Columna: Escenario regional
Nombre: Carlos Job
Analista Político
Mi buena y dulce maestra, Luisa Isabel Fasanando García, quien en vida fue conocida como la Profesora Luchita nos enseñaba, en la primaria, con ahínco e imaginación sobre distintas materias.
En una de sus tantas clases, prestando la atención en una fresca mañana de julio logré escucharla hablar sobre la Línea Ecuatorial.
En un Mapamundi, aquellos objetos celestes y de madera que colgaban en una esquina del salón, nos señalaba una línea imaginaria que dividía al planeta en dos hemisferios.
Aquella clase fue generadora de otra de mis primeras experiencias con aquel objeto y eran los variopintos nombres de países que por primera vez logré, apenas, leer. Le conté a mis padres que quería aquel celeste globo, luego de varias propinas ahorradas y algunos meses después me compraron mi propio Mapamundi en Bazar Lamas.
Desde ese momento, siempre supe que es y lo que representa la Línea Ecuatorial pero no es hasta hace unos días que producto de los últimos y funestos hechos suscitados en el vecino país del norte, pretendí escribir esta reflexión.
El ex candidato presidencial Fernando Villavicencio había sido cruelmente asesinado, por varias decenas de balas a quemarropa luego de salir de un mitin político en la capital quiteña. Unos días después otra candidata sufrió un fallido atentado y, posteriormente, fue asesinado el líder político, Pedro Briones, en la provincia norteña de las Esmerladas.
Estos repudiables hechos nos recuerdan a la Colombia de fines de los años ochentas donde el ex candidato presidencial Luis Carlos Galán era cruelmente asesinado. En aquel contexto que vivía el país cafetero, también, habían dado fin al ex candidato Jaime Pardo Leal, otros fáticos finales lo tuvieron Bernardo Jaramillo Osa y Juan Carlos Pizarro Leongómez.
Sin lugar a dudas, detrás de todos estos terribles hechos se evidencian problemas estructurados de crimen organizado en América Latina. En nuestro Perú, nos trae a la mente los 80s donde varios peruanos han sido cruelmente ultimados.
Entonces, y volviendo al título de la presente reflexión. Hoy nos encontramos en un escenario que plantea una Nueva Línea Ecuatorial, una franja de políticas públicas que divide la seguridad y el crimen; la vida y la muerte, la luz con las tinieblas.
Y es por ello que las naciones deben de diseñar, implementar y dar seguimiento a políticas públicas con principio de autoridad que permitan combatir en el corazón a tan álgido, holístico y delicado problema.
En referencia al principio de autoridad y que conlleva al ejercicio de los liderazgos, observamos como en Centro América, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, viene logrando resultados esperanzadores en materia de homicidios.
Ahora, con esta Nueva Línea Ecuatorial diseñaba para separar la seguridad con el crimen quiero hacer el ejercicio de trasladar esta franja divisoria a nuestras regiones, provincias y distritos de nuestra patria.
Ello quiere decir, contar con la oportunidad para desarrollar liderazgos con principios de autoridad que implementen inversiones y las intervenciones estratégicas de seguridad ciudadana en el territorio.
Es poderoso involucrar a todos los actores en un enfoque que fortalezca el Plan de Acción de Seguridad Ciudadana y que aproveche los diferentes fondos del estado peruano para poder apalancar financiamientos.
No podemos retroceder, la historia nos obliga a mejorar nuestro diseño de vida, y en esta reflexión – que debería pasar a la acción – estamos obligados todos a poner nuestro granito de arena.