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viernes, abril 26, 2024

El rico menú del almirante Montoya

Al menú de primera del congresista Jorge Carlos Montoya Manrique (Lima, 1951) ´no debe aguantársele su ricura”. Montoya es congresista por el grupo político Renovación Popular, que de renovación no tiene nada, y es un tipo impopular. Se ha hecho “popular” por sus actitudes, sus banalidades, su infantilismo, su desempeño y sus exabruptos ya proverbiales, desde ese famoso viaje a Washington. Y estos últimos días se ha puesto en la ola de las bromas y la chacota no precisamente por inteligente, lúcido y sindérico, sino por todo lo contrario. Este congresista es el resultado de esa sociedad que describe Pedro Salinas, en el diario La República (20.10.2021).

Salinas escribe en su artículo “Viejas huachafas”, aludiendo a un caso: “A veces creo que a este país no lo salva nadie. Ni dios. Y es que la sociedad que nos cupo en suerte es como una maldición. O un karma”. Y el texto lo extrapolamos, para relacionarlo a las últimas idiotas declaraciones de Montoya frente a las críticas por el menú especial del que disfrutan los congresistas en las sesiones del pleno. En verdad, una vez más, el almirante nos divierte por lo que habla. Finalmente, Salinas remata: “Pero así es el Perú, ya saben. Una cosa irredimible. Y como ven, la ignorancia de la realidad atraviesa todas las clases sociales, de manera transversal” (…) Al final, el hecho quedará olvidado, o apenas será recordado como una anécdota. Pero será una de esas anécdotas reveladoras de la tara intolerante con la que viven muchos peruanos. Demasiados, si me preguntan…”.

El costo del famoso menú de primera que están disfrutando Montoya y sus congéneres, no es excesivo si lo comparamos con un lonche que usted podría disfrutar en “La tiendecita blanca”, en Miraflores, o un almuerzo en “La Rosa Náutica”, que se los recomiendo. El tema va por otro lado, y es por la bajísima calidad humana y nula sensibilidad de loa congresistas, por los problemas de la gente y del país y por la bestialidad con que se expresan tanto que, por la salud mental del país, debe prohibírseles que hagan declaraciones “políticas”. Y ahí están –con honrosas excepciones— todos los extremos, bajando en la misma balsa, cuya característica común es un cretinismo escalofriante, y cuya actuación nos está demostrando que este Congreso ya debería desaparecer, porque su existencia es insufrible y una afrenta.

Las declaraciones de Montoya nos llenan de humor y nos hacen el día, como si estuviéramos en un circo. En cambio, las de Alejandro Cavero Alva –locuaz y parlanchín–, nos indignan. Pero ambos sujetos no dejan de ser cínicos y peligrosos para la sociedad. Montoya, Cavero, Chirinos, Bermejo y Cerrón, y los otros, son la expresión de un país que ya sería “irredimible”. Y también, la demostración que Dios falló al crear un país como el Perú, tan rico y exuberante, pero donde puso a la gente equivocada.

Tengamos esperanzas. Pandora abrió la caja para aferrarnos a esa posibilidad. (Comunicando Bosque y Cultura).

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