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miércoles, mayo 1, 2024

A 29 años de la captura del terrorista Abimael Guzmán

¿Qué ha cambiado en el país? 

Mañana 12 de setiembre se cumple 29 años que la casa de Maritza Garrido Lecca fue intervenida por el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) para arrestar a Abimael Guzmán, del movimiento terrorista Sendero Luminoso (SL), el mal llamado “presidente Gonzalo”, un “presidente” que no fue elegido por nadie más que por su propia conciencia asesina y devastadora. 

Son 29 años desde que el grupo criminal, responsable de la mayor cantidad de víctimas durante el período de violencia entre los años 1980-2000 fuera atrapado sin el ruido de una sola bala, sin el golpe de una emboscada violenta como las que estuvieron ellos acostumbrados a realizar. 

Solo un grupo de agentes policiales, con escasos recursos, sin apoyo político (porque el fujimontesinismo no podía permitirse una captura así sin que ellos la manosearan), lograron tras un arduo trabajo de seguimiento e investigación, dar con el paradero de criminal Guzmán Reynoso. 

Casi tres décadas han pasado luego de ese hecho, y su posterior presentación con el clásico traje a rayas para luego ser trasladado a la Base Naval del Callao. Casi tres décadas, donde en medio de acciones de los remanentes senderistas que, unidos al narcotráfico, pretenden seguir sembrando terror en el VRAEM, vale la reflexión ¿qué hemos aprendido y que ha cambiado en el país? Sí, que hemos aprendido, sobre todo los jóvenes profesionales y los estudiantes con información distorsionada o mal intencionada y segada lejos de la realidad y sus verdaderos actores. 

¿Hemos aprendido a reconocer lo vivido durante 20 años desde que SL decidió tomar las armas para atacar a los peruanos? Lo reconocemos, SI y lo hemos condenado, no con odio y sin la intención de dar un mínimo espacio para ventilar aspectos para una verdadera reconciliación nacional. 

¿Ha cambiado algo en el país? En el aspecto político, el fujimorismo que se adjudica la captura de Abimael, cumple un rol preponderante en el país, pues son la principal oposición a cualquier intento de memoria, de recordar lo que ocurrió en el país durante 20 años. Para ellos solo existen las víctimas de Sendero Luminoso, no existe lo que pasó con los otros crímenes, desde las órdenes de Fujimori y Montesinos (que hoy purgan prisión por esos hechos) por acciones reprochables. 

¿Está el terrorismo consumado? Es una pregunta que genera más de un debate. Para algunos la caída de Guzmán y su cúpula terminó de erradicar la acción violentista de Sendero. Para otros, las acciones del denominado “Camarada Artemio” en el VRAEM siguen siendo una muestra de que el terrorismo no está exterminado y que hoy junto al sucio dinero del narcotráfico busca un espacio para seguir agrediendo al país. 

Sin embargo, lo que no se puede negar es la aparición -desde hace muchos años- de un órgano político que busca la mutación de Sendero Luminoso. El MOVADEF ha mostrado -aunque muchos lo nieguen- una fuerte posición en diversos sectores, se ha comprobado que el aparato ideológico de Sendero busca posicionarse en la política peruana tiene la capacidad de organizase si así lo plantean. 

Hay que recordar que la posible ilegalidad del MOVADEF, sindicado como un movimiento que comete el delito de apología al terrorismo, se encuentra estancado en el marco de un proceso donde una acusación fiscal aún no es emitida con lo cual el Poder Judicial se encuentra atado de manos para definir o no si es que este movimiento puede ser aislado de la vida política y perseguido por la justicia. 

Y la cereza de este pastel extraño, es el de la liberación de terroristas que ya cumplieron la condena establecida por el sistema judicial, luego del allanamiento ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde el Estado Peruano aceptó que las sentencias emitidas por los tribunales sin rostro, del fujimorismo, no cumplieron con los estándares adecuados y se violentó el debido proceso. 

