes.

La juventud constituye la tercera parte de nuestra población. Sin embargo, su importancia no radica en el peso numérico, sino en la potencialidad que ellas y ellos representan para el desarrollo de nuestra comunidad, aprovechar al máximo la oportunidad invirtiendo en educación, salud, preparación para el trabajo y redes de apoyo y protección, de tal manera que los jóvenes estén más capacitados, SOLIDARIOS, productivos, y cuenten con mayor potencial para contribuir al fortalecimiento de la competitividad del país, lejos de las viejas mañas y argucias.

A fin de lograrlo, quizá sea necesario trabajar desde la familia, la educación primaria con el propósito de inculcar en los niños, es decir, en los peruanos del futuro, la convicción de que este tipo de conductas no abonan al objetivo de construir un país donde rija el imperio de la ley y en el cual no haya espacio para quienes no tienen reparos en atropellar los derechos de los demás.

Esta crisis de ética y moral, como la ha llamado el presidente Sagasti, desalienta a la nación. Sin embargo, toda crisis también puede ser una oportunidad para empezar a corregir las cosas y qué mejor ocasión que la actual para empezar a dar pasos en lo que debería ser una cruzada nacional con participación de padres de familia, escuelas, medios de comunicación, autoridades y empresas, entre otros.

La política no puede seguir siendo una tarea de la que otros se encarguen, esto requiere un compromiso participativo de toda la sociedad. Somos un país con enormes desafíos. Nos estamos enfrentando a una corrupción a la que nos hemos acostumbrado y que podemos cambiar.

Las futuras generaciones de peruanos merecen un país mejor en todos los ámbitos. Trabajemos con ahínco para lograr ese anhelo.

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