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jueves, mayo 2, 2024

Estamos ante la amenaza de la crisis alimentaria

El Perú es el país con mayor inseguridad alimentaria entre todos los países de América Latina según la FAO, el documento señala que 16.6 millones personas padecen de inseguridad alimentaria. 

Por: Róger Rumrrill 

“Hay hermanos, muchísimo qué hacer” es uno de los versos más citados de César Vallejo, nuestro poeta universal. 

Hoy más que nunca, de cara a todas las crisis que convulsionan a la sociedad humana, el coronavirus, la guerra, el cambio climático, la amenaza de una catástrofe alimentaria global, esta convocatoria y llamado del poeta de Santiago de Chuco tiene una urgencia vital y decisiva, sobre todo en un país como el Perú hundido en una crisis de dimensiones geológicas y con un estado paralizado por la inestabilidad política y la corrupción. 

Una inestabilidad que ha paralizado el Estado: el presidente Pedro Castillo Terrones ha nombrado 68 ministros en solo 13 meses de (des) gobierno. Cinco de esos ministros están a cargo del Ministerio de Agricultura y Riego. El colmo de esta paralización del Estado es que en un año no han podido concretar la compra e importación de urea, un fertilizante nitrogenado que los agricultores utilizan en varios cultivos. 

 Mientras Castillo cambia un ministro por semana y la inestabilidad hace tambalear la débil arquitectura del aparato público por esta altísima rotación de funcionarios que paraliza al Estado, la amenaza de una catástrofe alimentaria mundial está abriendo sus fauces hambrientas también en el Perú. 

El hambre en el mundo 

Un reciente informe de la FAO proporciona cifras sobre el hambre en el mundo que ponen los pelos de punta. Más de 2,300 millones de personas en el mundo están en situación de inseguridad alimentaria en el mundo. La mayoría de ellas, mujeres y niños. A propósito de niños. De acuerdo al informe, la prevalencia de desnutrición infantil saltó de 8 por ciento en el año 2019 a 9.3 por ciento en 2020. 

El mismo informe señala que entre 702 y 820 millones de personas, es decir, el 8.9 y el 10.5 por ciento de la población mundial, se muere de hambre. La pandemia del coronavirus hizo crecer el flagelo del hambre en 46 millones de personas más. 

Sin embargo, la cruel paradoja de este infierno de hambre es que hoy se produce más comida que nunca. Pero se arroja a la basura un 35 por ciento de esos alimentos. En el Perú, se tira a la basura 12.8 millones de toneladas de productos alimenticios. Igual que con las vacunas contra el coronavirus, la muerte y el hambre son también suculentos negocios para las empresas capitalistas del necroceno – el principio de la destrucción –  

El hambre en el Perú 

El Perú es el país con mayor inseguridad alimentaria entre todos los países de América Latina. El documento de la FAO que estamos citando señala que 16.6 millones personas padecen de inseguridad alimentaria. 

Como es lógico, la inseguridad alimentaria y el hambre son la misma cara de la moneda de la pobreza. En el año 2019 el 20.2 por ciento de la población peruana sobrevivía en la pobreza. En el año 2020 el índice aumentó al 30.1 por ciento y descendió a 25.9 por ciento en el año 2021.  

Pero somos importadores de alimentos. De acuerdo a César Guarniz Vigo, gerente general de la Junta Nacional de Usuarios de los Sectores Hidráulicos de Riego del Perú (JNUSHRP), el Perú importa más de 3 millones de toneladas de maíz de EE. UU, además de soya, trigo, leche, algodón, caña de azúcar y otros productos. Para César Guarniz Vigo, la importación de alimentos ha ocasionado la quiebra de la agricultura nacional. 

Toda la importación alimentaria es subsidiada. En el trienio 2018-2020 los subsidios fueron de 720,000 millones de dólares. Debido al severo impacto de estos subsidios sobre la agricultura y la alimentación en los países importadores, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) ha planteado cambiar los mecanismos de los subsidios agrícolas en todo el mundo porque estos subsidios generan más pobreza y hambre. 

 La campaña agrícola 2022-2023 en el Perú 

Sin la urea, que llegará a las calendas griegas a los agricultores peruanos, con la Segunda Reforma Agraria convertida en una promesa incumplida, como casi todas las promesas de Castillo, para la campaña agrícola 2022-2023, gracias al esfuerzo y el sacrificio de los hombres y mujeres del campo, la Encuesta Nacional de Intenciones de Siembra (ENIS 2022-2023) anticipa un incremento del 4 por ciento de los 23 cultivos transitorios. 

Para la campaña 2022-2023 se estima siembras en una superficie de 2 millones, 094 mil hectáreas, con un incremento de 80,566 con relación a las cinco campañas anteriores. Los cultivos que más crecerán serán el maíz amarillo duro, algodón, frijol, entre otros. Pero la producción de papa, arroz, cebolla y zanahoria descenderán. 

La respuesta a la crisis alimentaria es el impulsa la agricultura familiar 

La agricultura campesina y familiar alimenta al 70 por ciento de la población mundial. Lo mismo en el Perú. Sin embargo, son los más afectados por la agroindustria, la importación subsidiada y las políticas de los gobiernos. Caso del Perú: los gobiernos han puesto todos los huevos en la canasta de la agricultura de exportaciónLa importancia de la agroexportación no debería excluir ni invisibilizar a la agricultura campesina y familiar en las políticas del Estado. 

De  cara al siniestro alimentario que se cierne sobre el mundo y la búsqueda y construcción de la seguridad y soberanía alimentaria nacional, el Perú debería dar un impulso  sostenido a la agricultura campesina y familiar por varias razones, tal como apunta un estudio Fernando Eguren, director del CEPES: abastece de alimentos al país, mantienen la biodiversidad, practican una agricultura más sostenible que las agroindustrias, genera más empleo, son pivotes de la economía local y regional y congregan una importante proporción de la población pobre. 

“Quién sabe si el corto tiempo que tiene el Perú para afrontar la hambruna que se viene se convertirá en el acicate de una verdadera transformación en la agricultura de subsistencia, al menos en dos componentes: promover más asociatividad y facilitar el uso de más tecnología”, afirma con certeza Maite Vizcarra, tecnóloga agraria. 

Pero, además, los peruanos tenemos que salir muy pronto de este túnel sin salida de la corrupción, inestabilidad política y de un Estado paralizado y convertido en un botín.

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