“Es una actividad rentable porque obtienes piezas que son difíciles de encontrar o muy caros”.
Afirma que el único límite de la impresión 3D es la imaginación.
Esculturas de familiares es lo que más le solicitan.
En el reciente festival del cacao y chocolate realizado en la ciudad de Juanjui, en la provincia de Mariscal Cáceres, en un stand que ofrecía helados y chupetes de con esos insumos, acaparó la atención de los visitantes una máquina que imprimía figuras en 3D.
Las pequeñas figuras de Albert Eisntein, baby Yoda, Mike Wazowski y Deadpool, llamaron la atención de los niños, y la máquina en forma de caja de vidrio, de los mayores. El joven Jhon Kenny Ruiz Mora, como miembro del negocio familiar de helados a base de cacao y otros frutos, quiso mostrar en sociedad su nuevo juguete, y fue asediado por los curiosos.
Natural de Juanjui, y próximo a titularse en la carrera de Ingeniería Industrial estudiada en la Universidad Nacional San Martín, en Tarapoto, narra que al trabajar con máquinas y repuestos en la empresa familiar, y la dificultad de encontrar repuestos, además de haber explorado sobre las impresiones 3D, se propuso comprarse una de esas máquinas para cubrir esa necesidad particular y proyectarse a otros usos comerciales.
Refiere que, en el caso de la batidora de helados, hay unas paletas que levantan y forman una masa homogénea, las cuales no se fabrican en la zona. “Con la impresión 3D no hay límites. Puedes fabricar repuestos, figuras de personas, recuerdos”, enumera emocionado.
Antes de comprar averiguó modelos y ventajas actuales. “Ahora son más rápidas con la tecnología actual. Lo que antes se imprimía en 8 horas, ahora se realiza en dos”, indica.
La impresión 3D consiste en la inyección de un plástico, que pasa a un extrusor que lo calienta y por filamentos va dando forma a la figura. En cuanto a los acabados, el color de la escultura sale del color del filamento, luego uno de sus socios le da el tono final de los colores y textura.
Como actividad económica, dice que es rentable porque obtienes piezas que son difíciles de encontrar o muy caros. Mencionó el caso de un ciudadano que le pidió una pieza para su auto de fabricación china. La ganancia generalmente por cada producto es del 100 por ciento, refiere.
La mayor parte de los insumos los consigue en Lima o del exterior, pero en la región San Martín ya se encuentran plantas que producen el plástico procesado. Cuando los repuestos son metálicas, la pieza de plástico es llevada a la ciudad de Tarapoto para la elaboración del molde con la figura.
BUSTOS DE FAMILIARES
En la región es el único que realiza impresiones de bustos de personas, sea de niños, parejas de matrimonio. “No es lo mismo tener la foto de alguien que una escultura de esa persona”, comenta, al recordar lo que le dicen sus clientes.
La máquina la adquirió hace seis meses y los mayores pedidos son recuerdos de personas “porque muchos padres quieren tener la imagen idéntica de su niño como un recuerdo de familia”. La escultura al ser de plástico resistente puede durar siglos. Sus productos los difunde en su cuenta de Tik Tok.
Afirma que el único límite de la impresión 3D es la imaginación. “Cualquier tipo de pieza, accesorio, cosas que no encuentras en tu zona”, recalca las posibilidades infinitas de esta actividad.
En Juanjui, como negocio nuevo, lo está lanzando a un precio accesible. Para realizar la figura de una persona, la graba en video con su celular, a modo de escanearla en 360 grados, luego el diseño se procesa en la computadora y es lanzada a la máquina impresora. Dice que la satisfacción del cliente es uno de sus mayores impulsos para continuar en este tipo de impresiones.
La primera máquina se fabricó en 1983, y en los últimos años su uso es múltiple, como en medicina, al imprimirse huesos de platino, órganos humanos o bioimpresión. El costo de una impresora 3D en el mercado es de acuerdo al tamaño y calidad, bordeando entre los 250 y 750 dólares. Por: Marco Hidalgo Murrieta