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lunes, abril 29, 2024

Sociedades mediocres con el rabo entre las piernas

Por Ricardo Quevedo

Hay situaciones que no tienen precio como el salvar la vida a una persona; y salvar la vida a una persona no es solo alejarlo de la muerte, sino vigilar su estado de salud, aun cuando las situaciones son difíciles. Cada día que pasa, cada hora, cada minuto, cada segundo, es el desafío más grande para aquél que nació no con la genética de la felicidad como bandera para ir izando permanentemente; pero  al ser privado de esta genética de la felicidad, tiene el desafío más grande para crear y vivir la felicidad en su propio entorno.

Que este entorno sea la calle; el hogar; el colegio; el trabajo; la cárcel, donde quiera que tu entorno esté y que lo estés viviendo, vivámoslo de lo mejor, como si hoy estuvieras mirándola la última vez, como si hoy estarías sintiéndola la última vez, como si hoy fuera el último desafío y mañana el calvario de la propia muerte.

Se cuenta que la gente da lo que tiene. Un inquieto,  fastidiado y envidioso personaje decía a su maestro, cuando veía que mucha gente se alegraba en el entorno donde él estaba. Preguntaba, por qué la gente está alegre y él no; el maestro le respondía,  porque no puedes demostrar afuera, lo que adentro no tienes. Será por eso que todo lo que entra por la boca no hace daño; pero todo lo que sale del corazón, si algo de virtud sale, es porque el corazón está bueno; pero si algo malo del corazón sale, es porque éste está podrido.

Estamos en Permanente proceso de ir aprendiendo cosas. La vida nos enseña golpeando, no aprendes nada o tal vez poco, si la vida con cariño te trata, no digo que hay que buscar que la vida nos golpee a palos más y más; suficiente con que nos niegue la mano cariñosa de un trabajo, la mano cariñosa de una buena salud, la mano cariñosa de una sonrisa, la mano cariñosa de una carrera, de una profesión y la mano cariñosa de un amor que amas y que no te sepa corresponder.

Hoy día mismo hay que sacarle la vuelta a esta mano cariñosa que nos niega el sentir bendito de la satisfacción, para que todo, desde hoy lo que hagamos y dejemos de hacer; para que todo, desde hoy lo que hablemos y dejemos de hablar, esa mano cariñosa se vuelva a montones a favor nuestro, y empecemos a cosechar a mil por uno.

Mi amigo Omega es testigo de todas estas pláticas que con mucha sazón filosófica lo analiza, lo piensa y lo vive permanentemente. El piensa que vivir una vida sin propósito, es como estar ausente de la vida misma. El hecho de que no consigamos lo que querramos;  el hecho de que no conquistemos lo que más anhelamos, no quiere decir, tirar la toalla o ponerse al costado. Simplemente es para verse uno mismo y preguntarse si somos o no capaces de vencer todos sus tentáculos negativos y amenazantes de las propias circunstancias que estamos viviendo.

En la primera parte de  este testimonio, mi amigo Omega decía, que ya quisiera vender algo para convertirse en un gran capitalista, para no seguir endeudado en muchas entidades financieras de nuestro medio, quienes son los que se lucran con el capital que corre a través del sistema de préstamos. Quiérase o no, todas las sociedades socialistas que ya no existen,  viven por el capital prestado. Estas sociedades llegaron a la extinción por la hipocresía precisamente de sus líderes, y si algo de socialismo todavía existe, es puro libreto, porque siempre fue pura teoría.

Ni hablemos de una sociedad comunista, que nunca existió; preguntémosle a Fidel Castro, que hoy en día exhibe al mundo una televisión capitalista, si bien hace conocer las costumbres de la vieja y nueva Cuba, pero está ya inyectado con capitales frescos del sistema neoliberal, que tantos mediocres “críticos” y oportunistas tuvieron en el Perú y en todo el mundo. Hoy están como los perros vencidos: con el rabo bajo las piernas.

China es otro ejemplo de una hipócrita sociedad comunista que nunca existió, porque si lo ponemos al comunismo como sinónimo de muerte, es porque nunca fueron sociedades comunistas. El comunismo no era para matar, como hacían todas las sociedades que decían tener este sistema, incluyendo el Perú con el tristemente célebre Abimael Guzmán;  el comunismo debería haber sido un ensayo colectivo con capital o sin capital, pero sin muerte para una mejor sociedad.

En fin, mi amigo Omega, llega a estas conclusiones donde no existe una sociedad en el mundo, donde es ausente el capital del que presta con la recompensa permanente del crecimiento económico; y donde existe otro elemento llamado prestatario en permanente decrecimiento económico.

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