Debido a ello, figuras de Sendero han dejado o están por dejar la prisión. “Pero no han pagado la reparación civil”, “No están arrepentidas”, se apuran en resaltar los que están en contra de la libertad de las integrantes de SL. Y precisamente lo hacen quienes tienen como líder a un personaje preso por violación a los derechos humanos que tampoco ha pagado su reparación civil y que -menos aún- ha expresado su arrepentimiento. 

Lo cierto es que aún falta mucho por aprender en busca de una memoria colectiva y de una verdadera reconciliaciónEstas liberaciones nos ponen una prueba dura, nos retan nuevamente a demostrar de qué estamos hechos los peruanos. Nos pone al frente la posibilidad de mostrarles a los terroristas que quisieron destruir nuestro país, que podemos ser mejores que ellos, que el dolor sufrido no nos hará violentar la ley, pero tampoco podemos darle un espacio al “nuevo” Sendero, reciclado en Movadef. 

Desafío 1509 – Operación Victoria – 

La noche del sábado 12 de setiembre de 1992 fue capturado el cabecilla del grupo terrorista Abimael Guzmán, por un grupo de agentes del Grupo Especial de Inteligencia (Gein), de la Policía Nacional. 

La denominada Operación Victoria se inició aquel día bajo la conducción de Benedicto Jiménez y Marco Miyashiro, dos oficiales de Policía que habían logrado llegar hasta el círculo más cercano de la cúpula de Sendero Luminoso con el Gein, creado en 1990. 

El último día en libertad de Guzmán se inició cuando los agentes Ana Cecilia Garzón (Gaviota) y Julio Becerra (Ardilla) llegaron a una tienda ubicada al lado de la casa de la calle Varsovia 459 (antes Calle 1), del barrio Los Sauces, en el distrito de Surquillo, donde vivían los senderistas Carlos Incháustegui y Maritza Garrido Lecca. Ambos personajes habían alquilado la vivienda para esconder a los principales dirigentes de Sendero Luminoso, bajo la fachada de una academia de danza. 

Ardilla y Gaviota reemplazaban en este punto de vigilancia a dos agentes varones asignados a dicha tarea, pero que fueron relevados para no despertar sospechas entre los ocupantes de la vivienda. 

Con la alta sospecha de que en esa casa se escondían los dirigentes senderistas, los agentes policiales solo esperaban la orden para el ingreso con una tarea clara: evitar a toda costa que la puerta de ingreso a la vivienda se cerrara una vez que se retirasen las visitas que habían recibido Garrido Lecca e Incháustegui. 

Esperar el momento significó para Ardilla y Gaviota permanecer en la bodega ubicada al lado de la casa vigilada, tratando de no despertar sospechas ni alertar a los vecinos. “Compramos una gaseosa de 50 céntimos y un chizito. Fueron las cuatro horas (de espera) más largas de nuestras vidas”, recuerda Ana Cecilia Garzón, quien por entonces ya era pareja de Becerra. 

Ambos actuaron como lo que eran: dos enamorados que consumían el tiempo conversando y vigilando, sin importar el frío de la tarde ni de la noche que estaba por caer. 

Gaviota tenía una radio en la cartera, con la cual discretamente se comunicaba con los otros agentes que hacían vigilancia en las cercanías. El cerco estaba listo y se iba estrechando cada vez más. 

Cerca de las 20:00 horas se escucharon movimientos en el interior de la vivienda, media hora después las puertas se abrieron y salieron los invitados. Fue entonces que Gaviota y Ardilla se miraron y asintieron: “Es el momento”.  

Desenfundaron sus armas, se identificaron como policías y pidieron que nadie se moviera. Maritza Garrido Lecca empezó a gritar que la estaban asaltando. Incháustegui se abalanzó sobre Ardilla en un intento por quitarle el arma, pero Gaviota reaccionó disparando al aire. Ese tiro era la señal que aguardaban los demás agentes para entrar en acción. 

