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jueves, mayo 2, 2024

Un problema que debe abordarse firmemente

Vimos con estupor los dos últimos casos de feminicidio que ocurrieron en nuestro país. Situaciones tristes y horribles que nos estremecerán por unos días para luego volver a nuestra acostumbrada normalidad hasta el próximo feminicidio. Estos hechos nos tendrán hablando y los estaremos condenando por unos días y, así, en un proceso constante y aterrador.

Este acto vil y cobarde se hace rutinario en nuestro país por el tipo de sociedad que somos. Somos una sociedad cucufata, que condena todo en público pero que peca en privado. Nos indignamos por estos actos, pero, aparte de no hacer nada por detenerlos, los hemos venido propalando de una manera natural, casi inconsciente, a través del tiempo, de generación en generación.

Para graficar el drama de estas tragedias, solo observen las declaraciones de la Ministra de la Mujer, Nancy Tolentino, después del asesinato de la joven Katherine Gómez, donde prácticamente le echa la culpa a la víctima, cuando dice “hay que elegir bien con quien estar”. O sea, le quita toda la responsabilidad al asesino y se la carga a la mujer por no “saber elegir”, por no saber irse en su momento.

Se sigue viendo, sobre todo en reuniones familiares y amicales, cómo algunos dinosaurios preguntan a los muchachos jóvenes “cuántas hembras tienen”, o haciendo alarde de lo “mozandero” de alguno de sus hijos. Estas acciones cosifican a las mujeres y las vuelven meros productos descartables que se usan y se rechazan. ¡Pero caray! si alguna de ellas se atreva a ejercer su libertad como le plazca, saldrán los mismos dinosaurios a criticarla por “fácil”, por “puta”, por “mala mujer”.

Y esto no solo se queda en hombres retrógrados, también los hay mujeres que agravan estas situaciones. Por ejemplo, se ha visto muchos casos en el que la mujer, cuando el marido le ha sido infiel, esta no carga su furia contra el marido infractor, sino que va contra la que hizo “pecar” a su pobre marido. Como si el marido fuera un bebé que necesita que lo protejan de las malas artes de una pecadora. Otra situación, también escandalosa, es la normalidad con la que algunas mujeres se horrorizan cuando otra mujer sale a reuniones o fiestas sin su pareja. Se hacen preguntas, especulan sobre el porqué de tal ‘libertinaje’, la critican por no estar con la pareja. En el fondo pareciera que las quieren sometidas, en sus casas y siempre bajo la sombra tutelar de algún hombre como en naciones tan medievales, en lo social, como Irán y Arabia Saudita.

Se hace urgente construir una cultura que prevalezca sobre estas mentes cerradas y estos puritanos con solvencia moral de una hoja de papel higiénico. Las mujeres del presente y del futuro se lo merecen. (Comunicando Bosque y Cultura).

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