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miércoles, mayo 8, 2024

El “que se vayan todos” ¿soluciona el problema?

El deterioro de la política en el Perú no tiene precedentes

La dinámica del “que se vayan todos” nos ha empezado a llevamos desde 2018, – PPK-Vizcarra-Merino-Sagastegui-Castillo- así estamos, “que se vayan todos” para elegir dentro del mismo pool de políticos de baja calidad.  

En medio de esta tormenta, que se habrá paso la lucidez, pensar en horizontes de largo plazo, porque justamente lo que queremos combatir son estos políticos que tienen horizontes cortoplacistas que no permiten pensar en términos de política pública, en políticas de estado en todos los niveles de gobierno. 

El gobierno de Castillo, lo ilustra de manera notable, no caigamos en el mismo error o en el mismo defecto que queremos combatir. Tenemos que aceptar que la debilidad de los partidos no responde a que nuestras leyes estén bien o mal escritas, responde en realidad, a la debilidad de la sociedad civil. 

La juventud en Tarapoto, tomó las calles y marchó contra Merino y el congreso.

Construir estructuras políticas fuertes y con filtros. 

Tener objetivos de largo plazo que puedan contribuir un poco a que la cosa no sea tan mala.  Hacer la reforma electoral y bueno después convocar a elecciones, la cuestión es cómo podemos crear una infraestructura alternativa que nutra, que genere incentivos para que haya políticos de verdad, más interesados en el colectivo. Pero también hay que ser conscientes de que la situación del Perú no es igual que la del resto del mundo. Por supuesto que los partidos se han deteriorado en Europa y en todo el mundo, pero el deterioro de la política en el Perú no tiene precedentes. 

La debilidad de los partidos y el colapso total o parcial de los sistemas de partidos en América Latina no es rara. Pero el nivel de degradación de las organizaciones políticas de Perú no es cercano al promedio latinoamericano, quizá Guatemala sea el único caso comparable. 

Perú, es el país débil entre los débiles. Omar Sánchez-Sibony en su libro “Democracia sin partidos en el Perú” afirma:  la política de la incertidumbre y la decadencia afirma que en Perú, Guatemala y Ecuador no existe ya sistema de partidos.  

Si bien los partidos han sido débiles desde los 90 en adelante, -el fujimorismo hizo su tarea, que muchos líderes con doctrina terminarán en los brazos de Valadi- durante la primera década y un poco más de este siglo, los peruanos sí podíamos anunciar, al menos, si es que iban a estar presentes ciertos candidatos de base y sabíamos cuándo, en qué año iban a haber elecciones generales. Pero después de Odebrecht no, eso implosionó y nos encontramos en el mundo de la completa incertidumbre, la corrupción no termina de salpicar.  

Hay quienes están empeñados en señalar al presidente Pedro Castillo como el causante de nuestros problemas, pero en realidad, es evidente que Castillo es síntoma de nuestros problemas. Sería impensable en un sistema más o menos institucionalizado que un político absolutamente desconocido, sin partido, sin programa, sin intención real de gobernar, sea elegido presidente de la República. 

No debemos generar más incertidumbre, por ejemplo, la prohibición de reelección inmediata, que tiene como consecuencia inmediata y clave generar mayor incertidumbre al asegurar, por ley, que nuestros políticos sean cada vez más amateurs, alguien serio que tenga aspiraciones de ingresar a hacer política no pueda planificar una trayectoria de 20 o 30 años.  

Y no se trata solamente de la prohibición de reelección, la congresista Adriana Tudela tiene una propuesta, por ejemplo, para que el Parlamento sea renovado de alguna manera, ya sea una renovación por tercio, por mitades. Ese tipo de recetas generaría que tengas básicamente asegurado que el Parlamento se renueve cada dos años y, como ya hemos conversado, la renovación constante de políticos favorece a estos políticos amateur que buscan un rédito inmediato y también favorece a políticos que tienen recursos y que pueden colocar proxies de parlamentarios.

Como no hay partidos con vida orgánica, tenemos que aceptar que los agentes de representación en el Perú son los individuos no los partidos políticos. 

Nuestros políticos son expertos en aparentar lo mínimo necesario para cumplir las normas y terminar siempre sacándole la vuelta al sistema. 

Fortalecer el Estado. Necesitas un Estado que tenga capacidad de fiscalizar y de sancionar de manera real. El problema con el financiamiento público de los partidos es que la responsabilidad se diluye. Los políticos deberían tener muy claro que, si reciben financiamiento desde el Estado y hay un mal uso de esos recursos públicos, existe una alta probabilidad de ser sancionados en la vía penal. 

Implica un shock de realidad. 

Después de 20 años de haber intentado fortalecer a los partidos, quizá ya hay que aceptar que esa estrategia no ha funcionado. La Ley de Partidos Políticos se aprobó en el año 2003 y los partidos están más débiles que entonces. 

Toca implementar estrategias de emergencia y pensar obviamente en el largo plazo. Cuando hablamos de este sistema, por supuesto, si tiene frutos y si funciona, cosa que no está asegurada, tendría efectos en diez o quince años. No va a tener efectos en la elección inmediata, estamos hablando de efectos de largo plazo.  

Podemos esperar un escenario similar al del 2018.  

En algunas regiones los partidos mantienen cierta presencia, pero no es que exista una fortaleza partidaria, sino que los partidos han logrado captar políticos competitivos. No es que realmente haya una organicidad. Y en otras vamos a ver la supremacía de movimientos regionales. Pero, nuevamente con una alta predominancia de políticos sin mucha experiencia, contrariamente a lo que se piensa en Lima, en algunas regiones mostrarán ser un poco más institucionalizadas en términos de sistema de partidos. 

Sin libertad, la democracia es despotismo, sin democracia, la libertad es una quimera –Octavio Paz- 

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