Con los intervenidos de cara al suelo, Ardilla ingresó en la vivienda. En el primer descanso de la escalera observó a una mujer que luego se escondió en el segundo piso de la casa, él la siguió hasta una habitación donde halló a Abimael Guzmán, sentado detrás de un escritorio.  

“Si te mueves, te mato”, le advirtió. El cabecilla de Sendero Luminoso ha caído, 12 años después de haberle declarado la guerra al Perú. 

«Positivo para el Cachetón» 

“Tenemos al Cachetón, tenemos al Cachetón”, «positivo para el Cachetón», se escuchaba decir a los agentes vía radio. 

Hasta entonces, cuando fue detenido por la policía lo último que se conocía de la fisonomía de Guzmán era una foto tomada en 1982. A lo largo de los años, se había especulado sobre su estado de salud, su paradero e incluso se decía que había muerto. 

Guzmán y los integrantes de la cúpula senderista fueron sentenciados a cadena perpetua por el delito de terrorismo, acusados de ser responsables de atentados, asesinatos selectivos y acciones de sabotaje. La Comisión de la Verdad y Reconciliación atribuye a Sendero Luminoso ser causante de la mayor cantidad de crímenes y masacres durante el periodo de violencia. 

El setiembre del 2018, Guzmán y los otros cabecillas del comité central de Sendero Luminoso fueron condenados a otra cadena perpetua por el caso Tarata. 

 

 “Soy el general Antonio Ketín Vidal, jefe de la Dincote. Le comunicó oficialmente que usted está detenido”  

General PNP (r) Antonio Ketín Vidal. Jefe de la Dincote desde noviembre de 1991 hasta diciembre de 1992. Fue ascendido al grado de Teniente General por la «Operación Victoria». Fue ministro del Interior entre 2000 y 2001, periodo en que intervino en la detención de Vladimiro Montesinos, durante el gobierno de Valentín Paniagua. 

El día sábado 12 de septiembre de 1992 salí temprano de mi casa y le dije a mi esposa que no se preocupara si no llegaba a la casa. ¿Por qué?, me preguntó. “Vamos a hacer un trabajo muy importante”, le contesté, y me fui. Con Benedicto Jiménez habíamos decidido intervenir la casa de Los Sauces de Surquillo ese 12 de septiembre. Resolvimos que era el momento de abrir la puerta de Los Sauces. Los agentes tenían que entrar sí o sí. 

Cuando llegamos a la casa de Los Sauces, y al escuchar bulla de voces de mujeres que provenía del segundo piso, decidí subir por la escalera de la casa a la que llamábamos “El Castillo”. Y, ¡oh sorpresa!, vi a Abimael Guzmán y a Elena Iparraguirre. Me acerqué y le dije: 

“Soy el general Antonio Ketín Vidaljefe de la Dincote. Le comunicó oficialmente que usted está detenido” 

Hasta ese momento, Alberto Fujimori no sabía de la captura de Abimael Guzmán. 

Luego, a las 11 y 15 de la noche, el entonces asesor presidencial, Vladimiro Montesinos, enterado por las noticias sobre la caída de Abimael Guzmán, me llamó por teléfono y me preguntó con ajos y cebollas: “¡Oye, carajo! ¿Es cierto lo que está saliendo en la televisión o me estás cojudeando?”, tronó por el teléfono. “Por supuesto que es cierto”, le contesté. “¡Carajo, ni siquiera me has avisado!”, me gritó y colgó el teléfono. 

Al mes y medio, y después de los reconocimientos del gobierno por la captura de Abimael, me cambiaron a la Inspectoría General de la Policía. En mi reemplazo fue nombrado como jefe de la Dincote el general Carlos Domínguez Solís, quien provenía del Servicio de Inteligencia Nacional. 

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