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domingo, abril 28, 2024

Ricardo Ponce Isla: un emprendedor

Para conocer a un hombre es necesario saber cómo es él realmente y, de este modo, nos liberamos de los prejuicios y es entonces que descubrimos a ese ser humano, que nos parecía desconocido, dotado de sus virtudes y sus defectos, donde los primeros pesan más y es lo que los hace trascender. Y es entonces que podemos escribir sobre él. Y fui sincero con don Ricardo Ponce Isla, cuando le expresé la tarde que le visitamos un grupo de tarapotinos ancestrales, que, aquella vez de mi primer encuentro con él, en su tienda del jirón Jiménez Pimentel, no me llevé una buena impresión. Cuando se lo dije el miércoles pasado solo atinó a sonreir. Y nos contó otras anécdotas.

Don Ricardo Ponce Isla, de ochenta y siete años de edad (San Pedro de Lloc, 06 de febrero de 1935) llega a Tarapoto a los veintidós años, en 1957, como agente viajero de la empresa A. J. Arana, empresa importadora asentada en Pacasmayo, siendo su territorio de venta los departamentos de Amazonas, San Martín y Loreto. También entraría a trabajar con la importadora china Ychan. Posteriormente, la empresa Arana se instala también en Tarapoto, en la segunda cuadra del jirón Ramírez Hurtado, desde donde despliega sus intensas actividades. Pero don Ricardo llega a mi memoria recién en los años setenta cuando ya se había asentado como un exitoso hombre de negocios y su profesión de agente viajero solo quedaba en el recuerdo.

Don Ricardo recuerda los tiempos de su primera estadía en Tarapoto, en el hotel América, como su centro de operaciones. Como un hombre arriesgado y emprendedor, se independiza en 1966 y forma su propio negocio que se consolida en 1966. Comenzó vendiendo máquinas de escribir. Su tránsito de experto agente viajero a empresario solo había un paso, que lo da el coraje y la iniciativa. Pero ya antes, en el local de la pensión de doña Victoria, conocería a Rebeca Saavedra Ruiz en la fiesta del santo de Angelita, la hermana. Ese primer encuentro no fue lo que hubiera deseado, pero, venciendo su temor, la invitó a bailar un sabroso bolero. Y ocurrió lo impensado: Al terminar de bailar la pieza, la mismísima Rebeca se acercó a la victrola o tocadiscos, para repetir la música. Y es entonces que nació el amor que se concretaría en matrimonio el 22 de diciembre de 1963. Don Ricardo tenía entonces veintiocho años.

Al reemplazar a don Octavio Reátegui Sánchez, en el año de 1970, don Ricardo se convierte en alcalde de Tarapoto por un tiempo de once meses. De su corto periodo recuerda el apoyo que recibió de los hermanos Jorge y Ulises Chong Dávila y Calixto Aguilar Tafur, y los sabios consejos de Antonio Simons Vela. Como alcalde accidental, mediante un Decreto de Alcaldía, del 09 de setiembre de 1970, dispuso la suspensión de labores del personal de la municipalidad para que asistan a los funerales del padre Andrés Asenjo Junquera, fallecido el 07 del mismo mes. El documento oficial emitido es el reflejo de un hombre de gran sentido espiritual, y así es don Ricardo. Incluso, cuando la municipalidad no tenía fondos, él asumía el pago de los servicios, como la vez en que pagó con un equipo de sonido y una licuadora, de su propia tienda, a un ingeniero, que vino de Moyobamba.

La visita que le hicimos a don Ricardo nos descubrió a un hombre que había sido un desconocido para nosotros. Cuando llegó a Tarapoto le gustó su clima, sus bellas mujeres, la gente amigable y, sobre todo, las fiestas de fin de semana y no se perdía ninguna tahuampa, nos cuenta. “He sido un gran tahuampero”, nos dice entre líneas. Galo, que es uno de sus hijos junto a Lloví, Percy y Rocio, nos describió otros aspectos de ese gran hombre que es su padre. Y los tarapotinos ancestrales, mediante esta semblanza le rendimos un sincero y cálido homenaje y reconocimiento a don Ricardo Ponce Isla, un extraordinario padre de familia. (Comunicando Bosque y Cultura).

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